El gobernador bonaerense, Axel Kicillof, ganó los comicios de octubre con un par de décimas de votos más que el titular de la fórmula presidencial, Alberto Fernández, pero si algo lo había caracterizado en la recorrida de campaña que hizo por los 135 municipios de la provincia, fue que no generó empatía a nivel de los alcaldes, sobre todo los aliados en el espacio del Frente para Todos.
ALINEANDO PLANETAS POLÍTICOS Y TERRITORIALES
Tras el ninguneo, ahora Axel pacta el gancho de los jefes municipales
Armar el presupuesto del principal distrito del país, como la provincia de Buenos Aires, implica manejar una serie de equilibrios políticos y financieros tanto con Nación como con los 135 poderes territoriales que la integran. El nuevo gobernador, Axel Kicillof, intentó imponer en la Legislatura un esquema de ingresos a las arcas provinciales que soslayaba ese juego de negociaciones ya establecido y reemprenderá el camino tratando en principio con los jefes comunales de Juntos para el Cambio, porque para conseguir algo de la tropa oficialista comprobó que no basta con la chapa de CFK, sino que primero tiene que arreglar con el grupo que responde a Alberto Fernández. De todos modos, como el denominador común de las 3 jurisdicciones (nacional, provincial y municipal) es la recaudación y los contribuyentes son los mismos, coordinar las necesidades operativas no es una tarea sencilla. Los alcaldes vinieron afrontando la crisis macroeconómica mediante una ampliación de la plantilla de empleados, que la ubica en un promedio de 1 por cada 10 habitantes, y una presión tributaria de elevado tono, con revalúos incluidos, sobre inmuebles e ingresos brutos. Pero fundamentalmente debieron apelar a bicicleteos contables que los obligaron a tejes y manejes en la gestión, con el consecuente ocultamiento. El 70% de los municipios bonaerenses descendió a un nivel entre bajo, regular y nulo, según ASAP, y no cuenta con margen para repetir los procedimientos si la provincia les transfiere el peso del ajuste. Ninguno de los jefes comunales que tallan al momento de negociar tiene actualmente espaldas para amortiguarlo. La mejor imagen recae en intendentes que no figuran en las agendas de los poderes políticos.
Eran recurrentes las quejas para con él del grupo que lideraba un hombre de confianza del mandatario electo, como que ha sido designado ministro de Obras Públicas tras triunfar holgadamente en el partido de San Martín, Gabriel Katopodis.
Apenas juró en la sede platense del Mayor Estado argentino, el joven ahijado político prodigio de la vicepresidenta CFK les mojó la oreja a los poderes territoriales, cuando pretendió concentrar bajo su órbita todos los aportes que efectúa Nación directamente a las comunas para, recién después, proceder a distribuirlos entre los destinatarios.
Kicillof tuvo que dar marcha atrás, lo mismo que cuando quiso que el Parlamento le aprobara de arranque un proyecto impositivo con polémicos aumentos casi a libro cerrado, haciendo valer el quórum propio.
Al final, 2 diputados del oficialismo pegaron el faltazo y no consiguió reunir el número para imponérselo a la oposición.
Ergo, Kicillof tuvo que rearmar la agenda para un nuevo abordaje legislativo, empezando por el espinel de los intendentes de Juntos para el Cambio, a fin de intentar persuadirlos de que disciplinen a sus representantes parlamentarios. Debió avenirse a respetar el statu-quo político en el distrito para negociar acuerdos y enhebrar su estrategia.
Su trayectoria tiene similitudes con la del actual ministro de Hacienda y Finanzas, Martín Guzmán, en que ambos provienen de escuelas internacionales de la teoría económica y fueron importados a uno de los escalones superiores de la función pública en 2013 y 2019, respectivamente, por cada uno de los integrantes de la actual fórmula presidencial.
Kicillof tropieza en sus primeros esbozos como máximo responsable del principal distrito argentino con los poderes territoriales constituidos en la provincia, a los que ya Néstor Kirchner había querido acceder directamente salteando a la autoridad de La Plata, que por entonces seguía controlando Eduardo Duhalde.
Ahora, Alberto Fernández pretende coordinar desde la Casa Rosada un puente federal que también integran los de la la liga de gobernadores.
En la primera línea de la oposición, se topa con los intendentes de Vicente López, Jorge Macri, y de Lanús, Néstor Grindetti, que traen proyectos propios aunque estén más alineados en el sector mayoritario.
Desde una posición más contemporizadora se agrega a ese frente el decano bonaerense, Gustavo Posse, quien está al comando de San Isidro desde que reemplazó a su padre, Melchor, en 1999.
Su nexo con el gobierno actual es el también peronista ex titular de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó.
Intendentes del PJ como Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Juan Zabaleta (Hurlingham), Juan Pablo de Jesús (partido de la Costa), Julio Zamora (Tigre) y por cierto el ahora ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis (San Martín) aparte de quien iba a ser designado secretario del área nacional, Mariano Cascallares (Almirante Brown), si bien no se encuentran en la vereda opuesta, tienen antes que nada línea directa con el jefe de Estado, a quien Kicillof evita reportarse.
En cambio, Mayra Mendoza (Quilmes) y Mariel Fernández (Moreno), que militan en La Cámpora y asumieron con sus propios problemas de gestión, parecen más proclives a una negociación.
