A diferencia de lo que sucedía hace algunos meses atrás, cuando el precio del petróleo no paraba de subir, ahora el barril de crudo no para de caer. En las últimas jornadas, se negoció cercano a los US$ 80 y de esta forma, desde el máximo alcanzado en 2022, el precio del petróleo acumula una baja de aproximadamente 40%.
Entre los motivos se destacan
El Índice Dólar (DXY), que mide el desempeño de la divisa estadounidense frente a las principales monedas del mundo, acumula en el año un crecimiento del 18%.
La capacidad ociosa en la producción mundial de petróleo ha caído a niveles excepcionalmente bajos y hoy en día equivale a tan solo el 1,5% del consumo mundial, restaurarla requerirá de una recesión o al menos una desaceleración del ciclo económico.
Los inventarios de petróleo de Estados Unidos, incluida la reserva estratégica de petróleo, se han agotado al nivel estacional más bajo desde 2008.
Los productores de shale oil de Estados Unidos, que suministraron casi todo el aumento en la producción mundial de crudo entre 2010 y 2019, ahora están optando por limitar el crecimiento a cambio de obtener mayores ganancias.
Se produjeron grandes aumentos en las existencias de crudo y combustibles como resultado de las recesiones en 2001/02, 2008/09 y 2020, y las desaceleraciones de mitad de ciclo en 1997/98 y 2014/15.
El mismo vínculo entre la capacidad ociosa y la desaceleración del ciclo económico ha estado presente en otras industrias intensivas en capital, como la minería.
Esto explica por qué las presiones inflacionarias son cíclicas, moderadas inmediatamente después de una recesión, cuando la capacidad ociosa es abundante, y luego se acumulan progresivamente a medida que la expansión se consolida y la capacidad excedentaria se erosiona.
También explica por qué era inevitable que la Reserva Federal de Estados Unidos y otros bancos centrales se vieran obligados a endurecer agresivamente la política monetaria a medida que la expansión actual se consolidaba.
La presión inflacionaria derivada de la escasez de mercados de energía de capacidad ociosa y otras industrias ya se había intensificado a lo largo de 2021, mucho antes de la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022.
La Reserva Federal y otros bancos centrales no pueden reducir la inflación produciendo más barriles de petróleo, metros cúbicos de gas y megavatios de electricidad, pero pueden desacelerar la economía lo suficiente como para que el crecimiento de la demanda de energía vuelva a estar en línea con la tendencia en la producción disponible, reconstruir los inventarios y aumentar la capacidad ociosa a niveles más cómodos por eso es necesario en este momento equilibrar el mercado para no desbarrancar la economía.
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