En otra semana de locura de los argentinos -ahorristas, empresarios y políticos- corriendo del peso al dólar, el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner permanecen sin capacidad de reacción y, a juzgar por los dichos en los medios, ya no hay vuelta atrás.
DEL DÓLAR AL JUICIO POLÍTICO
Alberto Fernández en retirada: La renuncia copó los medios
Ni Alberto Fernández ni Cristina Kirchner toman decisiones frente a la crisis política que derivó en corrida cambiaria del peso al dólar.
Periodistas oficialistas, opositores, del centro, de abajo o de arriba. Todos, absolutamente todos, hablan de lo mismo:
Sin dólares en el BCRA, cepos que ya no funcionan y un enfrentamiento político en el Frente de Todos que luce sin retorno, la idea de la renuncia de Alberto Fernández copó los medios y el precio del dólar tiene otro competidor de impacto multidimensional que, a su vez, retroalimenta esa especulación institucional.
Mal que le pese al kirchnerismo, CFK detonó la delicada y crítica situación macroeconómica alzando la voz contra la Casa Rosada, desencadenando renuncias de funcionarios nacionales y una corrida impactante hacia el dólar. Tal como estaba previsto, la crisis adquirió dinámica propia y no hay anclas.
En la City porteña, en tanto, el artículo 88 de la Constitución Nacional, que implica la convocatoria a elecciones anticipadas, es una de las salidas y nadie teme a ello porque, en todo caso, no deja de ser una solución democrática, institucional y constitucional
De hecho, por lo bajo hay quienes piden que se aplique ya para terminar esta agonía y relanzar a la Argentina de manera ordenada. Eso aceleraría, por ejemplo, la venta de granos que el mundo necesita.
Juicio político contra Alberto Fernández y Cristina Kirchner
En tanto, el espacio Campo+Ciudad, que en el surgimiento estuvo ligado a la fundadora de la CC-ARI, Elisa Carrió, lanzaron una campaña en redes para que se pida juicio político tanto a Alberto Fernández como a Cristina Kirchner:
Sin dudas, eso sería mucho más traumático y generaría más problemas en la economía.
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De hecho, el periodista y amigo de Fernández, Ernesto Tenembaum, dijo en Perfil días atrás:
"Uno mira hacia atrás la campaña para que renuncie Martín Guzmán, en su momento, las burlas públicas contra Alberto Fernández, los insultos, las renuncias en masa, los gritos contra ministros delante del Presidente, la negativa a aceptar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque en momentos realmente claves y muy tensos.
Todo esto en el contexto de una situación realmente muy límite, para este o para cualquier gobierno del mundo, que es producto de la pandemia, la pospandemia, la inflación producto de la guerra en Ucrania, todo eso junto, cuando hay un proceso tan desleal desde adentro del Gobierno, uno tiene la obligación de preguntarse cuál es el objetivo.
Y por más que el objetivo del comienzo no haya sido desestabilizarlo para tomar el poder, llega un momento que un dirigente político de la talla y de la inteligencia de Cristina Kirchner debe parar y preguntarse qué es lo que quiere. Yo no sé si ella lo hizo o no, pero es evidente que ese proceso de desestabilización arrincona, debilita, hace añicos la autoridad de un presidente y, por lo tanto, genera efectos muy fuertes sobre la sociedad que a su vez debilitan más la autoridad.
Entonces, cuando uno junta los datos y ve que Cristina Kirchner es una mujer muy inteligente, muy intensa, con mucha experiencia política, y ve todo lo que hizo casi desde el día de la asunción hasta el día de hoy, es muy difícil no habilitar la hipótesis de que eso se trató de un plan de desestabilización.
Entonces, lo mínimo que uno tiene que decir como periodista es que esto es grave, que esto es inédito, que esto es un hecho realmente muy potente y me parece que tiene que haber un debate sobre eso".
Si Alberto Fernández renuncia, ¿ella se va también?
Imbéciles de Juntos por el Cambio instalaron en los últimos dos años que la idea de la vicepresidenta siempre fue buscar la renuncia del presidente para, entonces, quedar ella al mando. Es clave el aporte que hace Jorge Liotti desde La Nación, grupo de medios macrista:
Hoy suena lógico: le resultaría imposible manejar la situación desde el alto nivel de rechazo que genera en más de la mitad de la población y en la situación de endeblez judicial que ella misma transmitió en el video que difundió el lunes.
Acuerdo o colapso
"O se acuerda o se deja ocurrir el colapso. Hasta ahora, Argentina ha recurrido al colapso como un modo de dirimir una crisis", planteó el periodista Marcelo Longobardi en CNN Radio.
Alberto Fernández, ¿el nuevo Raúl Alfonsín o Fernando de la Rúa?
Con mucha más sutileza, el columnista de Clarín, Eduardo van der Kooy, planteó:
La crisis descomunal no está desnudando solamente la impotencia del Gobierno y la inviabilidad del Frente de Todos, la coalición oficial. Coloca en tela de juicio además un precepto que el peronismo supo espolear, ante el cual una mayoría de la sociedad se muestra permeable. Su condición de tabla salvadora en situaciones extremas. La capacidad para otorgar gobernabilidad a un país que, con frecuencia, resulta indomable para otros.
Aquel precepto se nutrió sobre todo del epílogo anticipado de Raúl Alfonsín y de la caída de Fernando de la Rúa. Mauricio Macri tuvo también una despedida traumática. Sin perder el control. El peronismo acostumbra acomodar la historia con recortes. Parecen tan válidos esos antecedentes como no olvidar lo ocurrido con la presidencia de Isabel Perón. Su poder detonado abrió paso a la sangrienta experiencia militar de 1976 (...).
Tendría frente a ella una dependencia emocional que reprochaba a otros en su época de opositor. La disyuntiva consiste en cómo sostener con volumen político esas metas que se propone. “A veces está desganado. A veces parece nocaut. Pero sale…”, describió uno de sus pocos feligreses.
El progreso de la crisis desnuda hasta el hueso los límites del sistema político. El Gobierno está fragmentado y es impotente. La oposición alerta aunque se acurruca para no ser vista como desestabilizadora. El Congreso dejó de funcionar. Apenas aprobó dos leyes en 2022, año no electoral. El gran peligro, que la Argentina conoce, es que la crisis se termine imponiendo con su fuerza natural y devastadora.
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