Los números 1.107 y 1.112 no pertenecen a los premios mayores de la Lotería de Navidad sino a los decretos -modificatorio en un caso, y reglamentario en el otro-, que introdujo el gobierno libertario a la Ley de Seguridad Interior y la Ley de Defensa Nacional. No obstante, en el “ mundo gorra” son dos verdaderos “gordos navideños”.
INCERTIDUMBRE Y TEMOR
Triste Navidad militar 2024: Defensa Nacional y Seguridad Interior
Incertidumbre y temor en filas castrenses por el regalo de Navidad de Javier Milei: cambios por decreto de la Ley de Seguridad Interior y de Defensa Nacional.
Hablando de Navidad, la proximidad de la festividad cristiana fue propicia para que durante la noche del sábado 21/121 un grupo de militares de alta graduación ofreciera un agasajo al que, curiosamente, fue invitado un reducido grupo de periodistas vinculados con la crónica militar. (Gracias por ello)
Allí, una vez más, los uniformados (aunque vestidos de civil) se despacharon sin reservas contra los principales lineamientos con los que los decretos reglamentarios propiciados por el tándem Patricia Bullrich / Luis Petri (en este orden) pretenden alterar la voluntad del legislador al momento de la sanción de las leyes 23.554 y 24.059 (Defensa y Seguridad Interior, respectivamente).
No pasó desapercibida la presencia de funcionarios que formaron parte de la gestión de ambas carteras durante parte del presente año y que -por diferentes motivos “personales”- han preferido alejarse de la gestión.
“Es cierto, en Chile, Brasil, Colombia, Perú y varios otros países de la región es usual ver al personal militar involucrado a diario en tareas inherentes a la seguridad interior”, reconocen sin tapujos los anfitriones.
También es cierto – agrega este cronista- que para el caso particular de las armadas -excepto Argentina, USA y Canadá- el rol de autoridad marítima civil es ejercido por fuerzas militares sin contarse con la presencia de una policía civil marítima tal como lo es la Prefectura Naval Argentina.
Ahora bien, nunca mejor aplicado en este tema que el viejo dicho que reza que “todas las comparaciones son odiosas”. El presente de Argentina deviene de su historia particular y parte de esa historia incluye un periodo negro el que según quien lo describa puede mutar desde “guerra antisubversiva” a “represión ilegal”.
Victoria Villarruel
Es un hecho irrefutable que a más de 40 años de aquellos hechos, quedó como saldo miles de militares procesados, cientos de ellos muertos en prisión sin condena, ningún guerrillero detenido y… dos leyes que pretenden evitar que la historia se repita alejando definitivamente a los militares de cualquier tarea relacionada con la seguridad interior a menos que, circunstancias extraordinarias de gravedad extrema lo tornen inevitable y previa declaración del estado de sitio declarado por el Congreso Nacional.
Esas leyes votadas en forma unánime por todo el arco político nacional podrán tener defectos, pero no solo le dieron tranquilidad a la sociedad civil, sino que además le garantizaron a capitanes, tenientes, sargentos y cabos que nunca más ningún superior les ordenaría hacer algo que años después podría ser escrutado por la justicia, reputado como “crimen de lesa humanidad” y conducirlos sin escalas a terminar sus días en las nada confortables instalaciones del penal de Marcos Paz.
Bullrich y Petri, propusieron cambiar el paradigma en su campaña electoral y la comunidad militar les dijo no de la única forma en la que un militar puede oponerse sin cometer insubordinación. Es decir, en las urnas.
Victoria Villarruel y Javier Milei (una vez más, en ese orden, disculpas 'Javo' pero es cronológico) les aseguraron a los uniformados que se los preservaría de que no se cometan los errores del pasado y que se les aseguraba que no serían empeñados en tareas ajenas a la defensa nacional. Así fue como el voto militar reventó las urnas con un 90% de adhesión a LLA.
Ya lo he dicho, pero lo repito. Villaruel ganó, pero perdió. La ex dupla presidencial devenida ahora en dupla ministerial (Bullrich / Petri) perdió, pero ganó. No hace falta abundar en el concepto.
Con la prolijidad que caracteriza al personal militar, ninguno de los oficiales superiores que se refirió al tema en la velada lo hizo sin haberse deglutido enteritos ambos decretos. Consecuencia de esa “deglución” es que los calificativos que ambos arrojan son: Difusos, vagos, poco claros, confusos, ilegales, antirreglamentarios, conflictivos, desprolijos, oportunistas y para el final en mayúsculas y negritas el que más resuena, peligrosos.
Pretender analizar a fondo ambas normas en una nota periodística deviene en imposible. Lo que, si puede hacerse recogiendo el grueso de las opiniones dadas por quienes eventualmente arriesgarán su vida cumpliendo las nuevas directivas y su libertad por haberlas cumplido, es que como en tantas otras áreas de la actual gestión prima el golpe de efecto por sobre la razonabilidad o el sentido común.
“Si se nos ordena que nos hagamos cargo de la seguridad interior de una instalación nuclear presuntamente expuesta a una amenaza terrorista ¿Se entiende que la instalación será militarizada? Sino es así, ¿El oficial militar a cargo de la seguridad de la instalación reporta a su comandante superior o al jefe civil de la instalación protegida?”, pregunta uno de los coroneles presentes.
