Hedy Lamarr fue una actriz de Hollywood que además de deslumbrar en la pantalla, también hoy se la reconoce por inventar la tecnología base del WiFi. En su vida hubo una mezcla explosiva de glamour, espionaje y ciencia: una mente brillante escondida tras el rostro de una estrella que cambió el mundo sin que casi nadie lo supiera.
LA INGENIERA MÁS BELLA DEL CINE
Hedy Lamarr: la diosa de Hollywood que inventó el WiFi sin que nadie se entere
Mientras brillaba como actriz, Hedy Lamarr creó un sistema de comunicación que luego inspiraría el WiFi. Una ingeniera escondida tras el glamour de Hollywood.
El escándalo europeo y Hollywood: Así nació Hedy Lamarr
Hedy Lamarr, nacida como Hedwig Eva Maria Kiesler en 1914, en Viena, Austria, creció rodeada por las partituras de piano de su mamá, que era concertista, y las charlas de ingeniería de su papá, que le explicaba cómo funcionaban los motores o las centrales eléctricas mientras caminaban por la ciudad. A los 12 ya había ganado un concurso de belleza, pero no se conformaba solo con eso: era una observadora nata, fascinada por el cómo y el por qué de las cosas.
A los 18 protagonizó la película checa Éxtasis, la cual fue un escándalo total: la mostraba a ella en la primera escena de la historia con orgasmos y desnudos frontales, algo impensado en los años ‘30. Lamarr aseguraría años más tarde que fue filmada con lentes largos sin su consentimiento y que se sintió traicionada por el director Gustav Machatý. Lo cierto es que la cinta fue premiada en Europa, pero prohibida en Alemania y Estados Unidos.
Fue ahí cuando apareció Friedrich Mandl, empresario de armamento, 15 años mayor, obsesionado con ella. Se casaron y Hedy terminó atrapada en un matrimonio de lujo, pero sin libertad. Mandl, que tenía vínculos con Benito Mussolini y hasta con Adolf Hitler, la llevaba a reuniones con científicos y militares donde se discutían desarrollos bélicos. Lamarr no solo escuchaba: aprendía todo. Ya entonces empezaba a gestarse su costado de inventora.
En 1937, después de años de encierro, logró escapar disfrazada de mucama, según su autobiografía (otra versión dice que convenció a Mandl de usar todas sus joyas en una cena... y no volvió más). Lo cierto es que el destino la llevó a París, donde se cruzó con Louis B. Mayer, uno de los dueños de la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM), que estaba buscando talentos europeos para el cine. La contrató, la rebautizó "Hedy Lamarr" y la vendió en Hollywood como "la mujer más hermosa del mundo".
Wi-Fi, torpedos y glamour: La actriz que pensó como ingeniera
Mientras en pantalla rompía corazones en pelis como Argelia (1938), El fruto dorado (1940) o White Cargo (1942), en sus ratos libres Hedy garabateaba ideas y bocetos de inventos en servilletas o cuadernos. Su frustración con los papeles que le daban (siempre de seductora exótica, con pocas líneas y mucha piel) la llevó a volcar su energía en la ciencia. "Me aburría tanto que tenía que hacer algo con mi cabeza", dijo una vez.
El momento clave llegó cuando conoció al compositor George Antheil, un personaje fascinante que había intentado sincronizar múltiples pianolas en obras experimentales. Juntos, combinaron música y ciencia para diseñar un sistema de guiado para torpedos. El problema que querían resolver era serio: los torpedos controlados por radio podían ser interceptados o interferidos por los enemigos.
¿La solución? Hacer que el sistema de control saltara de frecuencia en frecuencia, como si fuera un dial de radio que cambia sin parar, evitando interferencias. Así, en 1942, registraron la patente del "Sistema Secreto de Comunicaciones" a nombre de Hedy Kiesler Markey (su nombre legal de entonces). El invento fue presentado a la Marina estadounidense… pero lo rechazaron por "ser demasiado grande para un torpedo".
Pero la historia no termina ahí: aunque el sistema quedó en el olvido durante años, la idea fue retomada décadas después en tecnologías inalámbricas muy utilizadas hoy en día como el WiFi, el GPS y el Bluetooth. Todo eso, gracias a una actriz a la que nunca se le tomó en serio por ser "demasiado linda".
Lamarr no volvió a inventar con la misma ambición, y durante años su aporte fue ignorado. Recién en los '90 empezó a ser reconocida como una pionera de las telecomunicaciones. Murió en el año 2000, pero dejó tras de sí inventos tecnológicos que seguimos usando todos los días. Hedy Lamarr no era solo una estrella de cine: fue una mente brillante escondida bajo un maquillaje perfecto.
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