Los bloques de diputados dialoguistas, los más alejados del oficialismo (al menos en apariencia) y, por qué no, el público en general confirmaron que Guillermo Francos está limitado cuando se requiere un interlocutor válido con la mesa chica del poder libertario. Es una figurita repetida. Durante el debate por la ‘Ley Ómnibus’ el jefe de Gabinete logró algunos acuerdos con los opositores abiertos a la negociación que finalmente no se respetaron por la intransigencia que se imponía desde la Casa Rosada. Seguramente Francos no había llegado a transmitirle a Javier Milei -como había prometido en el recinto- las inquietudes que se plantearon durante su informe de gestión en la Cámara de Diputados cuando Santiago Caputo comenzaba a comunicarse con legisladores para ratificar que no habría modificaciones en el decreto que restringió la ley de Acceso a la Información, un instrumento por el cual cualquier ciudadano puede solicitarle al Gobierno determinados datos de carácter público. Caputo no firma documentos oficiales ni los tuits que le adjudican, pero sí llamó a la diputada radical Karina Banfi para decirle que cualquier promesa que haya hecho Francos en su exposición no será atendida. Banfi, al igual que su compañera de bloque Carla Carrizo, había pedido expresamente la derogación del decreto que reglamentó la ley sancionada durante el gobierno de Mauricio Macri. El bloque del PRO no pidió tanto como la derogación, pero en un comunicado rechazó el decreto por considerarlo “un retroceso en materia de transparencia”. Luego, en lo que se podría vincular de forma más directa con el propio Macri, el PRO como partido se expresó en un sentido similar.
PANORAMA
Autoritarismo y paciencia deteriorada: Por suerte para Milei, volvió Cristina
Algunos elementos acentúan el perfil autoritario de Javier Milei. Opacidades y culto a la personalidad. Favor mutuo con la exPresidente.
La “transparencia” es una de las banderas con las que Macri busca mantener algo de la identidad del PRO y diferenciarse de Milei, más allá de sus coincidencias ideológicas, programáticas y gastronómicas. Así preservaría algo de capital político cuando gran parte de su electorado ya se fue a las filas de La Libertad Avanza. El rechazo a la postulación de Ariel Lijo a la Corte Suprema se inscribe en esa línea. Tal vez algo de rédito le dé: algunas encuestas mostraron una recuperación de la intención de voto del PRO como espacio durante julio y agosto. La apuesta de Milei es absorber toda esa base electoral sin la necesidad de un gran pacto con Macri, aunque en público abogue por una fusión o un interbloque entre LLA y el PRO en el Parlamento. Esta última posibilidad fue relativizada por Martín Yeza, un diputado con el que el propio Macri bloqueó que Patricia Bullrich se quedara con la Asamblea partidaria, el órgano que define las alianzas electorales. Como telón de fondo de las inquietudes republicanas del ingeniero aparecen las solicitudes no cumplidas por Milei, por ejemplo, la designación de importantes cuadros del PRO en áreas estratégicas como la energía y el transporte. Son sectores por los que fluyen muchos negocios e inversiones. Se bromeó sobre el poco interés de Macri en otras áreas de gestión, como la de Desarrollo Social o Derechos Humanos.
La opacidad que denuncia Macri podría corporizarse en la figura de Santiago Caputo. El asesor especial maneja los hilos de los servicios de Inteligencia y del ministerio de Justicia pero sin poner el ‘gancho’ en ninguna disposición oficial. Por otro lado, a pesar de que maneja la comunicación libertaria en las redes sociales -como reconoció tal vez involuntariamente Fernando Cerimedo, exestratega digital de Milei- Caputo no tiene ninguna cuenta oficial, sólo algunas que se le adjudican de manera informal. Tampoco cualquier funcionario del Gobierno podría referirse libremente sobre el asesor especial. Lo dio a entender Francos que, ante las consultas de los diputados Juan Manuel López (CC) y Esteban Paulón (Encuentro Federal) sobre la situación “anómala” de Caputo en el Gobierno, se limitó a remitir a una de las respuestas que dio por escrito de forma anticipada al informe en la Cámara Baja. La misma ratifica que el asesor es un contratado como consultor de la secretaría general de la Presidencia, que lidera la hermana Karina Milei, y que “no es sujeto obligado a presentación de Declaración Jurada Patrimonial ya que desempeña tareas de asesoría bajo un marco de modalidad de empleo de locación de servicios por tareas de naturaleza no permanente”. Como lo señalaron los diputados López y Paulón esto exime a Caputo de ser una persona expuesta políticamente a pesar de que, como lo definió Milei, el publicista integra “el triángulo de hierro” de la toma de decisiones de la Casa Rosada.
