La Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) decidió flexibilizar ciertos controles sobre las transacciones bancarias y billeteras virtuales, elevando considerablemente los montos que requieren reportes automáticos. No obstante, esta aparente relajación de la supervisión esconde una trampa que podría convertirse en el peor enemigo de cualquier usuario desprevenido: las palabras clave siguen siendo un imán para las investigaciones fiscales.
¡OJO!
ARCA no perdona: Las palabras que tenés que evitar sí o sí en tus transferencias
Con ARCA, el concepto de una transferencia puede pesar más que el monto. Una palabra mal usada basta para quedar bajo la lupa fiscal.
Mientras miles de argentinos celebraban internamente la noticia de que las transferencias ahora necesitarían superar los $50.000.000 para disparar alertas automáticas —una cifra exorbitante comparada con el millón de pesos anterior—, pocos repararon en el detalle más peligroso. El organismo que reemplazó a la ex AFIP mantiene intacto su arsenal de palabras prohibidas, esas que pueden transformar una simple broma entre amigos en un dolor de cabeza.
Imaginemos la situación: transferís dinero a tu hermano para que te pague las empanadas del domingo y, en un arranque de humor, escribís "compra de droga" en el concepto. Lo que comenzó como una ocurrencia graciosa puede terminar con funcionarios de ARCA y la Unidad de Información Financiera (UIF) revisando cada movimiento de tu cuenta bancaria con lupa.
Qué palabras pueden traerte problemas con ARCA
La lista de términos que funcionan como señales de alarma resulta tan extensa como preocupante. Vocablos como "asesinato", "homicidio", "secuestro", "tirador", "robo", "soborno", "delito", "fraude", "evasión", "prostitución", "hackeo" y "lavado" activan de manera inmediata protocolos de investigación que pueden prolongarse durante meses.
Este fenómeno revela una paradoja increíble del actual sistema financiero argentino. Por un lado, las autoridades reconocen implícitamente que perseguir cada transferencia de un millón de pesos resultaba desproporcionado e ineficiente, razón por la cual incrementaron el umbral. Pero a la vez, mantienen una vigilancia extrema sobre las palabras que los ciudadanos emplean para describir sus transacciones.
Las autoridades fiscales parecen asumir que, detrás de cada chiste o comentario sarcástico en una transferencia, se oculta una confesión de actividades ilícitas. Esta presunción de culpabilidad hasta demostrar lo contrario invierte los principios básicos del derecho y convierte cada transacción digital en un potencial campo minado.
Es por ello que la recomendación resulta clara. En la era digital, el humor puede salir caro. Por lo que mantener un perfil bajo, emplear descripciones neutras y olvidarse de las bromas en las transferencias se ha convertido en la nueva norma para prevenir inconvenientes.
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