Mirtha Legrand acaba de cumplir 98 años y su historia es la de una mujer que revolucionó el cine, la televisión y la cultura argentina. Después de haber crecido en la ciudad santafesina de Villa Cañás, pasó a ser la reina indiscutida de los almuerzos televisivos, y hasta la actualidad es un ícono que desafió el paso del tiempo.
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98 años de Mirtha Legrand: Una vida llena de TV, almuerzos y frases inolvidables
Mirtha Legrand, a sus 98 años, sigue siendo un emblema de la cultura. Brilló en el cine, revolucionó la TV con sus almuerzos y está tan vigente como siempre.
Mirtha Legrand: Primeros pasos a la gran pantalla
Nacida como Rosa María Juana Martínez Suárez el 23 de febrero de 1927 en Villa Cañás, Santa Fe, la infancia de Mirtha Legrand transcurrió entre el amor de su familia y sus propias aspiraciones artísticas. Su padre, José Martínez, tenía un comercio de ramos generales, mientras que su madre, Rosa Suárez, era maestra. La familia se trasladó a Rosario y, tras la muerte de su padre en 1937, su madre tomó las riendas del hogar con firmeza. Mirtha y su hermana gemela, María Aurelia (a quien todos llamaban "Goldi"), estudiaron en el Colegio María Auxiliadora y, desde chicas, mostraban pasión por la actuación.
Su llegada a Buenos Aires fue el primer paso para un destino que parecía escrito. Ambas hermanas ingresaron al Conservatorio Nacional de Arte Escénico y fue su madre quien, convencida del talento de sus hijas, movió cielo y tierra para conseguirles oportunidades. En 1939, lograron un pequeño papel en Hay que educar a Niní, junto a Niní Marshall. Pero el verdadero salto llegó con apenas 14 años, cuando Mirtha protagonizó Los martes, orquídeas, con una frescura y una capacidad tal que la industria cinematográfica la adoptó como la gran figura de la comedia blanca argentina.
Durante los años ‘40 y ‘50 filmó más de 20 películas, tiempo durante el cual se casó con el director Daniel Tinayre, en 1946, lo cual le permitió acceder a roles más maduros en el cine, como La patota y En la ardiente oscuridad, la cual le valió el premio a Mejor Actriz. Pero con la crisis del cine nacional en los años ‘60, Mirtha tuvo que alejarse de las cámaras, siendo en 1965 su última película, Con gusto a rabia, con la que cerró un capítulo glorioso de su carrera. Lo que no sabía era que la televisión le tenía reservada una nueva era de esplendor.
La dueña de los almuerzos
En 1968, cuando la televisión argentina buscaba innovar, el productor Alejandro Romay le propuso a Mirtha un formato que parecía un experimento: almorzar en vivo mientras entrevistaba a figuras del espectáculo. Así nació Almorzando con las estrellas, un programa que con el tiempo cambiaría su nombre a Almorzando con Mirtha Legrand y se convertiría en un clásico absoluto de la pantalla chica.
El ciclo fue un éxito instantáneo y su formato, inédito para la época, combinaba el entretenimiento con entrevistas a figuras de gran nivel, y Mirtha, siempre elegante y sagaz, se convirtió en una anfitriona inflexible que no tenía miedo de incomodar a sus invitados. Ya sean actores, directores, músicos, empresarios y hasta presidentes, nadie escapaba a su famosa pregunta: "¿Usted qué opina?".
El programa fue censurado y levantado varias veces, como durante la última dictadura militar en 1976, pero siempre volvió a resurgir. En los ‘90, con la llegada del menemismo y la farándula desbordante, los almuerzos se convirtieron en un termómetro de la política y el espectáculo. En 2009, Mirtha se convirtió en la primera persona en recibir el Martín Fierro de Platino y en 2017, el de Brillantes, el más alto reconocimiento de la televisión argentina.
Pero fuera de su rol como entrevistadora, Mirtha también vivió algunos momentos personales difíciles: la pérdida de su esposo Daniel Tinayre en 1994, y el fallecimiento de su hijo Daniel Andrés Tinayre en 1999, un golpe del que le costó reponerse. Sin embargo, fiel a su lema de que "el público se renueva", siguió adelante con su programa y demostrando que la televisión es su gran motor de vida.
En 2012, sorprendió a todos con su regreso a la actuación en la serie La dueña, mostrando que, incluso con 85 años seguía dispuesta a reinventarse. Y en 2024, a sus 97 años, recibió el título de Doctora Honoris Causa de la UBA, un reconocimiento histórico que volvió a afirmarla como una de las figuras más influyentes de la cultura argentina.
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