Es curioso que el Presidente no le exija esto a Caputo pero sí a los periodistas que le quieran hacer preguntas en una conferencia de prensa. Le dijo a Luis Majul: “Si quieren, pido al Congreso que mande una ley donde los periodistas sean personas políticamente expuestas. Que presenten declaración jurada, que puedan ser sometidos al escarnio público que los periodistas someten al resto de la sociedad”. Y dijo más: “Hay casos de periodistas que se han sentado frente a empresarios, les tiraron una carpeta y si no les daban tanta plata, los exponían. Todas mentiras. Hicieron mucha plata”. En primer lugar, si el Presidente conoce de algún caso específico de extorsión, deberá denunciarlo, es su obligación como funcionario público. Luego, Milei interpreta el trabajo periodístico en forma de agravio, por lo tanto sólo le queda combatirlo. Este enfrentamiento de Milei con la prensa que no le responde no es nuevo, pero toma otra dimensión a la luz de las restricciones para el acceso a la información pública (¿por las consultas sobre sus perros?). Se va configurando un perfil autoritario en la Casa Rosada que tiene otros elementos. Uno de ellos, fundamental, es el culto a la personalidad que el propio Presidente intenta construir a su alrededor a partir de una supuesta superioridad. Milei volvió de una gira europea autodenominándose “máximo exponente de la libertad mundial”. Ahora elevó ese grado al de “una de las 2 personas más importantes del mundo”. La otra es Donald Trump. Para Milei, esa condición -autopercibida y apalancada por los halagos que le dedica el magnate Elon Musk- genera envidia en todos aquellos a los que define entre insultos y apodos agraviantes. También atacó a los científicos a los que realizan investigaciones con fondos públicos. En un foro en Buenos Aires patrocinado por el partido Vox de España, el Presidente los “invitó” a “salir al mercado y ver si a la gente le interesan sus investigaciones o no”. Los acusó además de exhibir una presunta superioridad por tener una “titulación académica”. Lo dice una persona que se hacía llamar “doctor” -incluso en facturas sospechadas de falsas- cuando no lo era.
La temprana deriva autoritaria del gobierno libertario encuentra otra de sus caras en el desmesurado despliegue policial para contener una moderada marcha de protesta en las inmediaciones del Congreso. Ocurrió el miércoles en la habitual ronda de jubilados, acompañada de militantes de Izquierda y dirigentes sociales. Un notable número de uniformados intentó aplicar el protocolo antipiquetes. No lo logró. Todo terminó en incidentes con gases pimienta y golpes. La postal se repite. Patricia Bullrich lo exhibe como demostración de fuerza. Del otro lado, la ministra de Seguridad queda ‘pedaleando en el aire’: dijo que la Policía Federal -que depende de ella- seguía la hipótesis de que activistas veganos o anarquistas estaban detrás del atentado contra el presidente de la Sociedad Rural, Nicolás Pino; pero el único detenido sospechado del ataque no tendría ninguna de esas filiaciones. La marcha frente al Congreso tenía entre sus consignas el rechazo al veto a la ley de movilidad jubilatoria y recomposición de los haberes que Milei había firmado en los días previos.
