En una jugada clave para descomprimir tensiones y preparar un posible cambio de rumbo económico, el Gobierno lanzó un canje voluntario de bonos (deuda) que podría redefinir el panorama preelectoral y ayudar a la relación con el FMI.
La operación busca reestructurar vencimientos por 23 billones de pesos entre mayo y noviembre, eliminando riesgos que podrían ser explosivos en pleno calendario electoral.
Canje de bonos
La propuesta de la Secretaría de Finanzas incluye once instrumentos de deuda, entre bonos ajustados por CER y a tasa fija, que serán intercambiados por cuatro bonos duales con vencimientos entre marzo y diciembre de 2026.
Estos títulos ofrecen un atractivo diferencial: los inversores podrán optar por la tasa fija o la tasa TAMAR, asegurando siempre el rendimiento más alto.
El objetivo es claro: extender los plazos de la deuda y reducir la presión en el corto plazo, un movimiento crucial para evitar que la economía se desestabilice ante una venta masiva de bonos. De este modo, se protegerían tanto la inflación como el tipo de cambio, principales frentes de batalla en el actual modelo económico.
¿Un canje irresistible?
Con tasas anuales promedio del 29,7% y un incentivo estimado de 6 pesos por cada 100 invertidos, la oferta apunta a seducir a los tenedores de deuda. El paquete de bonos duales también supera las tasas forward y los rendimientos de instrumentos tradicionales como las Lecap, lo que podría inclinar la balanza a favor de su aceptación.
Aunque es atractiva en términos relativos, el éxito del canje dependerá de la disposición de los acreedores a comprometerse con un horizonte de mayor duración, en un contexto donde la incertidumbre y las presiones financieras no dan tregua.
¿Una jugada exigida por el FMI?
Detrás de esta estrategia podría haber una hoja de ruta marcada por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que exigiría no solo una acumulación más robusta de reservas internacionales netas (RIN), sino también avances concretos hacia un mercado cambiario unificado.
Desde diciembre, el Gobierno ha intervenido con más de US$ 1.000 millones para contener la brecha en el contado con liquidación (CCL), mientras los depósitos en dólares siguen en descenso.
Un cambio de reglas
El canje no es solo una herramienta técnica, sino una señal política. Si logra despejar los vencimientos de corto plazo, el Gobierno estaría en condiciones de avanzar hacia una eliminación de los controles cambiarios, una medida que muchos consideran inevitable.
Este paso permitiría liberar parte de la inflación acumulada, pero con una moneda más fuerte y bajo la supervisión del FMI, el impacto podría ser más controlado de lo que se anticipa.
Punto de inflexión
El éxito o fracaso de esta operación marcará un punto de inflexión. Por un lado, ofrece al Gobierno la oportunidad de ganar margen de maniobra en un año crítico; por otro, abre la puerta a transformaciones estructurales en el mercado cambiario.
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