Ya en un nuevo periodo directivo bajo el mando de Kelly Ortberg, Boeing enfrentó un nuevo traspié heredado de la gestión anterior con el retiro para revisión de al menos 895 aviones B787 ordenado por la Federal Aviation Administration (FAA) de Estados Unidos. El comando fue ejecutado luego de un serio incidente de uno de esos aviones operados por Latam en Australia en marzo.
Revisión crítica para los 787 Dreamliner.
En esa oportunidad, el vuelo de la aerolínea sudamericana conectaba a la ciudad de Sídney con la capital neozelandesa de Auckland cuando se produjo un descenso súbito e imprevisto que generó daños en los pasajeros y la tripulación. El evento causó al menos 50 ocupantes heridos y expuso al vuelo a una situación crítica.
Según las investigaciones avanzadas, el problema surgió por el accionamiento del asiento eléctrico del piloto de manera involuntaria. Eso llevó al comandante a empujar los comandos que terminaron provocando el descenso del avión.
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Para prevención, el organismo estadounidense ordenó a Boeing que intime a sus clientes a una inspección inmediata de los asientos del capitán y copiloto para detectar cualquier falla que pudiera generar una situación similar. Todo ello en un plazo de 30 días que generará nuevas pérdidas para las aerolíneas.
Boeing también demora el 777X
Además, Boeing tuvo que “congelar” momentáneamente su nuevo proyecto: el B777X. El nuevo avión de fuselaje ancho que constituye una esperanza financiera para la compañía de Estados Unidos fue detenido en su proceso de certificación en ese país por el descubrimiento de una falla en un soporte de uno de sus motores.
Según Boeing, el fallo se encontró mediante una inspección de rutina, que dio cuenta de un funcionamiento incorrecto de la pieza que debió ser retirada. Eso se repitió en al menos dos ejemplares, lo que paralizó el proceso de pruebas que la empresa llevaba adelante junto a funcionarios de la FAA.
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