El estado de la tiroides juega un papel crucial en la salud de la mujer. Pero, ¿Qué función tiene la tiroides en una mujer? ¿Cómo saber si tengo problemas de tiroides? ¿Cuáles son los problemas más comunes de la tiroides? Lo que debes saber, en el siguiente comunicado de Paradigma PEL Comunicación, donde consultan con una experta:
Mujer y tiroides: la glándula que rige el bienestar en cada etapa de la vida
Pequeña -no pesa más de 30 gramos-, ubicada en la base del cuello y con forma de mariposa, la glándula tiroides tiene un papel regulador e imprescindible. No en vano, se la ha llamado “centro de control del cuerpo”, ya que las hormonas que produce mantienen el óptimo funcionamiento del cerebro, la frecuencia cardíaca, el sistema nervioso, el peso, la temperatura corporal, el colesterol, el metabolismo y más.
Este delicado equilibrio puede verse afectado por distintas causas a largo de la vida, especialmente entre las mujeres: una de cada 10 padecerá algún problema tiroideo alrededor de los 50 años, sobre todo el llamado hipotiroidismo, que ocurre cuando la glándula elabora menos hormonas de las necesarias.
En Argentina, se estima que más de dos millones de personas tienen problemas tiroideos. Sin embargo, se cree que más de la mitad no tiene diagnóstico ni tratamiento .
“Para entender la crucial tarea que realiza la tiroides, es necesario ir hacia el eje que forman el hipotálamo y la hipófisis (o pituitaria), que juntos regulan el sistema endocrino y el sistema nervioso central", sostuvo la Dra. María Delia Pelletier, (MN 9811) Especialista en Bioquímica Endocrinológica del área Sueros en Labmedicina.
Y continuó: "La pituitaria, también llamada glándula maestra, monitorea los niveles de un enorme abanico de hormonas en sangre. Entre éstos, los de las hormonas triyodotironina (T3) y tiroxina (T4), que son fabricadas por la glándula tiroides y se envían al torrente sanguíneo para alimentar las células del cuerpo”.
La cantidad de hormonas producida por la glándula tiroides está determinada a su vez por otra hormona producida por la glándula pituitaria o hipófisis denominada TSH, una hormona estimulante de la tiroides. Según los niveles de T4 en el cuerpo, la glándula pituitaria produce más TSH o menos TSH para inducir a la tiroides a producir la cantidad adecuada de T4 y T3.
La tiroides necesita yodo para funcionar. Este elemento químico se encuentra en el agua de mar, ciertas rocas y sedimentos y también en los alimentos.
Cuando el yodo falta, ya sea porque el medio ambiente no lo provee naturalmente (por ejemplo, en regiones de alta montaña, como la Puna Argentina), o no se lo ingiere en forma suficiente a través de los alimentos, puede aparecer hipotiroidismo en los bebés recién nacidos y esto causa cretinismo, es decir, retraso mental y físico, una realidad que era común en el norte de nuestro país hasta que en 1964 la ley Oñativia dispuso la incorporación de yodo a la sal común de mesa para prevenir el problema.
Más sobre la tiroides
La glándula tiroides interviene en la vida de todas las personas, pero cualquiera de sus alteraciones impacta más en las mujeres. A lo largo de su vida, la mujer experimenta distintos cambios hormonales que pueden afectar el funcionamiento de la glándula tiroides.
Posiblemente por la cantidad y funciones que desempeñan las hormonas en las distintas etapas biológicas del organismo femenino, los problemas asociados a la tiroides en la mujer se expresan generalmente ligados a su ciclo reproductivo.
“La tiroides, por ejemplo, regula el ciclo menstrual y según la cantidad de hormonas tiroideas, los períodos pueden ser muy escasos, prolongados o irregulares. La enfermedad de la tiroides también puede causar amenorrea (falta de menstruación). Y en algunos casos puede afectar también los ovarios y causar el cese del período menstrual antes de los 40 años (menopausia prematura)", indicó la Dra. Pelletier.
Y agregó: "Además, la tiroides afecta también la ovulación y crea dificultades para lograr el embarazo. Por eso, se recomienda que toda mujer con problemas de fertilidad o que esté embarazada requiera un chequeo tiroideo para evaluar si la glándula trabaja en forma apropiado”.
Si existen problemas de tiroides sin diagnosticar y tratar, también pueden aparecer dificultades tanto en la futura mamá como en el bebé durante el embarazo, pudiendo llegar a poner en riesgo la salud de ambos.
Al cabo de éste, hasta el 8 % de las mujeres pueden sufrir tiroiditis posparto, que a menudo se confunde con la depresión posparto porque tienen síntomas en común: irritabilidad, dificultad para soportar el calor o el frío, cansancio, problemas con el sueño y latidos cardíacos rápidos. Presentan más riesgo de tiroiditis posparto las mujeres con diabetes tipo 1.
También se incrementa el riesgo de problemas tiroideos después de la menopausia, cuando cesan los períodos menstruales.
En estos casos, los síntomas de la menopausia pueden enmascarar un problema tiroideo, especialmente el hipotiroidismo (menor producción de hormonas tiroideas).
Hipo vs hiper, un delicado equilibrio
El hipotiroidismo ocurre cuando la tiroides no elabora suficiente cantidad de hormonas. La causa más común es la Enfermedad de Hashimoto, que se presenta cuando el sistema inmune ataca equivocadamente a la tiroides y la daña.
El hipotiroidismo afecta a cerca del 10% de la población general y el 80% de los casos se concentra en mujeres después de la menopausia.
