CÓRDOBA. La semana política de Córdoba dejó, como foto principal, a Juan Schiaretti realizando la primera gran renovación de su gabinete de gobierno en más de 10 años de gestión como gobernador de Córdoba. Con la expulsión reciente de dos de sus más cercanos hombres como lo eran Diego Cardozo (Salud) y Alfonso Mosquera (Seguridad), el mandatario cordobés intentó apaciguar la llama de los dos escándalos más grandes que le hayan explotado en la mano.
PANORAMA
Semana 360: Schiaretti contuvo incendio gracias a JxC tibio
La semana pasada dejó la imagen viva del gobernador apagando el primer gran incendio en sus años de gestión. Juntos por el Cambio se durmió.
En el caso de Cardozo, la pandemia había realzado su imagen como funcionario e incluso se proyectaba como posible ingreso político de cara al 2023. Sin embargo, el escándalo de los bebés muertos del Neonatal se lo terminó llevando puesto e incluso le tiró encima una imputación por omisión de deberes de funcionario público.
Por el lado de Mosquera, además de haber tenido que administrar la cuarentena más dura, fue quien tuvo que lidiar con una Policía podrida que terminó tirándole varios muertos en el placard. Entre ellos, Blas Correas, el adolescente que fue asesinado sin razón por efectivos de la fuerza.
Con esos dos pesos muertos en la gestión, Juan Schiaretti entendió que la situación ameritaba un cambio. Y aprovechó la pasividad de la oposición para hacerlos de pie, manejando los tiempos.
Claro, no es lo mismo cambiar el gabinete de manera urgente, que hacerlo con una presentación formalizada, en tiempos y espacios organizados. En sí mismo, una muestra de fuerza propia, pero por debilidad ajena.
En ese sentido, Juntos por el Cambio pareció haber desaprovechado la oportunidad de sacar rédito de los yerros de los funcionarios más cercanos al gobernador. De hecho, en las críticas lanzadas al peronismo cordobés por ambos (Cardozo y Mosquera), en ningún momento se intentó salpicar al gobernador cordobés.
Eso resulta más que extraño si se tiene en cuenta la enjundia que le ponen algunos opositores a sus discursos a la hora de decir que quieren ser gobernadores y que incluso están dispuestos a romper la paz dentro de la coalición para serlo. ¿Por qué tanto respeto?
Para la oposición, se hará muy cuesta arriba una competencia contra el aparato peronista en Córdoba si se deja pasar las oportunidades abiertas de golpear con contundencia. Tal vez el freno esté puesto en base a un posible acuerdo mayor de la dirigencia nacional con el mismo peronismo, que termine dilapidando las intenciones pasionales de algunos socios de Juntos por el Cambio.
Como sea, a Juan Schiaretti le sirvió la falta de timing opositor para darse una semana de renovaciones. Y así enfrentar su última etapa como gobernador sin posibilidades de ser señalado por los escándalos que sacudieron a su gestión.
En la próxima semana, al mandatario de Córdoba le espera un anuncio importante, si es que se cumple su “plan primavera”. En este, expondría al público su postura de cara al 2023, por la que ya se sabe que, de mínima, trabajará para armar una propuesta para competir con el kirchnerismo.
También se especula con una posible candidatura, aunque eso sería aventurarse mucho más allá de una semana. Y eso, en la política argentina, es una exageración.
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