La búsqueda por el equilibrio se ha priorizado después de estos difíciles años de pandemia, donde el grueso de la población experimenta un aumento tanto del estrés como de la ansiedad, por lo que las terapias alternativas para aprender a transitar estas circunstancias han estado a la alza: prácticas como la meditación o la respiración consciente para llegar a la relajación son grandes opciones, pero un gran aliado olvidado es el conector universal: El agua.
ALTERNATIVAS
Atravesar la ansiedad con el agua, una terapia subestimada
El agua es un elemento que ayuda a descender los niveles de ansiedad, las claves para entender la forma en que lo hace radican en una palabra: Asombro
Los neurocientíficos aseguran que tiempo cerca de océanos, lagos, ríos junto a otros espacios azules puede brindar una variedad de beneficios que incluyen reducir la ansiedad, aliviar la fatiga mental y rejuvenecernos. De la misma forma que participar en actividades acuáticas como nadar o surfear pueden ayudarnos a entrar en un estado de flujo en el que nos abstraemos por completo en lo que estamos haciendo. Ricardo Gil-da-Costa, neurocientífico y director ejecutivo de Neuroverse, ha estudiado cómo el agua afecta nuestro cerebro, y sostiene que las conclusiones hablan por sí solas:
La capacidad de asombro, el gran aliado de la meditación en el agua
No obstate, uno de los hilos conductores a esta sensación de sociego que producen los cuerpos acuáticos es el asombro: La respuesta emocional a algo vasto que se expande y desafía la forma en que vemos el mundo, es un elevador natural del asombro. Esta emoción puede disminuir el estrés y ayudar a poner las cosas en perspectiva. Del mismo modo, el agua tiene propiedades especiales que pueden impulsar un impacto positivo de la naturaleza, dicen los psicólogos ambientales. Cuando se está cerca, a menudo hay menos información visual y auditiva para procesar, lo que quiere decir que la mente puede descansar.
El factor más importante es que el agua es dinámica. Se mueve rítmicamente, produciendo un juego de luz, color y sonido fascinante. Mantiene nuestra atención, pero no de una manera demasiado exigente. Los investigadores llaman a esto fascinación suave. Le da a nuestro cerebro un descanso de la atención intensa y enfocada que requiere gran parte de la vida diaria y que está agotando cognitivamente a la población. Marc Berman, director del Laboratorio de Neurociencia Ambiental de la Universidad de Chicago, enfatiza en los efectos restauradores de una meditación junto a un cuerpo de agua:
El sonido del agua, normalmente constante, suave, tranquiliza el interior. Si bien no posee olor, sí pueden sentirse aromas cercanos al agua que nos remitan a ella, dependiendo el contexto en el que nos encontremos. En un bosque, el agua de un río puede oler a pastizal fresco, mientras que en una playa, el mar puede oler a salitre. Ésto puede provocar recuerdos junto a asociaciones positivas. Cuando estamos flotando en el agua, en estado de meditación, nuestro cuerpo también puede proceder a la relajación, de una manera que nunca podemos hacerlo en tierra.
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