CÓRDOBA. El viaje de Martín Llaryora y Juan Schiaretti a Medio Oriente fue un verdadero acierto a la hora de establecer una agenda post elecciones. Con el balotaje previsto, los dos líderes del PJ cordobés emprendieron viaje a tierras lejanas en busca de financiación para las obras interprovinciales entre Córdoba y Santa Fe.
LAZOS
Con Martín Llaryora lejos, el PJ Córdoba actúa por instinto
Martín Llaryora sigue en Medio Oriente y las definiciones por el balotaje se demoran. Sin embargo, casi toda la estructura del PJ ya tendría decisión.
Y más allá del éxito puntual que revistieron sendas misiones, los dos gobernadores cordobeses ganaron algo muy valioso: tiempo. Algo muy necesario a la hora de evaluar algún tipo de definición de cara a la decisión final del año.
En el caso de Juan Schiaretti, su último viaje diplomático como gobernador no cubriría mayores misterios. El mandatario saliente de Córdoba se mantendrá prescindente ante el balotaje entre Sergio Massa y Javier Milei, luego de una campaña en la que se mostró como contrapunto de ambos.
Por otro lado, Martín Llaryora si tendría más en juego. Por eso, y desde Medio Oriente, el gobernador entrante observa atentamente cómo se van acomodando las piezas en su provincia de cara al 19 de noviembre.
Posiblemente, la posición oficial de Llaryora acompañe a la de Schiaretti. Cubierto por el líder saliente, el nuevo mandatario cordobés intentará no faltarle el respeto a su votante, el mismo que rechazó en más del 80% a Massa y en más del 60% a Milei.
En ese sentido, el resultado en octubre fue una sorpresa para el llaryorismo, que esperaba otro orden de los factores. Con la victoria de Massa consumada, la necesidad de poder tener una perspectiva panorámica de la situación se incrementó.
Así las cosas, si bien no habría una bajada de línea formal, Llaryora daría libre albedrío a su espacio para decantarse individualmente por quien cada uno considere. Algo que favorecerá claramente a la propuesta oficialista simplemente por ser de signo peronista.
De hecho, con Llaryora lejos de la provincia, algunos dirigentes ya mostraron señales de empatía con la propuesta de Unión por la Patria a pesar del factor kirchnerista en ese espacio. Según entienden en el PJ Córdoba, Massa habla al menos el mismo idioma que ellos, a diferencia de los libertarios que resultan un experimento impredecible para los peronistas cordobeses.
En ese escenario de incertidumbre, la dirigencia llaryorista parece preferir por naturaleza la continuidad del status quo establecido hasta aquí. A lo sumo, ese panorama los dejaría en una nueva etapa de “enfrentamiento” con el Gobierno nacional para seguir sosteniendo el interés del votante anti K en Córdoba, que es mayoría amplia.
Con esa tendencia transcurriendo, también se comenzaron a ver incipientes conexiones entre el llaryorismo y algunos brazos del oficialismo nacional. El más reciente trascendido fue la reunión entre la secretaria de Prevención y Atención en Salud Comunitaria de la administración llaryorista, Liliana Montero, y Malena Galmarini.
Ambas mujeres compartieron una jornada de trabajo que fue hecha pública por la cordobesa. Algo que hasta hace muy poco estaba prohibido en el PJ cordobés, mientras duraba la campaña de Schiaretti.
Más lejos del círculo del nuevo gobernador, las conexiones con el oficialismo se han hecho más evidentes. Un ejemplo de ello fue la declaración de Natalia de la Sota, quien apoyó abiertamente a Massa de cara al balotaje.
Con todo eso transcurriendo, es posible que los acercamientos de funcionarios llaryoristas a Massa se vayan multiplicando y acercándose cada vez más al propio mandatario electo de Córdoba. Todo en el marco de una movida que posiblemente nunca tenga un sello oficial.
Antes del regreso de Llaryora a la provincia, el propio Sergio Massa tendrá la chance de estrechar más lazos personalmente. Estará en Córdoba el próximo lunes y encabezará un acto masivo en la cancha de General Paz Juniors, donde seguramente se exhiban aún más apoyos.
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