HISTORIAS DE HITLER

Geli, Eva y Adolf, el triángulo en el 3er. Reich

Adolf Hitler sigue siendo tema de libros, películas, especulaciones y debates. en el flamante "Living with Hitler: Accounts of Hitler’s Household Staff" se tiene el testimonio de 3 personajes muy cercanos: Herbert Dohring, Anna Plaim y Karl Wilhelm Krause.

Berghof fue el lugar de descanso y 2da. residencia gubernamental de Adolf Hitler, ubicado en Obersalzberg, en los Alpes Bávaros cerca de Berchtesgaden, Alemania.

Berghof fue su refugio en 1924, al salir de prisión después del 'Putsch de Múnich', y Hitler se encariñó con el lugar, resultando su lugar de refugio durante la mayor parte de la 2da. Guerra, uno de los Cuarteles Generales del Führer.

Era una casa ubicada a entre los 900 y 1.000 metros de altura, inicialmente propiedad del ciudadano alemán Hans Wachenfeld, quien en 1924 se la alquiló a Hitler, en esos días ya un político con cierto renombre.

Hitler permaneció en Berghof mientras se reconstruía el NSDAP (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei o Partido Nacionalsocialista Alemán).

Más tarde, Hitler vivió entre Munich y Berghof. En 1932, con el dinero recibido por el éxito editorial que resultó su libro "Mein Kampf", Hitler compró la casa y mudó a su media hermana Angela Raubal para que la cuidara y fungiera como ama de llaves y administradora general.

Fue la residencia permanentemente desde 1936 de Eva Braun y su hermana Gretl Braun.

Desde que arribó a Berghof, Hitler se rodeó de asistentes personales que, contrariamente a lo que se cree, fue variando a lo largo de los años. El miembro más famoso de este equipo fue Elisabeth Kalhammer, la criada austríaca que rompió su silencio en 2014 desvelando algunos de los secretos más íntimos del líder nazi (entre ellos, que adoraba comer un pastel hecho con manzanas, pasas y nueces y que su bebida predilecta era el agua caliente).

Sin embargo, en el flamante "Living with Hitler: Accounts of Hitler’s Household Staff" se tiene el testimonio de 3 personajes muy cercanos a Hitler y a Berghof: Herbert Dohring, Anna Plaim y Karl Wilhelm Krause.

En principio, Berghof era una modesta casa alpina de madera común y corriente, bautizada como "Haus Wachenfeld".

Luego fue reconstruida, ampliada y remodelada entre 1934 y 1936, llegando a tener más de 30 cuartos. Sólo el ala-oeste de la casa original fue dejada original.

"Hasta la inauguración, el 8 de julio de 1936, se construyeron una nueva ala principal, que integraba la antigua casa de campo, y varios edificios adyacentes", explica Heike B. Görtemaker en "Eva Braun, una vida con Adolf Hitler".

Albert Speer (arquitecto del Reich) afirmó que los cambios fueron diseñados "a partir de esbozos de Hitler" y que a él nadie le pidió consejo.

La primera planta fue destinada al dormitorio de Hitler y de Eva Braun, una amplia sala de estar con un gran ventanal, donde el dueño de casa veía películas a gusto, con una estética más familiar que gubernamental, a la medida de Hitler.

Durante los primeros años, el Berghof fue el refugio vacacional de Hitler. Sin embargo, esto cambió después de que alcanzara el poder.

A partir de entonces todo cambió. Los alemanes llegaban a conocer la casa de Hitler, y no lo dejaban en paz.

Al principio, la continua llegada de curiosos fue usada por la propaganda germana para fomentar la idea de que el Führer era un hombre cercano y accesible. Pero, al final, él terminó tan harto de que cientos de personas mirasen su vivienda desde la verja, que acabó recurriendo a medidas más drásticas.

"A partir de 1935 se procedió a acordonar todo el Obersalzbeg. Por encargo de Hitler, Martin Bormann obligó al resto de los propietarios de casas y posadas de la región, declarada de un día para otro “zona protegida del Führer”, a verdérselas al NSDAP", según Görtemaker.

