CÓRDOBA. El intendente de Córdoba, Martín Llaryora, es una de las figuras del oficialismo cordobés que mejor imagen tiene en la provincia. Su gestión, ordenada y orientada a buscar la eficiencia de una monstruosa estructura como la Municipalidad de Córdoba, lo puso rápidamente en un lugar de buena consideración entre los vecinos cordobeses, y más aún, entre los integrantes del PJ cordobés.
2023
A Martín Llaryora le estalló una guerra municipal en la cara
Martín Llaryora se enfrenta a las horas más difíciles de su gestión en materia política. Ni siquiera la pandemia se presentó tan amenazante como el SUOEM.
Todo eso lo llevó a ser considerado el heredero directo de Juan Schiaretti, a punto tal que el mismo Martín Llaryora admitió, tal vez apresuradamente, que intentará ser gobernador en 2023 con el apoyo del actual mandatario. Sin embargo, ese camino que pareció armónico incluso con una pandemia de por medio, se pondrá sinuoso a medida que se acerquen los tiempos de definición.
De hecho, ya lo está haciendo. El conflicto municipal que terminó de estallar hoy en Córdoba será, sin dudas, el escollo más difícil para el intendente Martín Llaryora, quién busca terminar entero su gestión para entregarse de lleno a la actividad proselitista.
El reclamo del Sindicato Único de Obreros y Empleados Municipales de Córdoba (SUOEM) se basa en el pedido de un aumento de más del 63% semestral (de mayo a noviembre), considerando el retraso de los salarios municipales que acusan padecer. Por supuesto, ese 63% es un número poco alcanzable para la Municipalidad, e incluso para el sector privado.
Planteada la disputa, hoy el secretario general del SUOEM, Rubén Daniele, le declaró la guerra a Martín Llaryora y prometió traerle problemas al intendente y a su sucesor. Todo justo antes de que pueda concretar su candidatura a gobernador.
Así, la prueba a la que el jefe municipal de Córdoba se enfrenta tiene varios frentes y es tan peligrosa como beneficiosa. En primer lugar, Martín Llaryora deberá encarar negociaciones con el SUOEM de Rubén Daniele, algo que no experimentó nunca.
En su anterior versión, el conflicto con el que inauguró su gestión fue apaciguado rápidamente, en parte, por la ausencia del gremialista, quién se caracteriza por ser más que combativo. “Le digo algo, intendente (Martín Llaryora). Las hicieron a todas para dividirnos: prebendas, sobornos, intimidación. Todo lo que hicieron estos años, les traigo una mala noticia señor intendente. Los municipales hoy estamos aquí más unidos y organizados que nunca para darle todas las batallas hasta las últimas consecuencias”, dijo Daniele en el mediodía cordobés ante miles de afiliados efervescentes.
Irónicamente, fue el propio Martín Llaryora el que "permitió" (políticamente hablando) la vuelta a la vida gremial a Rubén Daniele. El ya retirado empleado municipal obtuvo la posibilidad de volver al frente del SUOEM gracias a la propuesta del intendente que, hasta aquí, lo había mantenido como un cercano.
Ahora, con el tiro saliendo por la culata, Martín Llaryora tendrá el desafío de encarar una difícil negociación. Y fundamentalmente evitar la violencia que caracteriza al SUOEM.
“Les vamos a contar las costillas una por una. Nos vamos a quedar acá, defendiendo la Municipalidad, como lo hicimos toda la vida. Hoy nos están cagando el 30% del salario, con la mitad de lo que gastan en publicidad, podríamos tener el aumento”, disparó Daniele. Hace días, los trámites en Córdoba están paralizados.
Por otro lado, el intendente se pondrá a prueba ante su superior político, el gobernador que nunca negocia con “violentos”, y más importante aún, ante los vecinos de la ciudad. Allí se concentra el 40% del electorado cordobés, que ya vio cientos de veces la misma película, que termina con el microcentro sitiado y con sangre en las veredas.
El dinero reclamado no será posible de ser entregado (tendrían que desfinanciar obras), por lo que un acuerdo de sesión con el SUOEM no será posible, poniendo a prueba la imaginación municipal. Tampoco está entre las opciones convivir en guerra.
De su capacidad de resolución dependerá prácticamente su saco de candidato. Aunque de salir ileso, habrá mostrado los pergaminos suficientes como para encarar la responsabilidad de ser el tercer nombre que se candidatea por el PJ en 22 años.
La pregunta que se abre sobre el conflicto es: ¿Se trata de una consecuencia inflacionaria, o hay algo más por detrás? El recambio de poder político en el PJ de Córdoba será notorio a partir de 2023.
Con eso en cuenta, es inevitable pensar que la prueba a la que se enfrenta Martín Llaryora pueda tener que ver con la “vieja guardia”, esa misma que se inscribió en cientos de batallas gremiales a lo largo del tiempo, algo que el intendente cordobés nunca tuvo que sufrir en su carrera política. El “derecho de piso” puede no estar completamente abonado por el ex intendente de San Francisco, que tiene mucho por ganar, pero más aún por perder en esta historia.
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