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Un simple hábito de meditación elevará tu mente al máximo

Las virtudes de la meditación y la relajación son indispensables para desconectarse del estrés diario que impacta en la vida de las personas

La sociedad se acostumbró a ir rápido. No es ningún secreto que el culto a la velocidad es la gran obsesión de la humanidad contemporánea. Imaginar las cosas en un ritmo más lento implica un desafío impensado para el sujeto promedio, porque no se pueden concebir que las circunstancias de la vida vayan despacio. La arraigada creencia de que lo que va despacio es viejo u obsoleto nos ha trastocado los ritmos internos del organismo, conectados inherentemente a la naturaleza, impidiéndonos la relajación siquiera.Todo lo que es lento se concibe hasta como atrasado, y la meditación no es la excepción.

Pero la falta de sueño reparador o de comer con tranquilidad nos llevan por delante, el estrés que caracteriza a nuestra sociedad consigue cada vez más víctimas de alteraciones tanto físicas como psicológicas que desbordan a los individuos sin que puedan comprender el por qué. Pero recordemos que el estrés (sobretodo cuando no se sale de la situación que lo genera) es como la fiebre, no es una enfermedad en sí misma sino un síntoma de que algo no anda bien. Generar hábitos tales como la meditación y la relajación permiten a las personas poner en perspectiva aquellas circunstancias que desbalancean la vida diaria.

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La meditación y la ajetreada vida diaria son compatibles con sencillas prácticas diarias

La meditación y la ajetreada vida diaria son compatibles con sencillas prácticas diarias

Reducir la velocidad por medio de la relajación, el primer paso

Por mucho que parezcan sinónimos, relajación no es lo mismo que meditación. Mas bien, son antónimos categóricos: Durante una relajación, se busca mantener al cuerpo en una posición cómoda para liberar las tensiones del estrés, mientras que la meditación busca la dirección opuesta, intenta mantener la atención fija, en alerta.

Sin embargo, continuamente buscamos la relajación en un mundo cada vez más lleno de estrés, pero pocos buscan la meditación. La meditación permite entender por qué es necesario parar de vez en cuando. Por qué una persona no debería sentirse culpable por descansar, cuando piensa que debería estar haciendo algo útil. Lo cierto es que ambas prácticas van de la mano, porque son dos caras de la misma moneda. No hay meditación posible sin una adecuada predisposición a relajarse, para alejar al estrés que se sobrelleva a diario.

La relajación es algo sumamente útil porque nos permite desarrollar en plena lucidez el resto de las actividades que tocan durante el día, pero la búsqueda por la eficiencia nos invita tácitamente a saltarse la relajación, tachándolo injustamente de inútil, cuando en realidad su función es reencontrar los ciclos internos del organismo, balancearlos para que nuestra mente pueda abarcar todo lo demás que debemos hacer.

Una de las formas más eficaces para trabajar en la relajación en conjunto con la respiración es la postura en Yoga de Savasana, conocida como la postura del cadáver. Pese al tétrico nombre, Savasana consigue mejorar la calidad del sueño y eliminar progresivamente el estrés, practicándola durante unos minutos a diario, por fuera del horario de acostarse o despertarse. Para realizarla la persona debe simplemente tumbarse en el suelo boca arriba, y procurar que el cuello junto a la cabeza estén bien alineados con la espalda y las caderas. Posteriormente se deberá alejar los brazos ligeramente del cuerpo con las palmas de las manos mirando hacia arriba y separar un poco las piernas.

Mejorar la calidad del sueño concatena los beneficios del descanso reparador: la piel empieza a lucir mejor, obviamente el cansancio disminuye y por sobretodo, las situaciones estresantes se manejan de formas constructivas, en lugar de dejar que desborden al individuo. Una vez que predispusimos a la relajación al cuerpo para desconectarlo de las preocupaciones diarias que lo abordan, proceder a la meditación es mucho más sencillo, porque se abraza como un placer y no como una obligación más de la lista de pendientes.

Meditación y agenda apretada ¿Compatibles?

Cuando meditamos estamos propiciando un cambio inmediato en nuestro estado mental. Si la práctica se prolonga durante bastante tiempo, lo que al principio no era más que una modificación funcional transitoria, se convierte en cambios permanentes en la estructura cerebral. Pero cuando el estrés llama a la puerta, no pregunta, entra directamente. La falta de tiempo se ha vuelto el motivo constante de las personas para evitar una práctica de meditación, y colectivamente se ha acarreado la idea de que meditar implica envolverse en un sari blanco sentados en posición del loto sobre una piedra durante horas, pero esto no es así.

Un hábito de meditación muy sencillo que nos permite, valga la redundancia, meditar mientras se abordan las tareas diarias durante horarios acotados es la respiración consciente, conocida como pranayama en yoga. El pranayama consiste en generar una inhalación y exhalación cuyo aire sea fluido, constante. Cada fase (inhalar, retener, exhalar y retener sin aire en pulmones) ayudan a relajar, estimular o equilibrar la energía interna, dependiendo de los tiempos empleados para cada paso.

El pranayama puede realizarse de camino al trabajo, mientras se toma una ducha, o cuando lavamos los dientes. Lo ideal es crear diez respiraciones de 10 segundos cada una, donde se reparta el tiempo para pasar por todas las fases anteriormente mencionadas. La clave, como en el ejercicio o en la dieta, es la constancia. Nunca es tarde para eliminar las partes negativas del estado de ánimo y trabajar el propio control del cuerpo, expulsar al estrés que se vive diariamente y concentrarse en el bienestar interior.

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