Poco a poco, el régimen nazi se hizo con el control de toda la región, derrumbó las viviendas y ordenó levantar una valla para aislar al líder y asu plana mayor.

Aquel fue el momento en el que la residencia pasó a convertirse en complejo de viviendas formado por cuarteles, sedes de múltiples administraciones, residencias de jerarcas, etc. etc. etc. etc.

A la casa llegaron visitas como el canciller austríaco Kurt von Schuschnigg, y el 1er. Ministro británico Neville Chamberlain.

En Berghof sólo eran admitidos para tratar temas oficiales, Heinrich Himmler, Reinhard Heydrich, Joachim von Ribbentrop y Hans Heinrich Lammers, jefe de la Cancillería.

El círculo social íntimo eran los caseros, los fotógrafos personales Walter Frentz y Heinrich Hoffmann, los ayudantes Wilhelm Brückner y Fritz Weidemann, la familia Goebbels y los Speer. Según Wikipedia, nunca fue incluido Hermann Göring.

Herbert Dohring fue nombrado a cargo de Berghof, en 1935, donde su esposa ya trabajaba como cocinera.

En 1941 llegó como camarera Anna Plaim, quien tenía 20 años.

En Berghof, Hitler podía estar de entrecasa. Podía ser quien él quisiera. Así queda claro, al menos, en los testimonios de 3 de los criados que vivían en esa residencia, cuyos relatos provocaron el "Living with Hitler: Accounts of Hitler’s Household Staff".

El libro, que en español sería "Vivir con Hitler", incluye los testimonios de Dohring, quien estaba a cargo de la casa; Karl Wilhelm Krause, ayudante de cámara de Hitler, y Anna Plaim, la camarera.

Según Dohring, él entró al servicio de Hitler después de una entrevista de apenas 4 minutos en la que Hitler le dejó clara una norma: "Lo que sea que escuches y veas aquí no es asunto de nadie".

A partir de entonces, uno de los deberes principales de Krause fue cuidar de la indumentaria de Hitler. Y descubrió que el Führer odiaba la ropa nueva.

"Sus prendas de entrecasa estaban tan gastadas que ni siquiera un humilde oficinista las habría querido. El problema es que la gente me escribía para reprocharmelo, como si fuese mi culpa", recuerda en el libro.

En una ocasión él estaba tan cansado de que el líder nazi se pusiera la misma ropa una y otra vez, que pidió a un sastre que acudiera a la casa. El resultado fue un enojo terrible de Hitler.

Lo mismo le pasaba con las viejas botas altas. "No podía soportar separarse de ellas. Incluso cuando le pedí 3 pares nuevos, él siguió usando las mismas. Y siempre llevaba los mismos mocasines negros, que eran horribles. Era un terco. Durante años ignoró los zapatos marrones que había comprado para que se pusiera con sus trajes de color claro. Su comportamiento obsesivo llegaba al tope con las pajaritas, las cuales le tenían que atar en unos pocos seguidos."

Krause recuerda con horror la relación que Hitler tenía con sus calzoncillos. "A veces se los cambiaba3 o 4 veces en un día, y otras podía estar 3 días sin ponerse unos limpios".

En sus palabras, le terminó preocupando tanto la escasez de ropa interior del Führer que un día le pidió a una costurera que le hiciera unos nuevos exactamente iguales a los viejos. A continuación, los apiló entre los que se ponía siempre. "A la mañana siguiente, entró a mi habitación y me los tiró a los pies diciendo “Saca esto de mi cuarto. Son totalmente insoportables”. Para no tener que tirarlos, los usé durante varios días. Unas semanas después me di cuenta que Hitler se había quedado sin ropa interior limpia repentinamente. ¿Qué podía hacer? Aunque yo había usado sus calzoncillos, como estaban limpios se los preparé para la mañana siguiente... Para mi sorpresa, se los puso sin decir nada".