A partir de esa intriga disparadora, las lenguas se soltaron y los interrogantes se cuentan por decenas.
Uno de los planteos más recurrentes es:
- ¿Qué pasaría cuando en una instalación “estratégica” se produzca un conflicto interno tal como una protesta gremial, una toma sin ninguna otra intención que lograr un Derecho Laboral y los soldados reciban la orden de desalojar, reprimir o reestablecer el orden?
- ¿Deberían los bravos militares pedir ayuda a las fuerzas policiales a las que se supone que ellos mismos relevaron en sus funciones originales?
Hace unos días, un lúcido teniente coronel muy versado en temas de defensa y seguridad razonaba: “Tanto en materia de seguridad como de defensa existe el concepto de la gradualidad de la respuesta a la amenaza. Cuando hablamos de FFAA en auxilio de FFSS se entiende que la misma se debe dar cuando las primeras concurren a controlar una situación que ha desbordado a las segundas sea por el nivel de amenaza involucrado, el poder de fuego del agresor, la cantidad de agresores etc”.
Y luego completó:
Conclusión, se necesitan más policías, especialmente más gendarmes -que para satisfacción de la ministra Bullrich tienen estado militar- y no militares propiamente dichos.
“Nada en los decretos dados a conocer en las últimas horas tiene una definición concreta de algo. No se definen cuales son los objetivos estratégicos, aunque se sugiere que pueden ser una ruta o un puente. ¿Pretende el gobierno que infantes de marina o de ejército liberen el puente Pueyrredón si se lo ordena?”, se pregunta el único oficial naval presente.
Los fumigadores
Simpático mote que se han ganado los 4 “terroristas” vestidos con los mamelucos típicos de quienes manipulan productos químicos que días atrás “amenazaron” a la ministra Bullrich y al gobernador Maxi Pullaro con un lenguaje más propio de una balada de L-Gante que de una temible banda narcoterrorista.
No obstante, el mundo militar teme que ante cualquier sátira de ese o acaso un más patético temor el instrumento militar de la Nación sea puesto a ordenes de un funcionario policial o político de un determinado municipio, con una muy probable catarata de órdenes y directivas superpuestas, contrarias, confusas y por sobre sin ningún responsable claramente identificado a la hora de responder a la inevitable citación judicial.
Alguno de los jefes de las Fuerzas Armadas consultados sobre este tema, comparó lo que se pretende de las FFAA a nivel local con lo que habitualmente tienen como misión los militares desplegados en alguna de las muchas misiones de paz de las que Argentina ha formado parte.
En principio el concepto es lógico y coherente, aunque no es menos cierto que una cosa es el exterior y otra el patio trasero de la propia casa.
El tribunal de Nuremberg
En un pasaje de esta columna se hizo referencia a lo odioso que resultan las comparaciones, pero tal vez exista una que debería ser muy meditada por todos los oficiales jefes y subalternos, por todos los suboficiales e incluso por la tropa ya que serán ellos los que llegado el caso pongan el pecho a las balas y el trasero en el banquillo de los acusados.
El famoso tribunal que los aliados vencedores de la 2da. Guerra Mundial instituyeron para juzgar el inconmensurable exterminio nazi durante la misma, llevó al estrado tan solo a 24 jerarcas del temible régimen. La mitad fueron condenados a muerte, 7 a prisión y 3 resultaron absueltos. El resto se suicido en prisión. No hubo tenientes, sargentos, ni cabos respondiendo por las terribles órdenes recibidas y cumplidas.
En Argentina, luego de una suerte de Nuremberg vernáculo se juzgó a los máximos responsables del denominado 'Proceso de Reorganización Nacional', no hubo ejecuciones, sí prisión para la inmensa mayoría y alguna absolución.
Luego llegó la hora de los coroneles que reportaban a aquellos generales, de los capitanes que obedecían a esos coroneles y hasta de los cabos que transportaban a ignotos tenientes que jamás habían intercambiado una palabra con los genocidas.
No es opinión. Es lo que pasó. Cada uno lo juzgará como mejor le parezca, pero no es menos cierto que aún hay tenientes de fragata de los '70 que fueron llamados a rendir cuentas (y cumplen condena actualmente) cuando ya eran capitanes de fragata y luego de haber seguido sirviendo en su fuerza y ascendido en democracia hasta finales de los '90, en virtud precisamente de un “cambio de paradigma”.
Los más optimistas piensan que estos decretos son solo un 'golpe de efecto' y que no hay posibilidades fácticas de que puedan ponerse en práctica.
Otros vislumbran una inevitable catarata de consecuencias que comenzarán a tomar fuerza ante el próximo volantazo de la política argentina.
Tal vez ha llegado la hora para buena parte de la comunidad militar de meditar en familia si el sagrado juramento de “Seguir constantemente a la bandera y defenderla hasta perder la vida” incluye el altísimo riesgo de perder la libertad por seguir también los antojos del paradigma de moda el que como bien sabemos cambiará una vez más tarde o temprano.
Para pensar… Feliz Navidad.
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