NEGOCIOS

Vuelve la bendición del "yuyito"

Los contratos futuros están operando por encima de los valores de diciembre, de modo que el mercado espera que sus precios sigan creciendo y al exportar logren precios mayores. Este flujo adicional de divisas aliviaría las tensiones en el mercado cambiario, permitiendo fortalecer las reservas netas

Desde hace algunos meses se observan incrementos en el precio internacional de los commodities agrícolas (soja, trigo y maíz), impulsando el valor exportado por nuestro país. Estas subas estuvieron motivadas por la debilidad del dólar a nivel mundial, la elevada demanda china de estos productos, y las magras cosechas esperadas para Argentina, Brasil y Estados Unidos. 

En ese contexto, evalúa la consultora Ecolatina, el complejo sojero explica casi un tercio de nuestras exportaciones de bienes. De esta siembra no sólo se venden los porotos, sino principalmente derivados como aceite, harina, pellets y biodiésel. Al comparar los precios que estos productos tuvieron en diciembre pasado con los que exhibían en promedio en el primer semestre del 2020, encontramos subas considerables: el poroto se encareció 38%, la harina 37% y el aceite 35%. En paralelo, el precio del trigo subió 17% y el del maíz 27% en dicho lapso.  

Mejor aún, los contratos futuros están operando por encima de los valores de diciembre, de modo que el mercado espera que sus precios sigan creciendo y que, para cuando la cosecha salga efectivamente al exterior, se obtengan mayores valores. Es evidente que el encarecimiento de estos bienes favorece a quienes los venden, elevando su rentabilidad, en tanto los costos quedan virtualmente quietos. Sin embargo, además, la mejora de sus precios puede beneficiar a la toda la economía, por lo menos por dos vías.  

En primer lugar, esta suba del precio de las exportaciones mejora el total de nuestras ventas al exterior. Aunque al momento hay incertidumbre sobre la magnitud de la actual cosecha, si las lluvias fueran favorables, el incremento rondaría los US$ 7.000 millones (70% de ellos gracias al complejo sojero y 30% al trigo y el maíz) comparado con los precios del primer semestre del año pasado. Este flujo adicional de divisas aliviaría las tensiones en el mercado cambiario, permitiendo fortalecer las Reservas netas del Banco Central o apreciar el tipo de cambio real, o una combinación de ambas. 

Luego un avance de la liquidación de divisas podría despejar expectativas devaluatorias, a la vez que serviría para afrontar el pago de deuda externa sin mayores tensiones. Alternativamente, sería una oportunidad para disminuir las restricciones a la compra de dólares. En particular, las dificultades que tienen los importadores para acceder a los dólares golpean la actividad económica y podrían suspenderse con un mayor influjo de divisas. Un desafío en este sentido será que las ventas al exterior efectivamente se concreten: la elevada brecha cambiaria y las tasas de interés en pesos por debajo de la expectativa de inflación/devaluación son claros incentivos para posponer/minimizar exportaciones (que deben liquidarse rápidamente en el oficial).  

Por otra parte, afirma Ecolatina, el aumento de las ventas al exterior incrementará las retenciones que cobra el Estado a los exportadores. Así, la ganancia externa también contribuye a una mejoría fiscal. Esta suba podría ubicarse por arriba de los  $180.000 M (0,4% del PBI, un 31% de los ingresos por retenciones del 2020), comparando las ventas al precio futuro más representativo de cada cultivo con su valuación a precios del primer semestre de 2020. En este caso, casi 90% del incremento sería explicado por el complejo sojero, que tiene mayores alícuotas que los otros productos. 

Por otra parte, contando con más reservas internacionales, el Banco Central podría optar por reducir el ritmo de aumentos del dólar oficial. Hoy en día esta cotización se mueve al ritmo de la inflación, pero si se rezagara con respecto al resto de precios, se abarataría el precio relativo de los transables. 

De lo evaluado se observa que la mejora de los precios internacionales es particularmente bienvenida en un contexto de tensiones cambiarias y déficit fiscal récord.  En términos inflacionarios y el carácter -por ahora- transitorio del fenómeno actual, esta situación se asemeja al boom de las commodities agrícolas que aprovechó la economía argentina en la primera década del siglo XXI. Luego del estallido de la crisis del 2001 y el default de la deuda, Argentina se apalancó en el precio récord de sus exportaciones para fortalecer sus reservas, incrementar sus políticas sociales y crecer sostenidamente hasta la pérdida de los superávits gemelos. 

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