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ERDOGAN DOMINA EL BAILE

Hay sorpresa e interés: ¿Cómo es que Türkiye subió al escenario?

Muy interesante el título de El Orden Mundial: "¿Cómo lo haces, Türkiye? Así domina Erdoan el baile de las grandes potencias."

Daily Sabbah, diario de Türkiye que simpatiza con Recep Tayyip Erdogan, informa que el acuerdo de granos entre Moscú y Kiev, luego de los esfuerzos de Naciones Unidas y Türkiye, podría allanar el camino para nuevas conversaciones entre Rusia y Ucrania en conflicto, dijo el portavoz presidencial Ibrahim Kaln.

"Todavía creemos que la confianza que pudimos construir a través de la ONU entre las partes rusa y ucraniana para un acuerdo de granos podría, de hecho, funcionar como una plataforma para reiniciar o reiniciar las negociaciones", dijo Kaln en una entrevista con CNN.

Türkiye mantiene comercio con Rusia y Ucrania pero es el único referente común que tienen ambos países, mientras normaliza vínculos con Israel, mantiene presencia en Siria y mantiene en jaque a la OTAN, que integra, con sus condicionamientos a Suecia y Finlandia como nuevos socios. En definitiva, Türkiye es de referencia para la Secretaría General de la ONU mientras que ya es gran proveedor de armamento, especializándose en drones militares. ¿Cómo es que lo ha logrado?

Inevitable preguntárselo pero Urgente24 ha informado con mucha insistencia sobre el tema desde hace tiempo. Pero siempre es bueno corroborar con otras fuentes lo que está sucediendo, y esto lleva a una muy ilustrativa nota de Alba Leiva en El Orden Mundial:

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Recep Tayyip Erdogan y Vladimir Putin.

Recep Tayyip Erdogan y Vladimir Putin.

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Recep Tayyip Erdogan y Volodymyr Zelensky.

Recep Tayyip Erdogan y Volodymyr Zelensky.

Debajo del juego de grandes potencias hay países que saben moverse por el tablero y ganar influencia. Türkiye, uno de ellos desde hace años, ahora destaca con la guerra en Ucrania. El pasado julio, los turcos consiguieron que Rusia y Ucrania firmaran un acuerdo para desbloquear el transporte de grano, creando un corredor de suministro en el mar Negro monitorizado por Naciones Unidas.

El pacto alivia la crisis alimentaria mundial desencadenada por la guerra, ya que Ucrania y Rusia son los productores principales de este recurso fundamental, y Türkiye aprovecha para posicionarse como mediador en el conflicto.

Esto es posible gracias al equilibrio que el Gobierno turco ha mantenido entre su alianza con la OTAN y sus intereses nacionales y regionales.

Mientras le vende drones de guerra a Ucrania, ha evitado sancionar a Rusia, con la que mantiene importantes lazos comerciales y energéticos.

De este modo se posiciona en una equidistancia favorable, desde la que además puede presionar a sus socios. El presidente turco, Recep Tayyip Erdoan, ha sabido leer el contexto actual, y gana poder dentro y fuera del país.

Occidente necesita a Turquía

Türkiye lleva décadas reforzando su poder geopolítico. Lo ha hecho con ayuda de la OTAN y de la Unión Europea, para quienes se ha convertido en un socio incómodo pero necesario. Un claro ejemplo es el pacto migratorio con la UE. Junto con Marruecos y Libia, el país es uno de los principales destinos de la externalización de fronteras europea.

Es decir, frena la llegada de miles de migrantes y refugiados al continente a cambio de fondos y de un impulso al comercio bilateral. Con él, Türkiye no solo obtiene beneficios económicos, sino también poder de presión sobre los países europeos.

En sus manos, la migración se vuelve un arma arrojadiza contra Europa de cara a disputas como las que mantiene con Grecia y Chipre por la soberanía del Medietrráneo oriental. A falta de una política migratoria común, la UE hipoteca su autonomía estratégica a cambio de no tener que gestionar el flujo de personas.

La Alianza Atlántica tampoco puede prescindir de Türkiye. Se trata de un miembro con grandes capacidades defensivas y una posición geográfica privilegiada para monitorizar la inestabilidad de Oriente Próximo y los movimientos de Rusia en el mar Negro.

