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CON EL CULO AL NORTE

Secuelas de la Marcha LGBT: Cuando el mensaje se pierde en la provocación

Cuando el medio tapa el mensaje, la causa pierde fuerza y se desvía la atención del reclamo. Y el gesto obsceno que se vio durante la Marcha LGBT lo demuestra.

Mientras la Marcha Federal LGBT buscaba oponerse a los dichos de Javier Milei, un hecho desvió el foco: un manifestante subió al Monumento a Belgrano y se puso a bailar con los pantalones bajos. Más allá de la causa, este tipo de actos terminan eclipsando el mensaje y dándole a quienes se oponen la excusa perfecta para deslegitimar la protesta.

Con el culo al norte: Cuando el mensaje se pierde en la provocación

Las marchas tienen el innegable poder de dar a conocer reclamos, generar presión social y poner temas en agenda. Sin embargo, cuando el espectáculo supera al mensaje, lo que termina quedando es la polémica. Y eso fue justamente lo que pasó el sábado pasado en la Marcha Federal LGBT, en la que miles de personas salieron con banderas, pancartas y cánticos a protestar en contra de los dichos de Javier Milei sobre la homosexualidad. Pero un hecho terminó acaparando la conversación pública: la imagen de un manifestante trepado al Monumento a Belgrano que, con los pantalones abajo y mostrando sus partes traseras, que más que un grito de protesta parecía una provocación vacía.

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El episodio no demoró en recorrer las redes sociales y los medios de comunicación. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, denunció dicho acto como una "profanación" y enmarcó la manifestación dentro de lo que llamó la "Argentina que insulta y desprecia la historia". Igual, haciendo a un lado las opiniones políticas, lo cierto es que la imagen ofreció el combustible perfecto para quienes buscan desacreditar la movilización. En lugar de que se hable de derechos, se habló de escándalo. En lugar de discutir los ataques de Milei a la comunidad LGBT, el debate se centró en los límites de la protesta.

El problema no es únicamente el rechazo del oficialismo: muchos dentro de la propia comunidad LGBT y sectores progresistas expresaron su incomodidad con la escena. "Esto no nos representa" fue un comentario que se repitió en redes, con activistas lamentando que la acción le haya dado para quejarse a sectores conservadores y desviado la atención de los reclamos.

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La batalla cultural y los riesgos del exceso en una marcha

Las luchas sociales tienen que tener persistencia, estrategia y, sobre todo, símbolos que la hagan más legítima. Pero cuando la protesta termina deslizándose a lo grotesco, deja de interpelar y se convierte en material de burla. No importa cuán justa sea la causa: si el acto que la representa es el de un hombre semidesnudo sobre un monumento a un prócer, la atención se va a desviar.

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Las protestas tienen que equilibrar entre el medio y el mensaje: si el medio es más poderoso que el mensaje, el mensaje se pierde y queda el medio.

Las protestas tienen que equilibrar entre el medio y el mensaje: si el medio es más poderoso que el mensaje, el mensaje se pierde y queda el medio.

Algunos dirán que la intervención fue una manera de desafiar al poder, de romper con lo solemne en un país donde la protesta siempre tuvo algo de irreverencia. Otros, simplemente que fue una falta de respeto gratuita que le sacó seriedad a la convocatoria. Más allá de lo que pretendía el manifestante, lo cierto es que la imagen recorrió los medios, quedando como un reflejo de desorden más que como un reclamo legítimo.

Es una tensión que atraviesa muchas marchas y protestas: la necesidad de hacer ruido para ser escuchados, pero sin que el ruido ahogue el mensaje. Si la puesta en escena es más fuerte que la causa, la causa se diluye. No se trata de pedir que una manifestación sea pulcra y aséptica, sino de entender que la forma en la que se protesta también define cómo va a ser percibida.

Las luchas no se ganan únicamente en la calle, sino también en la construcción de sentido. Y cuando la imagen que queda en la memoria colectiva no es la de una consigna sino la de un par de glúteos al aire, el enemigo no necesita hacer mucho esfuerzo para deslegitimar la causa.

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Un ejercicio: piénsese en los ambientalistas que luchan contra el cambio climático. Es una causa justa. Ahora en su modo de hacerse oír: tirando sopa o pintura a una obra de arte. ¿De qué se va a terminar hablando, de la salsa o del reclamo? Bueno, en las marchas aplica lo mismo.

Un ejercicio: piénsese en los ambientalistas que luchan contra el cambio climático. Es una causa justa. Ahora en su modo de hacerse oír: tirando sopa o pintura a una obra de arte. ¿De qué se va a terminar hablando, de la salsa o del reclamo? Bueno, en las marchas aplica lo mismo.

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