Por lo tanto, algunas conclusiones del libro son que el "verdadero" Adolf Hitler solía ofuscarse de forma enfermiza con el trabajo, podía pasarse 3 días sin cambiarse la ropa interior) y se volvía loco cuando alguien tardaba más de unos pocos segundos en colocarle bien un moño del tipo "pajarita", que a veces él utilizaba.

Sin embargo, y en contra del mito que se ha extendido, los testimonios recogidos en la obra coinciden que el líder nazi adoraba disfrutar de la compañía de las mujeres y mantenía relaciones sexuales con Eva Braun.

Hitler sentía gran atracción por las alemanas: "Puedo asegurar que Hitler no odiaba a las mujeres. Si veía a una actriz atractiva en una película o una obra de teatro, me pedía que se la presentase. Entre las actrices de cine que le gustaban especialmente eran Olga Tschechowa y Brigitte Horney. Solía invitar a muchas al teatro".

A su vez, solía mostrarse fascinado por las mujeres que veía: "¡Dios mío, qué hermosa es!", exclamaba.

Hitler solía darse la vuelta para seguir mirándolas una vez que el coche había pasado cerca: "Si estaba sentado cerca, me hacía moverme para seguir a la chica con su mirada. Muy a menudo, algún ayudante tenía que averiguar la dirección de la mujer. Después de eso, la invitaba a tomar un café, para que Hitler pudiera charlar con ella".

Herbert recibió el empleo en el remoto refugio en Berghof, en las montañas de Baviera, en 1935, donde su esposa ya trabajaba como cocinera.

Karl Wilhelm Krause, fue retirado de la armada alemana para convertirse en el ayudante de cámara de Hitler en 1934. Tan cerca estaba Krause de su jefe que lo llamaron "Sombra", e incluso después de que dejó su trabajo, 5 años después, sus amigos lo mantuvieron bien informado sobre la vida privada de Hitler.

Dohring y Krause murieron en 2001, mientras que Plaim todavía está viva, a los 98 años.

Dohring: "Un día de 1936, mi esposa Anna, que era la cocinera, dijo: "Escúchenme, habrá una jovencita rubia apareciendo. Ella es la novia de Adolf." Estaba totalmente perdido por las palabras. El público no tenía conocimiento del hecho de que Hitler tenía novia. Y siguió siendo una relación estrictamente secreta. En el Berghof, la regla era que nunca se hablaría de Eva Braun, ni de nadie. Y, desafortunadamente, eso significaba que nunca podríamos contratar personal nuevo."

Dohring relató: "Cuando vi a Eva por primera vez, ella estaba caminando arriba y abajo de la terraza con él. Ella era elegante pero pensé que parecía malhumorada. No mucho después, Hitler me pidió que fuera a su estudio en el último piso una noche para ayudarlo a catalogar documentos. Lo encontré en trance, totalmente perdido en sus pensamientos, mientras trabajaba en algunos planes. Entonces alguien tocó la puerta que conducía a su habitación, pero él no escuchó. El golpe se repitió y entonces entró Eva Braun. Ella caminó hacia Hitler y comenzó a hablar. Pero él perdió totalmente los estribos. "Siempre vienes cuando no quiero que me molesten. Seguramente debes ver que estoy metido hasta las rodillas en mi trabajo. No tengo tiempo para vos ahora." Eva se puso roja y parecía furiosa. Luego, con la cabeza en alto, salió. Hitler era un hombre extraño, tan lleno de contradicciones. Él podría ser benevolente, pero también podría ser completamente brutal."

Otro relato de Dohring: "Por las mañanas, si bajaba de su estudio tarareando una canción, él era bastante accesible e incluso agradable. Pero si silbaba, había que estar prevenido y tener cuidado. Todos tenían que apartarse de su camino y mantener la cabeza baja, incluida Eva. Esa pareja, en mi opinión, nunca habría ocurrido en circunstancias normales. Eva era una secretaria en un estudio fotográfico que frecuentaba Hitler, y su jefe arregló el asunto. Tal como solíamos decir en el ejército: 'Ese ancho se sirvió en bandeja de plata'. Después de que comenzaron a verse, Eva intentó suicidarse varias veces. Personalmente, creo que es por eso que Hitler sintió que no podía dejarla." [N. de la R.: En 1932, ella se pegó un tiro en el cuello, y 3 años más tarde tomó 35 pastillas para dormir.]

