CÓRDOBA. El gobernador electo de Córdoba, Martín Llaryora, dejó a la oposición local en un virtual nocaut de cara al periodo que asumirá el próximo 10 de diciembre. Además de los diferentes fracasos electorales que Juntos por el Cambio sufrió en la provincia mediterránea durante 2023, la nueva ola del PJ cordobés se encargó de sumarle una nueva mancha en materia de táctica política.
ESTRATEGIA
Martín Llaryora deja nocaut a JxC, que pende de un hilo
Martín Llaryora logró destrabar un acuerdo legislativo con el ala dura del PRO, que se aleja de los restos de la coalición opositora.
Esa nueva derrota tuvo lugar en la Legislatura cordobesa, donde Llaryora pudo exhibir su cintura para poder empezar a destrabar acuerdos clave. Uno de ellos, con el PRO.
Durante la maratónica sesión que incluyó un paquete de medidas económicas, electorales y políticas, Llaryora pudo demostrar el entendimiento con al menos cuatro bancas que solían responder directamente a Juntos por el Cambio. Pero que, a partir del nuevo escenario, ya practican una alianza con el oficialismo cordobés.
Con cuatro votos del PRO y uno del radicalismo, sumado a los propios (49 en total), Llaryora pudo destrabar el paquete de medidas que le permitirá comenzar en control su gobernación. En zona de debilidad quedaron los 12 votos opositores, incluidos los de la izquierda y el vecinalismo.
Si bien el esquema legislativo de Córdoba cambiará en los próximos días por recambio, en Juntos por el Cambio reina la preocupación. Lo único positivo que dejó la elección provincial fue la paridad en la Legislatura, que ahora podría estar en jaque.
En ese orden, la principal preocupación es que Llaryora tenga asegurada la continuidad del acuerdo con las bancas del PRO, generando un desbalance en favor del Ejecutivo provincial. Y hay un síntoma muy claro que dejaría en evidencia eso.
En las últimas horas, el PJ cordobés confirmó la inclusión de Pedro Dellarossa como Ministro de Industria al gabinete llaryorista. El ex intendente de Marcos Juárez y hombre cercano a Macri tendrá su primera experiencia como funcionario provincial, en coincidencia con el presunto y silencioso pacto legislativo con el PRO.
Como Dellarossa, en los próximos días y más cerca del traspaso del poder, se podrían confirmar aún más nombres del PRO en puestos clave de la provincia. Algo que Llaryora anticipó en su campaña cuando invitó a un gobierno abierto, al que llamó “partido cordobés”.
Un antecedente
La alquimia practicada por Llaryora en la Legislatura ya había tenido un antecedente. Se trata de la discusión por el juego online, que generó una interna destructiva en Juntos por el Cambio.
Justamente, ese proyecto del oficialismo provincial fue apoyado por parte del PRO y un dirigente del radicalismo, al igual que el paquete de medidas impulsado esta semana. Así, el PJ cordobés logró abrir una caja que, en coincidencia, Martín Llaryora tendrá a disposición en plenitud, ya que las compañías explotadoras de la actividad comenzaron sus actividades recién durante este mes.
Del otro lado, caos
La indisimulable lejanía del PRO con el resto de la coalición no solo se vive en el plano legislativo. Además, a nivel coalición, hace rato que las reuniones no incluyen la asistencia de dirigentes amarillos.
En ese orden, dirigentes del radicalismo, la Coalición Cívica y el Frente Cívico de Luis Juez han intentado sostener la unidad de lo que queda de una estructura muy golpeada. Con sucesivas reuniones, los principales dirigentes como el propio Juez, Rodrigo De Loredo, Mario Negri y Gregorio Hernández Maqueda hicieron el intento de reagrupar fuerzas y delinear el rumbo a seguir.
Al respecto, uno de los temas en los que se mostraron coordinados fueron las normas aprobadas por la Legislatura esta semana. Según los coalicionistas, la maniobra oficialista desnudó los mecanismos de control sobre el erario provincial y le dejó vía libre al nuevo gobernador para echar mano a necesidad.
Uno de los pocos representantes del PRO que aún se sostienen pegados a Juntos por el Cambio en Córdoba es Oscar Agost Carreño, presidente del partido amarillo en la provincia. No obstante, a partir de la división nacional del espacio porteño, la filial cordobesa quedó casi en “libertad de acción”, por lo que su participación no sería una disposición orgánica.
De esa manera, Juntos por el Cambio estaría viviendo los momentos más delicados en Córdoba, al igual que a nivel país. Con las tensiones rompiendo lo que alguna vez supo ser un tejido fuerte, parece cuestión de tiempo para que el último hilo termine de romperse.
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