CÓRDOBA. La victoria del llaryorismo en Córdoba, que se terminó de consumar el 23 de julio por la noche con el triunfo de Daniel Passerini en la capital, inauguró una nueva era en una provincia trascendental a nivel nacional. Con Martín Llaryora como nuevo jefe del PJ, el horizonte cordobés cambió de época, y posiblemente también algunos paradigmas que rigieron a nivel provincial durante 24 años.
NO K
No confundir: El llaryorismo marca fronteras propias
El llaryorismo se quedó con Córdoba y en el PJ nacional muchos intentaron atribuirse la victoria. Pero los cordobeses marcaron la cancha en dos sentidos.
En ese orden, y con un discurso que marcó la personalidad autónoma del nuevo gobernador y su liderazgo, muchos vieron como la provincia “se abrió” nuevo juego. Eso, naturalmente, generó entusiasmo en sectores postergados a nivel local como en el kirchnerismo.
Dentro de ese espacio, muchos quisieron arrimarse a la victoria para agarrar algo de calor. Claro, los derrotados habían sido casi todos los jugadores de Juntos por el Cambio.
Sin embargo, ese crédito que muchos intentaron sacar de la victoria del peronismo cordobés no tuvo otra intención que confundir. Por eso, desde el llaryorismo recientemente inaugurado procuraron marcar fronteras no solo con el macrismo, sino también con el kirchnerismo, los dos extremos de “la grieta”.
El discurso de Martín Llaryora fue implícitamente dirigido a Patricia Bullrich y el ala macrista de JxC. Con su ya icónica frase “pituquitos de Recoleta”, el futuro gobernador descargó munición gruesa contra CABA y el centralismo porteño, despertando una reacción federal que hacía mucho no se veía tan bien aceptada por muchos.
Además, en su discurso, Llaryora no apuntó contra el Gobierno nacional y tampoco lo hizo contra PBA, otra de las jurisdicciones que concentra mayor cantidad de subsidios dada la densidad de su población. Algunos leyeron las omisiones como un guiño posible hacia Sergio Massa, el precandidato a presidente de Unión por la Patria y ministro de Economía del Gobierno actual.
No obstante, las aclaraciones no tardaron en llegar. En ese caso, fue Daniel Passerini quien el lunes post victoria aclaró la postura del llaryorismo a nivel nacional.
"Nosotros queremos que se discutan cuestiones que los dos extremos de la grieta no van a resolver, como la centralidad y los subsidios, cosas que padecemos en Córdoba y deberían ser tema de agenda política, por eso vamos a convalidar a Schiaretti como candidato", dijo tajante el nuevo intendente de Córdoba Capital a ElDoce. Además, el médico hizo alusión a las palabras de Massa, con quien dijo no tener cercanía.
"La última vez que lo vi a Massa fue cuando compitió en las Paso contra De la Sota, cuando perdimos, en 2015. Massa es ministro de Economía de un gobierno que no nos representa y del cual no somos parte. Me río porque dice que soy un pibe y soy más grande que él", aclaró respecto a la relación con el ministro de Economía.
En la lectura kirchnerista, Massa intentó acercarse al llaryorismo con un guiño el domingo por la noche. Sin embargo, el funcionario se limitó a emitir una opinión electoral sobre el método del peronismo cordobés.
“Estaría bueno que desde Buenos Aires nos tomen como ejemplo de un montón de cosas, y que nos manden la plata de los subsidios porque están gobernando ellos", criticó Passerini siguiendo la línea discursiva de Llaryora. El nuevo gobernador de Córdoba apuntó en numerosas oportunidades contra Nación por la desigual distribución en materia subsidiaria.
Por último, Passerini remató con claridad las especulaciones. "Nosotros no somos aliados de los K, nunca lo fuimos, es como decir que somos aliados de Juez que hace 30 años se fue del peronismo", concluyó.
La aclaración no fue casualidad. En la recta final a las PASO, Juan Schiaretti encara la precandidatura presidencial con especial esperanza en Córdoba, donde espera cosechar un 3% para poder pasar el umbral a las generales y donde convive un fuerte sentimiento anti kirchnerista.
Si bien el ‘Gringo’ ya perdió el control del PJ en Córdoba, se espera que el apoyo perdure por su contribución para que el llaryorismo llegue al poder. Aunque en caso de fracaso, la historia podría ser otra.
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