Tras el mínimo histórico del peso de Brasil, el real, justo una semana antes de Navidad, aún continúa creciendo la desconfianza de los inversores en el actual plan fiscal de Luiz Inacio Lula da Silva.
GESTIÓN LULA
Brasil con la carga fiscal más alta de Latam
Actualmente los impuestos en Brasil representan el 33% del PBI: la carga fiscal más alta en Latinoamérica. Crece la desconfianza en el plan económico de Lula, y a la par, la especulación financiera.
A esta desconfianza se agrega la carga fiscal brasilera, que es del 33% del PIB (Producto Interno Bruto), lo que equivale a 11,7 puntos porcentuales más que el promedio de la región (21,5%), liderando la del Cono Sur.
Claramente esta gran carga tributaria de Brasil se enmarca de lleno en el actual modelo económico del estado de Bienestar, el que pregona la gestión de Lula y el Partido de los Trabalhadores. Esta política de Estado está favor de intervenir en la economía, para regularla, y acumular dinero del fisco para luego redistribuirlo en asistencialismo y en entidades al servicio del pueblo.
En esa línea, un análisis del IFI (Institución Fiscal Independiente), organismo del Senado, señaló que Brasil tiene una alta carga tributaria debido a su gasto social y a sus políticas de asistencialismo.
De hecho, el gasto social representa entre el 50% y el 70% de la carga fiscal en los países de la OCDE, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), una organización internacional que asesora a los países para mejorar sus políticas públicas y que ha sacado a la luz que Brasil tiene la carga fiscal más alta de Latam.
Pero en Brasil, este rondaría el 60%, según la IFI del Senado brasilero, aunque este dato estadístico es cuestionable.
Tal es así que, un estudio del IBPT (Instituto Brasileño de Planificación y Tributación), cuestiona la calidad de este dato, exponiendo que Brasil tiene el IDH (índice de desarrollo humano) más bajo entre los 30 países con mayor carga. Como resultado, ocupa el último lugar en el índice de retorno del bienestar a la sociedad calculado por la institución.
A ello se refiere el presidente ejecutivo de la entidad, João Eloi Olenike, que dijo que el nivel de tributación en Brasil, entonces, no es compatible con el rendimiento que recibe el ciudadano. Por tanto, desmiente por completo la cifra del gasto social que asegura el IFI del Senado.
Según sus palabras, el país podría tener más equilibrio con tasas más bajas y el mismo nivel de ingresos: sería necesario reducir los beneficios fiscales, la informalidad en empresas y combatir la evasión fiscal, repartiendo más la carga entre todos.
Brasil lidera la región en carga tributaria
Un estudio publicado a principios de este año por varios organismos multilaterales expuso a Brasil como el país con más carga tributaria entre las 26 economías latinoamericanas -en 2022-, seguido de Barbados (30,5%) y Argentina (29,6%).
El valor está en la cima del promedio de la región (21,5%), compuesta por países con un nivel de ingreso similar, pero una estructura de servicios públicos más restringida.
Asimismo, se acerca al promedio de la OCDE (34%), una de las entidades responsables del documento, y que reúne a varias economías con mayores niveles de ingresos y servicios de mejor calidad.
En ese sentido, según señala el informe, Brasil está por encima del promedio latinoamericano en todos los aspectos: impuestos sobre la renta, ganancias, propiedad, bienes y servicios, nómina y aquellos destinados a la seguridad social.
Con respecto a los impuestos en bienes y servicios, objetivo de la reforma tributaria en Brasil que se regula este año, el peso es del 13,7% del PIB, situándose el promedio tanto en América Latina como en la OCDE entre el 10% y el 11%. En términos del diario Folha, la reforma de Lula podría hacer que esto no crezca aun más.
"Las cifras indican un aumento de la carga tributaria en varios países en las últimas décadas. Desde 1990, se ha producido un aumento de 6,9 puntos porcentuales en América Latina y de 5,5 puntos en Brasil, donde parte del crecimiento se debe al fin del 'impuesto inflacionario' tras el Plan Real . Entre los países de la OCDE, donde el porcentaje ya era mayor, la carga aumentó 3,2 puntos porcentuales en el mismo período", asegura el medio Folha, que accedió al informe estadístico del OECD.
