Martín Menem se lo puede explicar en detalles a los de la UCeDé Nacional que han regresado a escena, creyendo que hay una reivindicación de las ideas liberales. En La Rioja la diferencia no fue el discurso sino quién lo dijo: Javier Milei, ¿qué liderazgo tienen los de la UCeDé para rivalizar? La democracia moderna vota personas antes que ideologías y quien no lo entienda debería estudiar el ABC del marketing político.
ESPACIO LIBERAL
Peronismo no K espera a Javier Milei, no a José Luis Espert
Diana Ferraro es peronista que reivindica la experiencia de los años '90, y es interesante el comparativo entre Javier Milei y José Luis Espert.
Diana Ferraro reivindica el peronismo de los años '90, el de Carlos Menem, aún cuando muchos peronistas lo vivan con vergüenza inexplicable, quizás porque perdieron la batalla cultural con Elisa Carrió y los Kirchner, o huyeron del campo de batalla. Hay demasiados buenos fundamentos para dar ese debate, y Urgente24 siempre ha cuestionado la preferencia tan peronista de esconder la ideas para conseguir un buen empleo público. En cuanto al PRO, que tiene a algunos neoperonistas y ex peronistas, nunca fue liberal sino que es socialdemócrata, ya se sabe.
En este contexto, aquí se reproduce la columna de Diana Ferraro, titulada "El peronismo y la reorganización del espacio liberal":
Para el peronismo liberal, la esperanza que trajeron las PASO se diluyó tras las elecciones legislativas del 14 de noviembre.
El kirchnerismo perdió, pero el peronismo territorial, que debería haberse rebelado para marcar la improductividad de la gestión kirchnerista, no lo hizo y acompañó una vez al victimario de su población, creador del 50% de pobreza.
En los días siguientes, además, la CGT organizó una masiva marcha creando la ilusión de una falsa opción entre el presidente y el kirchnerismo, como si el presidente, a esta altura fuera algo sustancialmente diferente de Cristina Fernández.
O sea, volvió a fallar el peronismo defensor de los trabajadores y de los pobres, el que precisa con urgencia una revisión creativa de la política económica y de las leyes laborales—desde lo más valioso del ideario peronista pero renovado en sus instrumentos para ser eficaz y cumplir con su propósito.
Así, el PJ-Kircherismo luce hoy como algo unificado tras la decadencia del kirchnerismo y el simultáneo amontonamiento insensato de gobernadores, intendentes y sindicalistas, esa otra novedad que dejaron las legislativas.
La única novedad en el desolador panorama general es que el Presidente, en tanto presidente del PJ, anunció internas abiertas para 2023. Faltaría además, para terminar con todos los dedos, una ley que derogue la 'lista sábana'. Pero de eso, no se habla.
En la oposición las cosas no parecen tampoco demasiado prometedoras si pensamos en la absoluta necesidad de una política liberal sin prejuicios ni lentitudes.
Sin embargo, la oposición ya no se limita al PRO-radicalismo. Ahora se cuenta también con el liberalismo de José Luis Espert y de Javier Milei, presentado sin aditamentos y, obligatoriamente, a la búsqueda de un esqueleto territorial que lo contenga. Similar a la necesidad que llevó al PRO a aliarse con el radicalismo.
¿Habrá ya mismo y de cara al 2023 un germen de gran coalición liberal? Deberían ya comenzar las conversaciones informales con la mirada puesta en un nuevo espacio, que no es el PJ (hasta que un gobernador liberal como Juan Schiaretti gane eventualmente la prometida interna y pueda convocar a un frente) ni el Partido Radical (que persistirá en su tradicional línea social-demócrata y republicana).
¿Es Cambiemos/Juntos una opción liberal? Además de cambiar una vez más su nombre, el PRO tendría que declararse terminantemente liberal y el peronismo republicano que hasta ahora lo acompaña, hacer lo mismo. Pero, temerosos de debilitar la única oposición hoy visible, los radicales y la Coalición Cívica previsiblemente lucharán para que continúe la misma coalición anti-todos los peronismos o captadora de peronistas sueltos social-demócratas o republicanos, pero nunca francamente liberales.
Todo el juego está abierto para quienes se den cuenta de que sólo la absoluta innovación en el modo de pensar la política argentina puede crear la suficiente masa y fuerza como para lograr el cambio que se precisa.
Un buen modo de iniciar las conversaciones sería el de proponer un gobierno fantasma paralelo, proponiendo a la ciudadanía:
- metas claras de corto y largo plazo,
- una guía segura para una acción unificada en ambas cámaras del Congreso,
- un conjunto técnico de expertos con metas liberales para diseñar un completo programa de gobierno, sin el cual las mejores intenciones volverán a naufragar,
- un equipo político destinado a clarificar para cada una de las tradiciones políticas, todo aquello que aún no atinan a comprender y apoyar.
- un contexto de suavidad y racionalidad para demostrar que es posible construir en conjunto.
La Argentina se debe a sí misma este salto cualitativo en su dirigencia para ser la gran nación que debe y puede ser; con un pueblo más feliz que nunca, dueño por fin de su destino.