Aun así, no ha dudado en comprarle material militar a Moscú, por lo que sufrió las sanciones de Estados Unidos en 2020. Tampoco gasta el 2% de su PIB en defensa, objetivo que marca la OTAN, pero cuenta con el segundo ejército más grande, después del estadounidense, y una industria militar en auge.

Turquía es el primer productor de drones de guerra, que ya le han sido de utilidad a Ucrania en el frente y podrían serlo para el conjunto de la Alianza.

Erdogan: crisis interna y política exterior

Los últimos movimientos internacionales de Türkiye tampoco se entienden sin su crisis económica interna. Con una inflación que rozó en junio el 80%, agravada por la decisión del Gobierno de rebajar los tipos de interés, Erdoan se arriesga a perder las elecciones de 2023.

Su control sobre los medios y la represión hacia los opositores pueden ser insuficientes en esta ocasión. Los índices de popularidad del Presidente alcanzaron mínimos históricos en julio, y seis partidos de la oposición están tratando de formar una candidatura conjunta para derrotarlo.

Inmovilista en su política interna, Erdogan ha desplegado una política exterior intensiva con la que apuntarse unas cuantas victorias. Ejemplo de ello fue su veto inicial a la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN.

Con la firma en junio del acuerdo de entendimiento entre los tres, el Gobierno turco se aseguró de que los dos países nórdicos retiraran su apoyo tradicional al pueblo kurdo. Así, Türkiye ganó inmunidad para reprimir a las milicias kurdas, contra las que lanzó una nueva ofensiva en el norte de Siria el mismo mes del acuerdo.

Pocas semanas después, Erdogan se reunió en Teherán con su homólogo iraní, Ebrahim Raisí, y Vladímir Putin para discutir sobre la guerra de Siria, donde coincidieron en que Estados Unidos debía dejar de influir en el conflicto. Además, ahora se ha abierto incluso a reconciliarse con el líder sirio, Bashar al Asad, tras ser uno de sus más firmes opositores. Con estos movimientos, Türkiye ha afianzado su influencia regional.

Otros ejemplos de la exitosa política exterior turca son el propio acuerdo del grano, que equilibra las relaciones con sus aliados occidentales y Rusia, la reanudación reciente de las relaciones diplomáticas con Israel, paralizadas durante cuatro años, o la amenaza a Grecia de tomar represalias si viola los acuerdos de desmilitarización del Egeo.

De este modo, Erdogan apela al nacionalismo turco y asegura las relaciones comerciales del país, presentándose como el único capaz de protegerlo de sus enemigos internos y externos, y de fortalecer su economía. Además, Turquía tampoco se queda fuera de la cuestión energética.

El acuerdo entre la Unión Europea y Azerbaiyán para el suministro de gas le beneficia de manera indirecta, ya que el transporte de este recurso pasa por su territorio.

Una potencia regional pragmática

El impacto de la política exterior turca va más allá de la posible continuidad del régimen de Erdoan. El país se ha posicionado como una potencia regional imprevisible, poderosa frente a una Europa que es incapaz de decirle que no.

De este modo, Türkiye tiene más capacidades para construir un espacio de seguridad en el Mediterráneo oriental, el norte de Siria o el mar Negro, del que se ha erigido guardián frente a Rusia y Ucrania, o en el Cáucaso, donde apoya a Azerbaiyán en el conflicto del Alto Karabaj.

También ha ganado influencia en países de África, todavía más lejanos. Para ello se ha servido de inversiones millonarias, ayuda humanitaria y de promover la educación islámica, pero también de su industria militar.

Desde 2011, Türkiye es uno de los principales apoyos de las milicias islamistas de Libia, a donde llegó a enviar tropas en 2020. Ahora también ha expandido su industria de drones a países como Marruecos, Túnez o Etiopía, inmersa en una guerra civil desde noviembre de ese año.

A todo esto se suma, de nuevo, el acuerdo del grano, que beneficia a países africanos que dependen de este alimento, para los que Türkiye gana puntos frente a Europa o Estados Unidos.

La actitud de Türkiye que tanto incomoda a la OTAN no es más que un símbolo de los tiempos que corren. En un orden internacional marcado por la crisis energética, alimentaria y una creciente tensión entre potencias, el país ha demostrado que ser egoísta y usar alianzas en favor propio da sus frutos.

Muchos Estados han optado por la neutralidad ante la guerra de Ucrania para salvaguardar sus intereses, pero pocos están consiguiendo tanto como los turcos.

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