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DEUDA DE LARGO PLAZO

¿Estados Unidos al borde del colapso? El dilema que enfrenta el Tesoro

Extender los plazos de su deuda o mantener el esquema heredado, ese el debate central que tiene hoy el Tesoro de Estados Unidos.

Extender los plazos de su deuda o mantener el esquema heredado. Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, dejó en claro que el momento para aumentar la emisión de bonos a largo plazo aún no ha llegado.

La inflación persiste y la Reserva Federal (Fed) sigue drenando liquidez mediante el ajuste cuantitativo. En este contexto, el gobierno de Trump enfrenta un dilema financiero crucial, con mercados cada vez más nerviosos y un margen de maniobra peligrosamente estrecho.

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La estrategia de Bessent y su impacto

Desde que asumió, Bessent criticó la estrategia de la administración anterior, que privilegió la deuda de corto plazo, lo que, según él, deprimió los rendimientos de los bonos largos y dejó al Tesoro en una situación vulnerable.

Sin embargo, en los hechos, no ha modificado de forma sustancial el esquema heredado. Sin embargo, en los hechos, no ha modificado de forma sustancial el esquema heredado.

La pregunta clave es: ¿Cuánto tiempo podrá sostener este modelo sin alterar las tasas de interés de referencia y desatar un colapso financiero?

El Tesoro estadounidense está atrapado en una trampa autoimpuesta. Cuanto más demore en extender los plazos, mayor será la presión sobre los vencimientos próximos. A su vez, si decide hacerlo, el salto en los rendimientos podría desencadenar un ajuste desordenado que impacte en toda la economía.

El foco en los bonos a 10 años

El foco de la política oficial está puesto en bajar el rendimiento de los bonos a 10 años, fundamentales para determinar costos de financiamiento como las hipotecas y los créditos corporativos. Según Bessent, el aumento en la producción de energía ayudaría a enfriar la inflación y, en consecuencia, a reducir las tasas de interés.

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El mercado no ve una baja de tasas en la próxima reunión (19/3) de la Fed.

El mercado no ve una baja de tasas en la próxima reunión (19/3) de la Fed.

Pero este razonamiento choca con una realidad ineludible: Los mercados temen que un giro en la política de emisión de deuda a largo plazo termine presionando al alza los rendimientos de los bonos, encareciendo el crédito y desafiando la sostenibilidad fiscal.

En un contexto donde la Reserva Federal sigue reduciendo su balance y drenando liquidez del sistema, el Tesoro enfrenta una lucha cuesta arriba para sostener las tasas sin desatar turbulencias.

Expectativas del mercado

Los inversores están atentos a los planes de financiamiento que el Tesoro dará a conocer en el próximo trimestre. Cualquier indicio de que la administración cambie su estrategia podría desatar volatilidad en los mercados financieros. Con una deuda federal que supera los 34 billones de dólares y déficits anuales descontrolados, las opciones se reducen drásticamente.

El margen de maniobra es cada vez más estrecho: Si el Tesoro insiste en renovar deuda a corto plazo, el riesgo de una crisis de refinanciamiento se amplifica, obligando al gobierno a pagar tasas cada vez más altas para atraer compradores.

Por el contrario, si decide alargar los plazos, podría provocar un salto en las tasas de interés que complique aún más la economía, golpeando el consumo, la inversión y el mercado inmobiliario.

En otras palabras, el Tesoro está jugando con fuego, y el mercado lo sabe.

La lupa de Wall Street sobre Bessent

Wall Street ya puso la lupa sobre Bessent. Sus decisiones no solo definirán la dirección del mercado de bonos, sino también el futuro de la política económica de EE.UU. El margen de error es mínimo y la tensión en los mercados es palpable.

Los grandes fondos de inversión han comenzado a ajustar sus carteras en previsión de un ajuste más agresivo en la curva de rendimientos. Si el Tesoro da señales confusas, la reacción puede ser brutal: ventas masivas de bonos, salto en los rendimientos y un nuevo episodio de volatilidad global.

La gran incógnita es si el gobierno tiene una estrategia clara o si, una vez más, el Tesoro se verá obligado a improvisar sobre la marcha, alimentando la incertidumbre y llevando a Estados Unidos a una nueva crisis financiera.

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