Este 20/03 llegó otra remake de Blancanieves, sumándose a la larga lista de adaptaciones de Disney. Pero, ¿por qué Disney dejó de apostar por las historias nuevas y se metió de lleno en las secuelas y en las reversiones? Veamos cómo pasamos de hacer historias originales a una fórmula repetitiva que parece más negocio que creatividad.
PREFIERE NO ARRIESGAR
Disney y su obsesión por los remakes: ¿Por qué ya no hacen más películas originales?
Hace más de 10 años, Disney sigue apostando por los remakes como el de 'Blancanieves', dejando de lado la creatividad para garantizar el negocio. ¿Hasta cuándo?
El regreso de Blancanieves: ¿otra remake más?
Blancanieves versión live-action (la nueva película con Rachel Zegler de protagonista y Gal Gadot como la malvada madrastra), y próximamente Lilo y Stitch, se suman a la larga lista de remakes, pero ¿de verdad necesitamos otra adaptación de una historia que ya vimos otras veces? Pareciera que Disney está empeñado en seguir dándole vuelta a lo mismo.
Desde el boom de remakes que arrancó con Alicia en el País de las Maravillas en 2010, Disney no paró más: La Cenicienta (2015), El libro de la selva (2016), La bella y la bestia (2017) y El rey león (2019) fueron solo algunas de las adaptaciones que inundaron las salas. Y no es que hayan sido malas, pero... ¿cuántas veces vamos a ver el mismo cuento? Además, no es solo la historia la que se repite: cada remake parece seguir una receta tan exacta que hasta los mismos personajes tienen la misma actitud, los mismos diálogos, con una vuelta de tuerca mínima, pero nada más.
Con la remasterización de los clásicos animados, Disney tiene asegurado un público que ya conoce a los personajes. El merchandising sigue siendo fuerte, los seguidores ya están enamorados de la estética y las historias. Sin embargo, ¿qué pasa con la frescura que tenían esas pelis cuando eran originales? Cada vez es más difícil sorprender a alguien cuando ya sabés lo que te van a ofrecer.
¿Y qué pasa con las críticas? Es cierto que algunas versiones gustaron más que otras, pero los seguidores más hardcore de Disney suelen tener opiniones divididas. A veces, las expectativas son tan altas que, aunque el trabajo de los actores sea increíble o los efectos visuales asombrosos, lo que queda al final es una sensación de "¿Para qué? ¿Si ya vi esto antes?". Y con Blancanieves, parece que la historia se repite: los fanáticos más tradicionales dicen que les falta la magia de la original, y los que buscan algo distinto quedan medio desilusionados.
El negocio antes que la creatividad
Lo que está claro es que Disney hace tiempo dejó de ser una máquina de creatividad y se transformó en una máquina de hacer plata. A lo largo de los últimos años, la mayoría de sus lanzamientos fueron secuelas o remakes. ¿Qué mejor que volver a lo seguro, no? La fórmula de las secuelas está probada, tiene una base de fanáticos que siguen con ganas de ver qué pasa con sus personajes favoritos. Y si no nos creen, basta con mirar los números: Frozen 2 recaudó más de 1.400 millones de dólares, Toy Story 4 hizo lo propio con más de mil millones. ¡Ni hablar de Avengers: Endgame!
Pero lo que sucede es que, en la carrera por asegurar el éxito, Disney se olvidó de arriesgar un poco más. Las películas originales, como Soul o Luca, aunque fueron bien recibidas por la crítica, no tuvieron el mismo impacto en la taquilla. A pesar de su calidad, no lograron llenar las salas como las secuelas de las franquicias más populares. Lo que nos lleva a pensar: si todo lo que Disney hace está basado en cosas que ya conocemos, ¿realmente le queda algo nuevo para ofrecer?
A lo largo de los años, la gran apuesta de Disney cambió de rumbo. Ahora el foco está más en las plataformas de streaming que en el cine, con Disney+ como la estrella del momento. Claro, la gente sigue pagando la suscripción para ver todos esos títulos reciclados y las series de personajes que ya amaban. Pero, ¿qué pasa con las historias frescas que antes nos tenían enganchados? Ya no parecen ser la prioridad. Y esto es algo que no solo le pasa a Disney, sino también a otros estudios que prefieren ir a lo seguro con secuelas, reboots y remakes. El problema es que si esto sigue, vamos a terminar viendo una película de Aladín 5 o una secuela de La sirenita... ¡y ahí sí que la nostalgia ya no alcanza!
Es difícil no ver que la máquina de hacer remakes y secuelas tiene sus días contados, aunque Disney siga facturando con cada estreno. Lo que está en juego es si van a poder recuperar la magia de antes, cuando las historias no dependían de lo que ya conocíamos, sino de lo que podían crear. ¿El futuro de Disney? Todo indica que va a estar lleno de secuelas y remakes, pero ojalá la creatividad no se quede en el olvido. O por lo menos, que no dejen de sorprendernos con algo nuevo.
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