En relación a ello, Pedro Paulo Bastos, profesor del Instituto de Economía de la Unicamp, asevera que el problema no radica en las políticas del gasto público de la Izquierda, sino más bien, en la "naturaleza regresiva", respaldada por impuestos indirectos, que afectan comparativamente más a los ingresos bajos. Por ejemplo, el impuesto sobre una naranja es mayor, proporcionalmente, a los ingresos de una persona pobre que a los ingresos de una persona rica.
Bastos argumenta ello con los datos de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), organismo de las Naciones Unidas, que muestra una caída del 23% en la desigualdad medida por el Índice de Gini en los países de la OCDE debido a la política fiscal (impuestos y transferencias). En Brasil, con una carga similar, la reducción es del 16,4%. En promedio para América Latina, con un Estado más pequeño, la caída es sólo del 9%.
Según su perspectiva, la reducción de los impuestos al consumo y la mayor tributación sobre la renta y los activos permitirían aumentar la carga financiada por el 1% o el 0,1% con mayores ingresos, ampliando las políticas públicas.
El real por la cornisa y la incrediludad de los inversores
Como reveló Urgente24, el presidente Lula volvió al ruedo tras su cirugía cerebral y para 'sujetar' al peso brasilero, al filo de la devaluación. Previo a la Navidad el Banco Central de Brasil tuvo que vender u$s8.000 millones para frenar la caída histórica del real.
El presidente brasilero Luiz Inácio Lula da Silva, a pocos días de su cirugía cerebral por un hematoma, tomó su cetro de mando y volvió al Palacio de Alvorada frente a la caída estrepitosa del real.
En medio de este contexto cambiario donde la moneda brasilera sigue perdiendo valor, tocando un mínimo histórico y debilitándose un 21 % frente al dólar, el Banco Central de Brasil (BC) no tuvo más remedio que vender u$s8.000 millones para evitar una mayor depredación del peso.
Desde mediados de noviembre, ante un dólar que superó los 6 reales -histórico- y en medio de la elevada carga fiscal, definitivamente la economía de Brasil viene de "mal en peor".
En aquel momento, el ministro de Economía de Lula, Fernando Haddad, anunció un paquete de medidas que incluyen restricciones al aumento del salario mínimo, límites a las remuneraciones altas de empleados públicos y mayores impuestos para quienes perciban ingresos superiores a 50.000 reales mensuales.
Del mismo modo, el Gobierno decidió eximir del impuesto sobre la renta a los salarios inferiores a 5.000 reales mensuales. Ante ello, en una conferencia de prensa, Haddad afirmó que elevar el umbral de exención para quienes ganan hasta 5.000 reales mensuales tendría un impacto fiscal estimado en 35.000 millones de reales (5.890 millones de dólares), pero intento calmar las aguas, para los operadores e inversores, al decor que no necesitarían alarmarse porque sería compensado con medidas adicionales.
Por su parte, a mediados de diciembre, para poder volantear en cuanto al elevado gasto fiscal, la Cámara aprobó la reforma tributaria impulsada por Lula, que propone crear tres impuestos (federal, regional y municipal) sobre el consumo, en lugar de los cinco, para aliviar de alguna manera la altísima carga fiscal.
Tal reforma tributaria establece una política especial para productos perjudiciales para la salud, como gaseosas y bebidas alcohólicas, que tendrán una tasa más alta.
La propuesta es un tipo de impuesto selectivo que dictamina que algunos medicamentos y alimentos, como la carne, quedarán exentos de impuestos. Esta reforma repercutirá en la economía de los brasileros, ya que, por primera vez en la historia del país, del Impuesto al Valor Agregado (IVA) será el más alto del mundo, del 27,1%.
Además, incluye la carne en la canasta básica, desgravada de impuestos.
Sin embargo, la reforma tributaria no incluye algunos de los puntos centrales del paquete fiscal, como el límite al salario mínimo real y los cambios en el BPC (Beneficio de Pago Continuo).
Aunque sí trae a la palestra otras disposiciones relevantes, como la posibilidad de bloquear al 15% de las enmiendas parlamentarias para cumplir con los límites del marco fiscal.
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