Desde la invención de internet y los dispositivos móviles han proliferados distintos modos de relación a la distancia que prescinden del ‘cara a cara’, ya sea para una amistad o sexocasual. Y a través de los correos electrónicos, mensajería instantánea, redes sociales y aplicaciones de cita nos acercamos los unos a los otros -espacialmente equidistantes-, y si existe cierto interés romántico, se despliegan estrategias por escrito y se consuma el ‘matcheo’, degradando el rito atávico del cortejo de seducción.
SUSCRIPTORES NO PAGAN
El apocalipsis de Tinder y el sexo casual
La descarga de la app de citas, Tinder, disminuyó desde el 2020, sumado a que aumentan sus suscriptores pagos y que sus acciones en la bolsa han caído un 70 %.
Sociológicamente hablando, la disminución de las descargas de la app de citas Tinder, propiedad de la empresa MatchGroup, no solo tiene que ver con la captación marketinera por parte de la competencia, sino también con el hartazgo a nivel general por parte de los tinderos que solo consiguen sexo pero no pueden concretar algo más serio, lo que los directivos de la compañía ya venían viendo como el causante de la fuga de usuarios hacia otras aplicaciones de cita.
“La gente no se enfoca en ese tipo de historias”, dijo el director financiero de MatchGroup, Gary Swidler, en relación a que a varios usuarios de Tinder han conseguido parejas estables y se han casado, a pesar de que ello no está presente en el ideario. “Queremos salir y tratar de cambiar esa narrativa”, agregó en una conferencia en noviembre dada a los inversionistas de MatchGroup.
En el 2022, la compañía cerró con pérdidas significativas en bolsa de hasta un 70%, cuando estaba en el top S&P 500, índice en el que cotizan unas 500 empresas más importantes de EE.UU.
A pesar de que Tinder goza de 11,1 millones de suscriptores pagos (frente a los 70 millones de descargas gratuitas), superando con creces a los 2,1 millones de la app de citas Bumble y el 1 millón de su homóloga Hinge, la tasa de crecimiento de usuario pagos en Tinder se ha ralentizado mientras que en sus competidores ha sucedido lo contrario.
Cabe destacar que las suscripciones mensuales pagas y servicios a la carta en Tinder rondan los US$ 22 por Tinder Gold (3988,29 pesos argentinos) y los US$ 30 por Tinder Plus (5438,58 pesos argentinos) que incluye un boost, es decir, ser uno de los perfiles top en tu zona durante 30 minutos, rewinds ilimitados –deshacer tu ‘me gusta’ cuando deslizas a la derecha–, y descubrir quién te ha dado ‘superlike o me gusta’, entre otros. Los valores mensuales de Tinder no son muy caros, en comparación con Harmony, (US$ 60), y Match.com (US$ 42)
Es importante recalcar que en la versión gratuita, un usuario puede ponerse en contacto con otro cuando hubo un ‘matcheo’, esto quiere decir que ambos se dieron ‘me gusta’ deslizando su perfil hacia la derecha con el dedo.
“Ha habido un cambio en la demografía de los jóvenes de 18 a 28 años, con los Millennials que adoptaron Tinder desde el principio siendo eliminados de esta cohorte por Gen Zers... El hecho de que el crecimiento de los pagadores se haya ralentizado es materialmente probable sugiere que su grupo demográfico objetivo no está viendo tanto valor de la plataforma como hace cinco o 10 años”, dijeron los analistas de UBS, sociedad suiza de servicios financieros, a sus clientes durante el mes pasado.
Por su parte, tanto en Bumble como en Hinge, aplicaciones de citas que compiten con Tinder, si bien son servicios únicamente pagos, han presentado un alza significativa de registro de nuevos usuarios. Mientras que en Bumble las mujeres gozan del control porque solo ellas inician una conversación, Hinge dispone de encuestas, indicaciones en video y notas de voz que permiten a los usuarios develar su personalidad por sobre una ‘cara bonita’ como en Tinder.
“Estamos en un territorio desconocido” cuando se trata de Tinder y otros, dice Justin García, científico investigador del Instituto Kinsey de Investigación en Sexo, Género y Reproducción de la Universidad de Indiana, y agrega que “Ha habido dos transiciones importantes en el apareamiento heterosexual en los últimos cuatro millones de años (…) La primera fue hace unos 10.000 o 15.000 años, en la revolución agrícola, cuando nos volvimos menos migratorios y más asentados”, lo cual llevo al establecimiento del matrimonio como contrato cultural.
Por tanto, el paradigma familiar está cambiando con el surgimiento de nuevos contratos sociales como el poliamor, el intercambio de parejas, la extinción de la seducción y la moda del sexo libre, aunque la mayoría de los hogares aún se erigen desde cimientos de monogamia y parejas estables, tendencia que está generando la huida en masa de 'tinderos' hacia otras app más serias.
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