Preparen cofias blancas y capas rojas para salir a la calle a protestar, que ha llegado la esperada y prometedora temporada 5 de The handmaid's tale a Paramount + sólo para anunciarnos que será igual de sanguinaria y aletargada como su tercer temporada, al mismo tiempo que nos sumerge cada vez más, en las grietas del régimen de Gilead.
SÓLO PARA ADULTOS
Paramount + repite sangre con The handmaid's tale
La quinta temporada de The handmaid's tale en Paramount + insiste con su fórmula sanguinaria, una obra maestra a la que deberían dejar morir con dignidad
Los dos primeros episodios son un recordatorio del mundo traumático y sufrido en el que June (Elizabeth Moss) debe renacer como la ultimate antiheroína contradictoria que es. La temporada 4 nos dejó con el glorioso y amargo final que anticipa hacia donde irá la protagonista, en esta espiral de locura asesina en la que se envolvió el personaje de Moss, tras su paso por la opresiva Gilead.
El primer episodio de esta nueva temporada transcurre en la mañana siguiente, al estilo Halloween: June regresa a casa con las manos ensangrentadas por haber vencido al rostro visible de su infierno personal: el monstruo con apellido Waterford, pero sabe que esa es sólo la batalla y no la guerra.
Su fantasma seguirá molestándola en manos de la viuda Serena Waterford, a la que igual no se viene fácil, ahora que ha demostrado ser fértil y utilizable como cualquier otra mujer en Gilead que no esté respaldada por un Comandante.
Pero June está eufóricamente desquiciada, y con referencias shakespirianas aparte, ella ha hecho justicia sólo para sí misma. Al mismo tiempo, se hace a la idea de que se encuentra en un punto de no retorno, en el que deberá abandonarlo todo y a todos para quemar Gilead hasta los cimientos, si así tiene una sola posibilidad de rescatar a su hija Hannah.
El problema es que la furia de June hacia el régimen brutalmente autoritario de Gilead ya lo hemos visto repetidamente a lo largo de cuatro temporadas, y ese volcan de odio que tiene el personaje de Moss apenas está echando las primeras nubes de la revolución con la que amaga al menos desde la tercera parte, lo que hace que se note esta posición cómoda de la serie, y la sensación general es que poco les queda ya por contar.
Aún así, nadie puede negar que The handmaid's tale es un producto soberbio. Que si es demasiado feminista, que si abusan demasiado de la violencia, que si victimizan demasiado a un personaje es en realidad, una discusión estéril. Lo que la audiencia no comprende incluso llegado a este punto es que el sentido de esta clase de series es que incomode, que de asco el horror tan descarnado y humano.
Este tropo es algo que le debemos en realidad a Gaspar Noe con Irreversible, porque si hay alguien que fue pionero en insertar este sentimiento de 'bueno, ya basta' en un audiovisual, es él.
Pero volviendo a The handmaid's tale, esta clase de series nos recuerdan que la brutalidad institucional realmente pueden estar a la vuelta de la esquina. Por mucho que creamos que mágicamente nos saldría el instinto de supervivencia a lo Rambo si estuviéramos envueltos en circunstancias similares, lo cierto es que es imposible salir ilesos de cualquier tipo de brutalidad cometidas hacia uno. Justamente, es ese descenso al eterno sufrir de Moss una de las mejores cosas que han construido con esta serie, porque la hace realmente humana al mostrarlo sin miramientos.
June es errática, pero es una víctima por mucho que pese, y actúa como un animal porque a eso la han reducido. Y por mucho que intente reinsertarse a una sociedad que se asemeje a lo que conocía como en Canadá, es probable que el único lugar en el que pueda vivir sea Gilead, con todo lo que eso implica.
En cuanto Gilead muera, es probable que ella también, porque todo con la protagonista son motivos egoístas incluso, puesto que no es la única criada que ha perdido a sus hijos biológicos en el proceso. Esto no son sólo negocios, ahora es personal.
The handmaid's tale no es aburrida, pero va a tener que esforzarse para seguir enganchando a la audiencia
Lo que no quiere decir, para nada, que The handmaid's tale se haya vuelto aburrida. Para nada. El guion sigue sabiendo colocar los resortes adecuados para que, incluso con su estilo tranquilo y dentro de su tono, sigamos teniendo motivos para verla. Esto incluye, sí, las escenas inusualmente sangrientas a las que nos tiene acostumbrados.
Lo malo de esto es que uno siente que esta nueva temporada se queda bastante por detrás de lo anterior. Volviendo a esa oscuridad y algo de visión de túnel que creíamos haber superado, a pesar de haber sido señas de identidad de la serie.
Así que, en definitiva, si bien The handmaid's tale ha regresado tan sólida como siempre, esa sensación de haberse acomodado puede hacerle bastante daño según avance la temporada. Por muy interesante que sea a priori este enfrentamiento entre June y Serena, se corre el riesgo de caer en la indiferencia.
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