El presupuesto soy yo
El ordenamiento de números que elaboró con la pericia propia de un ministro de Economía a fin de arrancar la gestión en áreas claves como la educación y la salud; y poder mostrar algo en 2 años, cuando sea el momento de la elección de medio término, no reparó precisamente en las urgencias perentorias que afrontan las administraciones municipales, las que abrevan de los mismos contribuyentes y además, tienen que prestarles servicios cuerpo a cuerpo.
El derrame que estuvieron recibiendo en el interior de los éjidos en estos 4 años, más que ser de inversiones, penetró en forma de inflación, recesión y voracidad recaudadora, lo cual obligó a los poderes locales a apelar a múltiples piruetas para morigerar el desgaste al que se veían sometidos.
La más frecuente consistió en ampliar la absorción de personal como amortiguador de la crisis pero también para ensanchar la propia base electoral mediante un cautiverio compuesto por cargos y favores.
Así se llegó a que haya casi 1 empleado municipal cada 10 habitantes en las 135 intendencias bonaerenses: el promedio al que se había llegado hasta el año pasado fue del 3,12% de trabajadores de planta respecto de la población total, con el pico más alto en Monte Hermoso (FpT), que cuenta con 6.499 habitantes y 631 empleados municipales, de modo que el 9,71 % de la población son municipales.
En la estimación presupuestaria que hace el Tribunal de Cuentas tenía una solvencia del 44%. El resto 'chi lo sa'.
Está, asimismo, el caso de otro distrito del FpV, como Almirante Brown, con apenas el 0,40% de trabajadores municipales (2.289, frente a una población de 578.513 personas) que mantenía fuera de plantilla 6.500 trabajadores del plan "Hacemos futuro", y por lo tanto la solvencia era también del 44%.
Si se mira este peso por el lado salarial, Malvinas Argentinas y Saavedra serían los que mejores niveles pagan, mientras General Pueyrredon figura entre los que mayor cantidad de recursos dedican a sueldos, en contraste con Lincoln, Monte y José C. Paz, que son los que acarrean la carga más liviana.
No extraña que cocinar en las administraciones estos ingredientes repercutió en el índice de transparencia de las gestiones, en cuanto a las complicaciones que en tales circunstancias trajo aparejado divulgar las cuentas públicas y a cómo afectaron el grado de accesibilidad del ciudadano a la información presupuestaria, fiscal y económico financiera.
De acuerdo a un informe recientemente confeccionado por la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP), más del 70% de los municipios de la provincia de Buenos Aires descendieron a un nivel de transparencia entre bajo, regular y nulo: 11 subieron; 29 se hallan en un nivel medio, 57 en nivel bajo o regular y los restantes 38 en un nivel nulo de información.
Fueron 3 las ovejas blancas en materia de transparencia fiscal: San Cayetano, Chivilcoy y Saavedra, que totalizaron 100 puntos, “exponiendo de manera clara, accesible al ciudadano y sin rezagos tanto el Presupuesto del Ejercicio, como la Situación Económico Financiera, la ejecución presupuestaria relevada y la evolución del stock de deuda y los servicios de la misma”, dice el reporte.
La clasificación es en 4 grupos:
** los de alto cumplimiento (75 a 100 puntos): San Cayetano, Chivilcoy, Saavedra, Moreno, Tandil, Vicente López, La Matanza, Laprida, Rauch, General San Martín y Baradero,
** los de cumplimiento medio (40 a <75: Junín, Lobos, Colón, Chascomús, Bahía Blanca, General Belgrano, General Villegas, Carlos Casares, Bragado, Coronel Pringles, Avellaneda, Navarro, Coronel Suárez, Berazategui, Salliqueló, Suipacha, Coronel Rosales, Saladillo, Pilar, Olavarría, Mercedes, Morón, General Madariaga, Ayacucho, Trenque Lauquen, Villarino, San Nicolás, General La Madrid y Carlos Tejedor
** los de bajo o regular cumplimiento (>5, <40): es el más numeroso, y
** los de nulo cumplimiento (de 0 a 5): más de la mitad perteneciente a Cambiemos.
Más allá de los subterfugios administrativos aplicados, otros indicadores relacionados con la gestión municipal más relacionados con la economía social marginal, la tasa de trabajo y desempleo, y que se reflejan por ejemplo en índices como el de Producto Bruto Geográfico (Riqueza Natural y Producción), Producto Bruto Interno Per Cápita, Recurso edafológico (Calidad de la tierra) y el índice de Desarrollo Humano, condicen con la imagen de los jefes comunales que releva la consultora GACH de Tres Arroyos, a cargo de Germán Christensen.
Los que figuran con la mejor imagen positiva y de gestión son Esteban Acerbo (Daireaux), Mario Secco (Ensenada) y Miguel Gargaglione (San Cayetano), seguidos por Sergio Bordoni (Tornquist).
Paradójicamente Daireaux es un partido bonaerense que figura en la nómina de ASAP como con nula transparencia, lo mismo que Hurlingham, uno de los preferidos de la Casa Rosada.
En momentos de conteo de porotos para acreditar poder, estas virtudes casi que no cuentan, ni tampoco los márgenes que cada uno haya logrado en las urnas, sino el peso que puede ejercer cada municipio y el grado de influencia de sus líderes en los poderes nacional y provincial.