El metabolismo se lentifica, y se expresa a través de síntomas como sensación de frío, estreñimiento, debilidad muscular, dolor articular o muscular, tristeza o depresión, agotamiento, piel pálida y seca, cabello fino y seco, ritmo cardíaco lento, disminución en la sudoración, hinchazón en el rostro, voz ronca, sangrado menstrual más intenso de lo normal.
También puede ocasionar aumento del colesterol y del riesgo de enfermedades cardíacas y cierto incremento del peso, pero es un mito que el hipotiroidismo justifica tener muchos kilos de más.
Existen además formas especiales de hipotiroidismo, como el hipotiroidismo subclínico. En estos casos la T3 y T4 están normales pero la TSH elevada (es decir, existe la orden de producir más hormonas tiroideas) y algunos especialistas recomiendan tratamiento medicamentoso mientras que otros prefieren una vigilancia activa.
El hipertiroidismo es la condición exactamente opuesta. Ocurre cuando la elaboración de hormonas tiroideas excede las que el organismo necesita. La causa más común es la enfermedad de Graves, también autoinmune.
En los casos de hipertiroidismo aparecen pérdida de peso, aún comiendo la misma cantidad o más, taquicardia, latidos irregulares del corazón, nervios, ansiedad, irritación, dificultad para conciliar el sueño, temblores en manos y dedos, aumento de la sudoración, sensación de calor, períodos menstruales más leves, diarreas y más deposiciones y cambios en los ojos que puede incluir ojos abultados (exoftalmia), rojizos o irritados.
Tanto en el hipo como en el hipertiroidismo, la glándula tiroidea puede crecer y aumentar su tamaño. En la enfermedad de Hashimoto, por ejemplo, la menor presencia de T3 y T4 hace que la hipófisis secrete más TSH para estimular la glándula tiroides.
Esta estimulación trae como resultado que la tiroides crezca, lo que puede producir bocio, cuya expresión más frecuente son los nódulos, que pueden presentarse en forma de uno solo o varios y causar que la tiroides aumente visiblemente de tamaño.
Pero también su contrapartida, la enfermedad de Graves, puede ser causa del aumento de volumen de la glándula tiroides.
En este caso, la pituitaria detecta mucha hormona tiroidea y le indica frenar su tarea a la TSH. Pero la glándula desoye las recomendaciones y las sigue produciendo.
El resultado, otra vez, es el bocio, bajo la forma de nódulos. Los nódulos, que son 4 veces más frecuentes en mujeres que en varones, no siempre dan síntomas claros.
Pueden reducirse con tratamiento medicamentoso y una “espera vigilante” que incluye chequeos periódicos y ecografía y en casos severos –por ejemplo, si afectan la deglución- o de riesgo oncológico, también admiten cirugía.
Factores de riesgo y estilo de vida
El estrés crónico puede desencadenar respuestas autoinmunes que afectan la función tiroidea y favorecer la aparición tanto del hipo como del hipertiroismo.
El tratamiento de ambas afecciones se realiza con la administración de hormonas que favorecen o disminuyen la secreción de hormonas que produce la glándula (hormonas tiroideas o antitiroideas).
La dieta juega un papel clave en el manejo del hipotiroidismo, y es recomendable evitar alimentos ricos en gluten o con alto contenido de goitrógenos o bociógenos, que tienen la capacidad de bloquear el yodo que llega a la tiroides.
Los bociógenos se encuentran en determinados alimentos, como la soja en cualquiera de sus presentaciones (queso, mijo, brotes, etc.) el repollo, las coles de Bruselas, el brócoli, la coliflor, la espinaca, los duraznos, el maní y la yuca.
El tratamiento se administra en ayunas, al menos una hora antes del desayuno, y se debe evitar la ingesta de calcio o hierro inmediatamente después para mejorar su absorción. Además, para evitar problemas con la absorción, se recomienda ingerir recién varias horas antes o después de consumir la medicación tiroidea alimentos como nueces, harina de soja, suplementos de calcio o antiácidos que contengan aluminio y magnesio.
Algunos medicamentos para las úlceras y ciertos fármacos que reducen el colesterol pueden interferir con el reemplazo de la hormona tiroidea.
Los anticonceptivos también pueden interactuar en forma negativa con la hormona tiroidea, al igual que algunos fármacos indicados para osteoporosis, que es frecuente después de la menopausia.
Por eso es necesario informar al médico acerca de toda la medicación que se consume, para evitar estas interferencias entre fármacos.
“Si bien la mayoría de los nódulos tiroideos no son cancerígenos, existe la posibilidad de que se tornen malignos. El cáncer de tiroides es más común en mujeres de 25 a 65 años, especialmente en aquellas con antecedentes del mismo tumor en la familia, que se hayan sometido a terapias oncológicas de radiación durante la niñez y que hayan tenido o tengan bocio", dijo la especialista.
"El cáncer de tiroides es uno de los tumores endocrinos más frecuentes, pero su tasa de supervivencia es alta. En estudios de imágenes, algunos radiólogos ofrecen protección para el cuello, y aunque su beneficio no es concluyente, puede considerarse en pacientes jóvenes o con antecedentes familiares”, agregó.
Hay también ciertos perfumes y maquillajes que contienen “disruptores endocrinos” como por ejemplo ftalatos, parabenos, triclosán o bisfenoles (aunque la lista es mucho más larga), que pueden afectar el funcionamiento tiroideo.
Por eso, una recomendación oportuna es optar por productos libres de sustancias químicas y elaborados a partir de ingredientes naturales y, en caso de los perfumes, no distribuirlos en el cuello y detrás de las orejas, que si bien son zonas preferidas para perfumarse también están muy cerca de la tiroides, esa glándula que regula todos los procesos biológicos que permiten la vida.
Fuente: Paradigma PEL Comunicación
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