La filtración de miles de documentos con clasificación de seguridad 'Alta', archivados en los servidores del Estado Mayor Conjunto de las FFAA de Chile amenazan con traer consecuencias que van mucho más allá del relevo del hasta ahora jefe del organismo militar trasandino General Guillermo Paiva.
INESPERADO
Hackers, aviones y radares: Chile vs. Argentina
Berreta afirmar que la Argentina "no tiene hipótesis de conflicto", ni siquiera con Chile. El mundo es como es y no como creemos que es.
Al igual de lo que ocurre en la Argentina, Chile cuenta con tres fuerzas armadas, Ejército, Fuerza Aérea y Armada. Se le agrega una policía militarizada a nivel nacional conocida como “Carabineros”.
También tal como ocurre de este lado de la Cordillera existe una estructura conjunta denominada precisamente Estado Mayor Conjunto. No obstante, sus funciones son más bien de asesoramiento al poder político y no de superioridad efectiva sobre las fuerzas de tierra, mar y aire, tal como ocurre en la Argentina.
En las últimas horas, una operación de hackeo masivo a los servidores del organismo militar conjunto trasandino puso en alerta a las máximas autoridades políticas de Chile dado que la cantidad y calidad del material ahora al alcance de cualquier agencia gubernamental del mundo no solo ha dejado al descubierto los secretos mejor guardados de la defensa chilena sino que, además, revelan en forma lapidaria consideraciones bastante poco amistosas del alto mando militar de chileno especialmente hacía la República Argentina.
De los cientos de terabytes de data dura ahora esparcidos por aire, al menos 27 documentos o e-mails han llegado a diferentes agencias gubernamentales argentinas y a unos pocos medios de información según dan cuenta los especialistas en materia de defensa consultados.
Mirando al cielo
Hace algunas semanas atrás, el ministro de Defensa, Jorge Taiana, dijo “si uno mira al cielo puede ver los pájaros, bueno ahora estamos mirando al cielo”. El funcionario eligió la metáfora para confirmar la detección de al menos 5 vuelos irregulares que procedentes de Chile violaron el espacio aéreo argentino.
Las detecciones fueron posible gracias al recientemente inaugurado radar de vigilancia y control aéreo RPA 170 M, emplazado en Rio Grande, Tierra del Fuego.
A pesar de las reiteradas desmentidas trasandinas finalmente se comprobó que los vuelos existieron, si bien no fueron aeronaves militares sino helicópteros privados.
“La actividad del radar argentino en Rio Grande debe ser neutralizada lo antes posible ”, indica uno de los documentos confidenciales filtrados, en obvia demostración de la molestia que causa del otro lado de la Cordillera cualquier iniciativa argentina en materia de contralor soberano.
La palabra del General
Más reciente en el tiempo que la metáfora de Taiana fueron las múltiples declaraciones de la máxima autoridad militar argentina. El teniente general Juan Martín Paleo expuso en varios medios locales acerca del sistema de defensa argentino implementado de acuerdo con la nueva DEMIL (Directiva Estratégica Militar) llamado “Multicapas”, con la clara intención de afianzar una defensa creíble de los espacios aéreo, marítimo y terrestre.
Paleo también se refirió a las bondades del Fondo para la Defensa (Fondef) y al lanzamiento de un plan de compras de municiones con un horizonte de varios años. No faltaron en las precisiones del militar referencias a
- la adquisición de aviones de combate para la FAA,
- la recuperación de la capacidad submarina de la Armada y
- la concreción final de la compra de vehículos blindado a oruga para el Ejército Argentino.
Esta incipiente intención de recuperación de capacidades militares argentinas encendió luces amarillas en el tablero estratégico chileno. Los altos mandos chilenos en otro de los documentos expuestos elevan la ponderación sobre “la amenaza militar argentina al rango Medio” luego de varios años de considerar a los “hermanos argentinos” como militarmente de riesgo Bajo.
"Argentinos mataré, Bolivianos comeré, Peruanos degollaré"
La escalofriante frase forma parte de una canción motivacional que hasta hace unos años entonaban los comandos de la infantería de marina chilena cuando entrenaban trotando por las playas de Viña del Mar, hasta que sorprendidos turistas argentinos grabaron la escena con sus celulares y, si bien rodaron cabezas a modo de disculpas, un almirante de Chile reconoció a este cronista:
Confesión tan brutal como honesta y, por cierto, realista.
La documentación secreta 'ventilada' da acabada cuenta que el 90% de las referencias a países de la región se relaciona precisamente con los vecinos con los que Chile comparte fronteras.
El dossier militar expuesto no escatima detalles sobre las preocupaciones que los uniformados trasandinos tienen acerca de
- la política antártica argentina,
- la anunciada potenciación de Tierra del Fuego como polo logístico antártico,
- la actividad Mapuche en la Patagonia,
- la cuestión Malvinas,
- el Canal de Beagle y el Estrecho de Magallanes,
- las patrullas combinadas de control y protección SAR, y
- al menos una veintena de otros “factores de preocupación” adicionales.
