A casi 20 años de los atentados del 11S del 2021 en USA, la historia tuvo un antes y un después y muchas industrias se vieron afectadas, pero una en especial: la de la aviación, los viajes aéreos. Estrictas medidas de seguridad junto con una gran disminución de la privacidad de los pasajeros tuvieron lugar en los aeropuertos estadounidenses.
SEGURIDAD AEROPORTUARIA
11S: El día que cambió la manera de volar
Luego del mayor atentado en la historia de USA, ¿cómo cambió el modo de volar el 11S? Estrictas medidas de seguridad y una gran disminución de la privacidad.
Quienes no hayan vivido el 11S se preguntarán cómo era viajar en avión antes del mayor atentado en la historia de USA. Y es que, si bien siempre existieron los controles, nunca fueron tan invasivos como luego de esa fecha.
Tras el 11S, aumentaron las máquinas de rayos X, los detectores de armas y de explosivos, capaces de analizar la composición química de los objetos. Llegaron los escáneres corporales que no dejaban ningún rincón de la anatomía de los pasajeros a la imaginación de los agentes. Las salas para controles especiales ocuparon cada vez más metros cuadrados en los aeropuertos.
Los atentados no hicieron más que poner la lupa en las lagunas de seguridad ya conocidas. El personal responsable de los controles en muchos casos no estaba cualificado para detectar las nuevas amenazas y la precariedad de sus empleos no ayudaba a formarlo.
El 9 de noviembre del 2001, dos meses después de los atentados, el entonces presidente estadounidense George W. Bush firmó una ley que creaba la Administración de Seguridad del Transporte (TSA, por sus siglas en inglés), una fuerza de inspectores de aeropuertos federales que reemplazó a las compañías privadas que las aerolíneas utilizaban para manejar la seguridad.
La ley requería que se revisaran todas las maletas facturadas, que se reforzaran las puertas de la cabina y que se pusieran en los vuelos más oficiales aéreos federales. Las medidas de seguridad evolucionaron con nuevas amenazas, por lo que se pidió a los viajeros que se quitaran los cintos, el calzado y sacaran algunos artículos de las valijas para ser escaneados. La obligación de sacarse los zapatos en los controles surgió poco después de los atentados de las Torres Gemelas.
Aunque ahora suene raro, antes del 11S estaba permitido llevar tijeras y cuchillos en el equipaje de mano, siempre y cuando midieran menos de 10 centímetros de largo.
De 2001 a 2003 la TSA secuestró más de 4.800.000 objetos prohibidos a bordo, desde pistolas, cuchillos a objetos inflamables, incluyendo cuchillas de afeitar escondidas en zapatillas de deporte.
Una de las principales diferencias de las listas vigentes antes y después del 11S, es que las anteriores eran muy genéricas. Después se establecieron listados que describen los artículos de forma detallada. Por ejemplo, si antes del 11S estaba restringido llevar en cabina "dispositivos para aturdir", "instrumentos contundentes" o "sustancias y dispositivos explosivos e incendiarios", la normativa posterior desciende al detalle. Se prohibirán desde pistolas Taser a patines de hielo, de encendedores con forma de arma a estrellas arrojadizas y bates de béisbol.
Después del 11S se mejoró la seguridad para la cabina de mando. Las puertas tendrían que ser lo suficientemente fuertes para resistir el estallido de una granada. También se instaló una medida pensada para evitar que un pasajero tomase el control del avión: se prohíbe que los pasajeros pasen a la cabina en el viaje y se instalan cámaras de circuito cerrado de televisión. La cabina se acoraza a prueba de balas y se generalizan los cierres con código. Solo el comandante (que además podrá portar un arma) puede desbloquear la puerta.
Antes de que la seguridad se volviera más estricta, tus amigos y familia podían acompañarte hasta la puerta, antes de abordar. Además, con el 11S se extiende a más vuelos la obligación de llegar al aeropuerto con una antelación de más de 2hs a tomar el avión. La obtención de visado se endureció y los pasaportes comenzaron a incorporar indicadores biométricos: fotografías digitales y las huellas de los dos dedos índices de los pasajeros.
Otras reglas fueron apareciendo, algunas desconcertantes, como los límites de líquidos porque posiblemente se podrían ser usados para fabricar una bomba. Esta medida no fue producto directo del 11S sino de un ataque terrorista frustrado en 2006.
PreCheck y Global Entry
Las largas filas creadas por las medidas posteriores al ataque dieron lugar a los "programas de viajero de confianza" PreCheck y Global Entry, en los que las personas que pagan una tarifa y brindan cierta información sobre sí mismos pasan por los puntos de control sin quitarse los zapatos ni las chaquetas o sacar las computadoras portátiles de sus bolsos de mano.
En su solicitud y en breves entrevistas, PreCheck pregunta a las personas sobre información básica como historial laboral y dónde han vivido, y dan una huella digital y acceden a una verificación de antecedentes penales.
Más de 10 millones de personas se han inscrito en PreCheck, pero la TSA quiere llegar a 25 millones. El objetivo es permitir que los oficiales de la TSA dediquen más tiempo a los pasajeros que se consideran de mayor riesgo.
Bajo la dirección del Congreso, la TSA ampliará el uso de proveedores privados para recopilar información de los solicitantes de PreCheck. Actualmente utiliza una compañía llamada Idemia y planea agregar dos más para fin de año: Telos Identity Management Solutions y Clear Secure Inc.