El relato sigue: "Él era una persona muy solitaria, en realidad. Mientras que Eva y sus invitados de fin de semana se dedicaban a alguna actividad de ocio, el Jefe, como yo lo llamé, estaba arriba, trabajando. Algunas veces él se quedaba trabajando en discursos hasta las 4:00 AM. Mi propia relación con Eva estaba bien. A veces me desafiaba a una competencia de tiros en el sótano, donde había una bolera. Solía ​ dejarla ganar. Sin embargo, ella siempre estaba haciendo cosas que me molestaban. La guerra condujo a todo tipo de escasez y medidas de austeridad, sin embargo, ella insistiría en tener lujos. Mientras que otras personas no tenían nada, ella estaba pidiendo sopa de tortuga, jugo de naranja recién exprimido y productos de confitería. Me molestó. Ella a menudo estaba aburrida. Para ella, la vida en Berghof era muy monótona, razón por la cual estaba tan malhumorada con Hitler. En el momento en que un hombre guapo entraba en la habitación, como Hermann Fegelein, un oficial de enlace en el equipo de Hitler, ella actuaba como si estuviera enamorada de él."

Pero en Berghof hubo otra mujer también, la sobrina de Hitler, Geli Raubal.

Dohring: "Mi esposa Anna llegó a conocerla porque Geli también tenía su propia habitación en el Berghof, antes de que se ampliara la casa. Era un dormitorio amueblado con sencillez en el último piso. Dentro había una cama de madera vieja, una silla y un armario de madera con una puerta con espejos, eso era todo. En 1931, Anna se dio cuenta de que Geli y Hitler estaban dando más paseos juntos que de costumbre. Un día, ella entró en la sala de estar y los encontró encerrados en un abrazo en el sofá. Anna solo cerró la puerta silenciosamente."

La tragedia: "Fue un shock terrible cuando Geli se suicidó ese septiembre en el departamento de Hitler en Munich. [N. de la R.: Ella había tenido una discusión con él a primera hora del día, cuando él le prohibió ir a Viena.] Él no fue a su funeral, pero unos días después alguien lo llevó en secreto a su tumba en Viena. Después de eso, él solo se encerró en su habitación en el Berghof durante una semana entera. Le dijo a mi esposa que quería pegarse un tiro. También se rehusaba a comer, aunque Anna finalmente lo convenció para que comiera un poco. Más tarde, la habitación de Geli se convirtió en la sala de regalos. Fue donde almacenamos todos los regalos que recibió Hitler, algunos de ellos muy valiosos. El hecho de que una vez había sido el dormitorio de su sobrina se convirtió en un secreto. Y cuando el Berghof fue renovado, Hitler ordenó que la habitación permaneciera intacta."

La residencia fue abandonada para siempre por Hitler el 16 de octubre de 1944 para ir a radicarse en el Wolfsschanze en Prusia Oriental y de allí a Berlín hasta su muerte en el Führerbunker. A ella solo volvieron sus secretarias y otros personajes de confianza para destruir toda la documentación privada de Hitler a fines de marzo de 1945.

El 25/04/1945, la casa sufrió el bombardeo de la Royal Air Force británica, además del incendio obra de las tropas de las SS en su retirada a principios de mayo. Finalmente fue saqueado el 4 de mayo, por las tropas aliadas al llegar a la zona y demolido mediante explosivos finalmente en 1953 siendo víctima las instalaciones de 1.181 toneladas de explosivos, para detener fuertes peregrinaciones de culto de turistas de todo el mundo quienes visitaban la antigua "Casa de Hitler".