Presidente meterete
Un párrafo aparte merece el pormenorizado análisis trasandino de la personalidad y costumbres del presidente Alberto Fernández, a quien sin eufemismos se lo señala como muy amigo de inmiscuirse en cuestiones internas de los países de la región y en particular de los limítrofes.
Medio en broma, medio en serio, diversos analistas de la Cancillería argentina especulaban por estas horas sobre la dificultad que tendrían los embajadores chilenos acreditados en los países de la región para mirar a los ojos a sus pares, no por lo que eventualmente los militares de Chile han escrito sino por no haber sido capaces de resguardar la información obtenida y las conclusiones producidas.
Pantalones bajos
Los países, al igual que las personas, tienen una vida pública, una doméstica y una reservada a la más estricta intimidad.
Lo grave del caso chileno no es que sus fuerzas armadas produzcan información en resguardo de los intereses de su país porque eso es tan normal y habitual como lo es para un ser humano ir en algún momento del día al sanitario.
Lo bochornoso en uno y otro caso es ser sorprendido por miles de testigos con los pantalones bajos.
En el mundo se sabe que la función de un agregado militar extranjero no consiste sólo en fomentar vínculos de camaradería con los pares anfitriones sino también la de reportar cualquier cuestión militar del país en el que se encuentra y que pueda ser de interés para sus superiores.
En Argentina, por ejemplo, el control y coordinación de las actividades de los agregados militares extranjeros se encuentra a cargo de los jefes de inteligencia de cada una de las fuerzas. Ayer nomás (23/09) un evento que congregó a una decena de agregados navales en la bicentenaria Escuela Nacional de Náutica y en la Escuela de Ciencias del Mar fue seguido de cerca por el Director de Inteligencia de la Armada sin que ello horrorice a nadie.
Dentro de las tres ramas de la inteligencia local, una se ocupa exclusivamente de la inteligencia estratégica militar.
Desde un céntrico 9no. piso, muy cerca del Teatro Colón, la DINIEM (Dirección Nacional de Inteligencia Estratégica Militar) produce a diario copiosa información sobre el entorno exterior del país y monitorea de cerca cualquier acontecimiento social, político o militar de la región y el mundo con el lícito propósito de alertar al poder político de alguna contingencia que debiera ser mirada con atención por parte de las autoridades nacionales.
La falsa hipótesis de la no hipótesis
Luego de que se aquieten los sentimientos de sorpresa, indignación, enojo y todo otro síntoma propio del descubrimiento de lo que piensan de nosotros nuestros vecinos, deberíamos llegar a la conclusión de que todo lo hemos leído y lo mucho que nos falta leer no es ni bueno ni malo en sí mismo solo es la realidad y, parafraseando al poeta Antonio Machado cantado por Juan Manuel Serrat, nunca es triste la verdad lo que no tiene es remedio.
Lo que sí es triste –por no decir tristísimo- es el empecinamiento de la dirigencia política vernácula por sostener torpemente que “Argentina no tiene hipótesis de conflicto”, tal como si eso nos hiciera o mejores o más maduros o más sabios que el resto del mundo.
En buena hora si el hackeo a nuestros hermanos (dicho sin eufemismo ni sorna lo de 'hermanos') sirve para que, de una vez por todas, se entienda que vivimos en un mundo donde existen tensiones, intereses a veces compartidos y otras contrapuestos, apetencias, engaños, traiciones, necesidades y tantas otras cosas que pueden hacer que un aliado, un socio y hasta –¿por qué no?- un hermano se transforme en una amenaza o, al menos, en un conflicto.
De la mano de la inexistencia de la hipótesis de conflicto, vino la desinversión en materia de defensa, el achicamiento de las fuerzas armadas, el cierre de unidades, la obsolescencia del material, la merma en el adiestramiento del personal, la reducción de horas de vuelo, de navegación o de campaña y otra larga lista de “podas” castrenses que hasta llevaron a mas de un político de fuste a plantearse “si no tenemos hipótesis de conflicto ¿para que queremos mantener fuerzas armadas, terminan siendo un gasto inútil?”.
Nadie vota en alta mar, no hay militancia en los cielos y los confines de la patria están tan desiertos que no hace falta llegar con planes sociales y menos con dádivas electorales.
No obstante, son tanto o más apetecibles para muchos que la coqueta Ciudad de Buenos Aires con sus helechos con luz, que la docta Córdoba o que la convulsionada Rosario.
Es improbable -por no decir imposible- vislumbrar un conflicto armado con cualquiera de nuestros vecinos. Hoy los buques de las Armadas de Chile y Argentina no se enfrentan en los mares del sur, los navegan juntos en resguardo de la vida humana. Las tropas extranjeras que entran al país o las propias que desembarcan en tierra extranjera lo hacen solo para realizar ejercicios conjuntos o para contribuir al sublime mandato de la ONU en materia de mantenimiento de la paz.
Eso no quita que un remoto servidor ubicado en alguna lejana central de inteligencia alguien que no cerró bien la puerta de la ciberseguridad nos haga ver que el mundo es como es y no como creemos que es.
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