OPINIÓN

SON TAN PARECIDOS VERBITSKY Y SARLO...

El cambio cultural es lo que importa

Los líderes políticos aborrecen, en general, la 'cuestión cultural', a la que prefieren simplificar como un recital gratuito de algún famoso regado con birra y choripan. Animales. En parte en esa falta se cosmovisión está el germen del fracaso. Bueno, debatamos un poco este tema:

Escribo parado en este hecho: hacia atrás todos los análisis históricos refieren a las sociedades y sus manifestaciones. Lo que sabemos es lo sobresaliente de cada período. El saldo. También la continuidad. La línea del tiempo ha dado pocos saltos. Tal parece que ahora se está produciendo uno.

La manifestación de una sociedad es un vector resultante de la suma de sus líneas de fuerzas. Cada uno de esos vectores tiene su dirección y su potencia. La suma resultante es lo que, de cada grupo, sociedad, momento histórico, termina quedando y se puede analizar cerrado ese ciclo.

En el 1492 hubo muchos sucesos, algunos especialmente dolorosos por tratarse de persecuciones religiosas y étnicas. Nada cierra mas el año que Cristóforo Colombo. Todo sucumbe ante lo suyo.

Secuela. En América del Sur les dicen / decimos indios a los nativos porque se buscaba eso: una Ruta a las Indias. En sustancia nada, de aquellos años y tales sociedades, ha sido mas conmocionante y vigoroso que el fallido camino a las Indias que terminó con el descubrimiento de América

En el año 2020 del siglo XXI un acontecimiento de carácter mundial nos unifica. Una pandemia. Es tan actual el comportamiento diferenciado de cada sociedad según sus componentes físicos, sociales, históricos y aún políticos y económicos, que tanto árbol impide observar un bosque; hay un cambio mundial en proceso. No un avance / retroceso según leyes del comportamiento de las sociedades ante diferentes estímulos. Un mismo estímulo origina cambios que tornan irreversible el ayer y sin resolución el mañana.

Hay un componente que debería unificar las miradas. La Peste en mi Pago (de eso escribo habitualmente desde el 20/3/20) deja fuera los parámetros y aún códigos y planificaciones.

Qué es lo bueno y lo malo  - sin vacuna que cierre la Peste - para el egoísmo o el altruismo social. Qué es delito. Cual es el plan de economía, de industrialización, de instrucción sistemática que se puede asegurar que existe y que se seguirá, que se afirma que será seguido además, por su eficacia.

Observo con desconfianza a los actores políticos, sus enunciados y sus hechos. Miro con espanto, miro y escucho con espanto a los infectólogos, pandemiólogos, contradecirse y polemizar cuando por primera vez en varios siglos, la meritocracia (sus estudios científicos como valor de palabra verdadera, de palabra – vamos – divinizada) los puso en posición de Ejecutivos.

El principio de la falibilidad, tan certero, fue cambiado por el principio de incertidumbre, tan filosófico y académico. Nuestras sociedades, aconsejadas al punto de ejecutar sus “Sugerencias”, por los que poseen conocimientos científicos validados, no aseguran la vivencia, la supervivencia, el porvenir.

Las coordenadas “témporoespaciales” están girando sobre sus ejes. Espanto. La sociedad perdió relaciones parentales. Nada es estable. Ni la palabra ni los hechos. Menos, mucho menos lo que se comunica.

Las sociedades se encuentran, se conocen. Se “saben” según las comunicaciones. Paráfrasis. El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus comunicadores y sus mensajes.

Enrique P. Maroni leía, en 1936, el diario La Prensa en una incipiente radiofonía para quienes, está claro, no compraban esa publicación pero lo que allí se decía, en el programa del periodista, poeta y letrista, era la información que él elegía de lo que, ya antes, había elegido el sentido político filosófico de la familia Gainza PAZ.  Simple.

Seguimos con ése sistema comunicacional pero, ay, con una fisura: la existencia de “la red”. De la comunicación persona a persona sin intermediarios aunque debemos advertir. Aún somos esclavos de los algoritmos, la intermediación existe y  su poder, al parecer, es desconocido, que no es lo mismo que infinito aunque, por ahora, se le parece.

Parados sobre este iceberg del que desconocemos mas que los cuatro quintos escondidos, porque ni siquiera nuestra existencia en la superficie está asegurada, contrastada y certificada, una sola cuestión debería afligirnos o, al menos, dejarnos en posición de inquisidores. Qué es la cultura, el conocimiento, de qué modo y hasta qué profundidad se cambiará. La Cultura, mas allá del sedimento que trae, es la que define comportamientos sociales. Somos un reflejo personal, particular, individual, de un canto rodado que si, que nunca se detiene.

Abominaba – antes - de los analistas de la cajita de cristal (son tan parecidos 'el perro' Verbitsky y la Beatriz Sarlo… una central de inteligencia con una casa central donde todos imaginamos y la posibilidad de criticar siempre  que ejecuten otros y, por el lado de la señora, después de Carlos Altamirano, la Revista Unidos y Puntos de Vista un pensamiento que espera sentado en el cordón de la vereda que el resto labure y se equivoque…) abominaba – antes - pero recurriría a ellos.

Necesitamos que se sepa qué podemos salvar, qué será necesario salvar o, tal vez, qué cosas no salvaremos, si es que algo puede salvarse, para cuando el virus desaparezca o la vacuna llegue. En cualquier caso la Peste trajo un eje. Esto es lo que somos. Quitó la sábana. Es el Gran Hecho Cultural.

Los “opinadores” con fundamento (cito a dos que merecen diatribas y elogios pero que se llevan el reconocimiento de sus espaldas) y aún aquellos alejados de la biblioteca, la palabra, la secuencia lógica y el lenguaje humano y florecido deberían ayudarnos a resolver un punto, un único punto oscuro. Somos ese Rolling Stone que no cesa. Que nos ayuden a ser mejores.

Distraído, pido disculpas, distraído en mis aflicciones tal vez no lo advierta, tal vez ya lo estén haciendo y el porvenir sea la suma de todos sus universos, torrecitas de cristal y torretas. Enmarañados pueden ser los caminos del Señor en mitad de una Peste. Dicen. No disiento.

Te puede interesar

    Dejá tu comentario