Tiempo y espacio. Los libertarios ingleses añoraban a Margaret Thatcher y por eso respaldaron, en 2022, el acceso de Elizabeth Truss (Liz Truss) a 1ra. ministra del ex Imperio. El Instituto Adam Smith, y otros grupos de reflexión libertaria, se dijeron satisfechos por los planes de Truss y Kwasi Kwarteng, su ministro del Tesoro y principal socio político.
UN CASO EMBLEMÁTICO
Libertarios y aquel desplome de Liz Truss
El gabinete de Javier Milei no es libertario pero el enfoque de la problemática que tiene el Presidente sí lo es. Por eso recordar a Liz Truss es importante.
Lo de Kwarteng fue tan complicado como la designación de Mark Fullbrook al frente de la Jefatura de Gabinete. No todos los militantes libertarios pueden entender el mapa de contactos que precisa una Jefatura del Ejecutivo.
Apenas 6 semanas después de que Liz Truss se plantara frente al número 10 de Downing Street y dijera "juntos capearemos el temporal" (de la pospandemia y Alexander Boris de Pfeffel Johnson, o Boris Johnson), las olas acabaron por desbordarla.
Truss aplicó las "políticas correctas en el momento equivocado", dijo Daniel Pryor, del Instituto Adam Smith. Incluso algunos de los críticos de Truss afirmaron que ella y su socio habían identificado en forma correcta problemas crónicos de la economía británica, y que provocan el estancamiento del crecimiento, pero el abordaje fue socialmente incorrecto.
A Truss no la despidieron los opositores. Curiosamente fueron sus propios correligionarios del Partido Conservador y los ejecutivos de 'la City', que se suponía que sería el bastión de las propuestas libertarias de Truss.
Montaña rusa
Truss tomó posesión de su cargo prometiendo "ofrecer un plan audaz para reducir los impuestos y hacer crecer la economía".
Luego apareció lo que se llamó 'minipresupuesto', que prometió miles de millones de libras de recortes fiscales pero no consideró su financiación, enfoque que debía respaldarlo, en forma previa, algún análisis independiente para tranquilizar a los mercados.
Y el temor de los mercados, valga la redundancia, desplomó la libra esterlina y disparó las tasas de interés. El Banco de Inglaterra intervino para limitar los daños. Pero no fue suficiente. Truss tuvo que despedir a su socio Kwarteng, y el sucesor, Jeremy Hunt, revirtió todo el plan, lo que desacreditó a Truss.
En sus 44 vertiginosos días en el cargo, Truss perdió 2 ministros, sus índices de popularidad cayeron en picada, su autoridad fue destruida, su partido se le amotinó y la reputación internacional del Reino Unido sufrió un deterioro. De los libertarios, ni hablar... hasta que Javier Milei llegó a la Presidencia de la Argentina, reivindicando a Margaret Thatcher y prometiendo la revancha de la escuela de pensamiento.
El Instituto para el Gobierno del Reino Unido realizó una mesa redonda titulada: "Cómo no dirigir un gobierno: las lecciones de los primeros 40 días de Liz Truss".
Un problema central de ella fue el conjunto de medidas referidas a la Administración Pública del Reino Unido. Y comenzó con una señal emblemática equivocada: el despido del funcionario más veterano del Tesoro, Tom Scholar.
Fue un comienzo equivocado que reveló incapacidad para generar empatía. El ajuste requiere de cierta precaución y construir un relato positivo. La sociedad debe reconocer beneficios más o menos inmediatos en la propuesta. El Estado no puede ser enemigo sino que es una herramienta que puede utilizarse de tal o cual manera pero es indispensable en la articulación de una sociedad del siglo 21, con sus riesgos y limitaciones.
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