La anulación fue total. Ahora quienes impulsaron la legislación buscan los 2 tercios para insistir. Radicales, lilitos y el bloque de Miguel Pichetto pidieron una sesión especial para este miércoles. Dependerá de la composición de la Cámara -de sus presencias, ausencias y abstenciones- que se repita el resultado de junio y la reversión del veto pase al Senado. El veto a la ley que beneficia a los jubilados es impopular. Según una encuesta de Aresco, cuyos trabajos se siguen con atención en la Rosada y Olivos, la anulación tiene un rechazo del 55%. La ley, en cambio, tiene una aprobación del 60%. Estos números presagian algún tipo de costo político para el Presidente si logra mantener la invalidación para ofrendarla en el altar del déficit fiscal 0. Lo mismo podría decirse en el caso de que, como anticipó el Gobierno, también vete una eventual ley que componga el presupuesto universitario. El recorte movilizó en abril cerca de un millón de personas en todo el país, de las que unas 400 mil se concentraron en la Plaza de Mayo. El oficialismo ganó una semana al conseguir que se posponga una semana la votación del proyecto que todo indica se aprobará en el Senado. Unión por la Patria intentó forzar el tratamiento este jueves, pero fracasó por falta de quorum. El sector educativo también es uno sensible para la opinión pública. Según la encuesta de Aresco, junto con el de los jubilados, es el segmento que no debería ser objeto de mayores ajustes. A eso se le suma que su causa tiene una capacidad de movilización demostrada.
Además del gasto en jubilaciones y educación, el Gobierno pretendería limitar los aumentos salariales de los estatales. Tras un pago del 3% para los meses de septiembre y octubre, el Ejecutivo busca congelar -0% de aumento- la paritaria para lo que resta de 2024. Buscaría que esto se replique además en el sector privado con el fin de reducir presiones inflacionarias. Milei quiere una inflación con tendencia a 0% hacia fin de año. En el mercado no tendrían las mismas perspectivas. El relevamiento entre consultoras que hace el Banco Central (REM) estima una inflación promedio de 3,5% mensual entre agosto y diciembre. Si se cumpliera este pronóstico a la vez que el Gobierno lograra suspender las paritarias, los salarios volverían a perder contra la inflación en los meses por venir, lo que condicionaría la recuperación del consumo y la salida de la recesión. ¿Cuánto capital político le queda a Milei para enfrentar un escenario como ese? Según el último Índice de Irascibilidad Social (IDI) que la consultora Casa 3 hace para la revista Seúl, se deterioró en agosto y por 3 mes consecutivo la “paciencia” con el Gobierno, tocando su mínimo en toda la serie.
Según explicó Mora Jozami, directora de Casa 3, la caída se atribuye principalmente a "la pérdida de confianza en las expectativas futuras, una notable disminución en el estado de ánimo de los argentinos y la percepción sobre la capacidad del Gobierno para resolver los problemas económicos". "La recesión, el aumento del “temor” a perder el empleo y la percepción de que la reducción de la inflación ya no es tan evidente, complementan y refuerzan este deterioro en el IDI", agrega.
Como indicadores accesorios, Jozami consigna que:
*En los últimos tres meses, la aprobación de la gestión ha caído, y por segundo mes consecutivo, la desaprobación del gobierno supera a la aprobación.
*Ha crecido el porcentaje de argentinos que piensan que el responsable de la actual crisis económica es Javier Milei (la brecha con Alberto Fernández/Sergio Massa pasó de 10 a 3 puntos en 5 meses).
*Se consolida una fuerte caída en la paciencia de los votantes de Patricia Bullrich, que constituirían parte del "voto blando" a Milei, el que lo ayudó a ganar el balotaje. La contracción es de casi 30 puntos entre abril (+43) y agosto (+14). "La reconfiguración de la situación del PRO y diferencias públicas dentro de la cúpula del partido, sumadas a algunas acciones de la LLA, podrían explicar este movimiento", concluye.
Deriva autoritaria, por opacidades, culto a la personalidad y vocación represiva, a la vez que la paciencia social se desgasta. Un cuadro complejo que envuelve a Milei. Por suerte para él está Cristina Kirchner, que reapareció con un documento crítico del Gobierno (y del peronismo) que derivó en un cruce en redes con el Presidente que se llevó todas las marcas. CFK recuperó algo de atención y Milei alentó la polarización con el kirchnerismo y corrió de foco, al menos por un rato, algunos temas más importantes. Se hicieron mutuamente un favor.
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