Aunque Xi Jinping y Vladimir Putin se ausentaron en la cumbre del G20 en India, sus portavoces hicieron un buen trabajo. Junto con la anfitriona India, oficialmente lograron confirmarse como los próximos actores mundiales en su busca de romper con el protagonismo en declive de Estados Unidos que ha dominado la política global desde la Segunda Guerra Mundial.
CAMBIOS GEOPOLÍTICOS
"Desamericanizar" el mundo: El G20 y el nuevo orden multipolar
Con Rusia, China e India al frente, el documento final del G20 desliza la pérdida de influencia de Estados Unidos y la UE en la gobernanza global.
El documento final, que sugiere falsamente unidad mundial en una realidad global fragmentada por bloques cada vez más marcados, no condenó a Rusia como en otras instancias.
USA y la UE, presionados, acordaron eliminar la condena a la invasión de Putin con la condición de que se mencionara detener los ataques a la infraestructura, restaurar el acuerdo de cereales del Mar Negro y defender la integridad territorial. Su rol fue, en cierto modo, marginal.
Tuvieron que amoldarse al resto de los países opuestos a la visión USA-UE (algo inédito en las cumbres internacionales en las que ambos la mayoría de las veces lograron imponer su visión al mundo).
En su lugar, exhortaron a “todos los estados” a abstenerse del uso de la fuerza para actuar contra la “integridad territorial y la soberanía o independencia política de cualquier estado”, siguiendo la línea marcada por la Carta de la ONU.
Un mensaje muy diferente al texto final del año pasado en Indonesia, en que los líderes habían admitido, con varios anexos, que "hubo otros puntos de vista y diferentes evaluaciones de la situación y las sanciones" contra Moscú.
La declaración final fue aplaudida por Rusia, que presumió: "Pudimos neutralizar los esfuerzos de Occidente de ucranizar la agenda de la cumbre". USA y la UE también lo aplaudieron y la calificaron de “exitosa”.
En cambio, Kiev, cada vez más asilado, no estaba tan contento. El "G-20 no tiene nada de lo que enorgullecerse".
Nuevo orden
El G20, como otras cumbres que no resuelven nada a corto plazo, sobre todo en cuestiones urgentes como el cambio climático, sirvió, sin embargo, para oficializar un progresivo cambio en la gobernanza global. La realidad es que a pesar de los discursos y encuentros, USA está perdiendo influencia en el mundo, y con ella toda la Unión Europa.
Desde el BRICS, y relaciones bilaterales, y con protagonismo creciente en el sur global, Xi JInping, Vladimir Putin y Narendra Modi, a sus maneras, apuestan por un nuevo orden mundial que encierra un multipolarismo y, por consiguiente, una desdolarización en los mercados.
Como comentó Walter Rusell Mead del WSJ “India tiene un enfoque diferente. Su crítica del status quo global comparte algunas características con la visión chino-rusa, pero en última instancia India quiere reformar, no demoler, el sistema mundial”.
Los movimientos antiimperialistas en las excolonias francesas en África Occidental -muchos de los cuales terminaron en golpes de estado y con la huida de tropas europeas- el crecimiento económico y espacial en mundo árabe, el exitoso alunizaje de la India integrado en el club de élite de países que han aterrizado sondas en el satélite terrestres, las posibles alianzas armamentísticas entre Corea del Norte y Rusia, el creciente estrechamiento entre Moscú y países africanos están disputando el desgastado liderazgo de USA, entre muchos otros factores, y redefiniendo la escena internacional.
El lento crecimiento económico y el declive demográfico de la política mundial de Europa también limitan el papel del continente en los asuntos mundiales. El progresivo desentendimiento y desconexión latinoamericana con el relato norteamericano también.
Lula da Silva, tras la cumbre, afirmó que Vladimir Putin recibiría una invitación para viajar a Río de Janeiro -que será anfitrión de la cumbre en año próximo- ignorando y rebelándose con la orden de arresto emitida en marzo por la Corte Penal Internacional (CPI), que lo acusa de crímenes de guerra por la deportación de niños ucranianos.
"Puedo decirles que si yo soy presidente de Brasil y él viene a Brasil, no hay motivo para que lo arresten".
Por su parte, China de a poco logra hazañas “pacíficas” en Medio Oriente que USA durante años no ha conseguido sino a través de la violencia. Mediante su mediación, Irán y Arabia Saudita -rivales en el Islam y competidores dentro de la OPEP tras 7 años de hostilidades- sellaron el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas y la reapertura de embajadas y consulados en junio.
Ante complejos desafíos que superan a los gobiernos europeístas y liberales, el mundo reclama líderes fuertes, nacionalistas y pragmáticos.
Días antes de la Cumbre, Mondi sostuvo: "Es necesario un multilateralismo creíble, impulsado por instituciones que adopten reformas y traten a las distintas partes interesadas con coherencia, igualdad y dignidad". Sin embargo, "además de esto, un multilateralismo reformado también debe centrarse en superar la esfera institucional para aprovechar el poder de los individuos, las sociedades, las culturas y las civilizaciones".
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