La guerra en Ucrania se hace presente en titulares que suelen hacer incapié en cómo se desarrolla lo bélico entre países, como si éstos fueran individuos, dejando a aquellos que viven el conflicto para el después: las historias humanas toman protagonismo una vez que la guerra pasó. En este caso, Netflix tiene una película de posguerra protagonizada por una irreconocible Lily James, para todos aquellos que probablemente la hayan visto por primera vez caracterizada como Pamela Anderson en Pam and Tommy.
James encarna a una columnista londinense llamada Juliet Ashton en La sociedad literaria y del pastel de cáscara de papa de Guernsey, una historia humana que resurge la esperanza ante la adversidad y los horrores de la pérdida. Esta escritora establece una amistad con los residentes de Guernsey Island tras la Segunda Guerra Mundial, y decide escribir un libro sobre sus experiencias durante el conflicto armado.
Pero ella llega hasta allí por un suceso producto del azar, que es el responsable de abrir esta historia: Juliet (en Londres) disfruta del florecimiento de su éxito en el mundo literario, justo cuando recibe una carta de Dawsey Adams (Michiel Huisman), un jóven de la localidad isleña.
El hombre desconocido le explica que posee un libro que alguna vez le perteneció a ella (dado que sus datos personales se encuentran escritos en la primera página) y menciona la existencia de un club de lectura, cuyo nombre surgió por haber tenido que, literalmente, esconder un cerdo.
Finalmente, el remitente de la epístola aprovecha la carta para solicitarle a Juliet la dirección de alguna librería en Londres, en la que él pueda conseguir Cuentos de Shakespeare de Charles Lamb. La fascinación por la lectura de Juliet se invade de empatía, pero ella necesita más respuestas. Por lo que decide conseguir el libro para esta persona a cambio de que le responda tres preguntas:
¿Por qué debían ocultar el cerdo? ¿Cómo fue que un cerdo los hizo crear una sociedad literaria? Y la más apremiante de todas: ¿Qué es un pastel de cáscara de papa?
La sociedad literaria y del pastel de cáscara de papa de Guernsey, título largo pero memorable
Este film sorprende por varios motivos, el primero de ellos es que la explicación acerca del nombre de la sociedad se produce a pocos minutos del comienzo, entonces aquello que suponíamos iba a tratarse de una especie de anzuelo para captar el interés del espectador, por el contrario, funciona como motor para la intriga.
El espectador sabe por qué nombraron así al club (y qué papel ocupa el cerdo en todo esto) pero resulta insuficiente, el público necesita saber más. Por tanto la audiencia, al igual que Juliet, es captada por la misma curiosidad, por el ansia de conocer un poco más la historia de aquellos integrantes de la pequeña isla de Guernsey.
Lo más interesante es cómo este film pasó sin pena ni gloria por el ojo del algoritmo hasta sumergirse en las oscuras fosas de la no métrica, sobre todo al tener a una actriz que ya había sido masificada por Disney en el live action de Cenicienta, y a pesar de ser una historia tan curiosa como las que preceden el historial cinematográfico de Lily James.
La historia se toma su tiempo en desarrollar a los personajes, al mejor amigo y editor de Juliet, a los residentes de esta pequeña comunidad que fundó un club de lectura como fachada para ocultarse de los nazis a plena vista. La sociedad literaria... muestra los grises de las guerras, las contradicciones de aquellos que participan y aquellos que no, humaniza las decisiones de quienes deciden dar incluso sus vidas por ayudar a un prójimo, aunque no lo conozcan.
Lo único que se puede captar como patrón, es que a los consumidores de Netflix no les gustan los títulos largos, pero deberíamos atañarnos más a no juzgar a los libros por su cubierta, ni a las series por sus extensos títulos, porque podríamos perdernos historias muy disfrutables en el proceso.
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