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LA DEUDA OBLIGA

Bicicleta mata producción: Políticos 'cierran listas' pero la macro 'no cierra'

Hasta dónde medio punto mensual menos en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), un par de puntos más de uso de capacidad instalada, una leve mejora en el consumo de electricidad y lo que quede de unas paritarias derrotadas por la inflación serán suficientes para revertir la imagen negativa del gobierno en vísperas de elecciones, es una gran pregunta sin respuesta aún. Lo que está claro es que agitará más el dateo que la percepción concreta de la sociedad. Brasil encalló también y será más lo que se quiera llevar para cubrir su ociosidad industrial que lo que esté dispuesto a aportar. Sin poder adquisitivo que movilice el mercado interno más allá de un tarjetazo de ocasión, ni inversiones que excedan de Vaca Muerta, ni el margen para intensificar los garrotazos recesivos que repriman importaciones, o más cosechas y carnes para sacar afuera, pero a condición sine qua non de que el dólar se mantenga en el molde, no quedaría mucho para inventar: ¿salariazo para pichicatear el consumo?: sería un baldazo de nafta a la inflación. ¿Hacer algo con la deuda? La herencia, así como está, la hace ascender a US$148.000 millones para todo el próximo período presidencial. Ningún político de los que se encuentran orejeando espacios de poder, como si fueran naipes, da indicios de qué piensa hacer si resulta electo, salvo afirmar que no defaulteará. Pero igual no deja de pasar a la ciudadanía una factura cara a través del gasto público y la presión impositiva para pagar apenas una parte, ya la que venga deberá ser financiada, más los intereses de la anterior.

Los medidores de electricidad constituyen un certero indicador de lo que sucede dentro de una fábrica o de un comercio. 

Cammesa publicó que la aguja retrocedió 4,6% interanual en mayo, luego que en abril hubiera caído poco menos que el doble. Y haciendo memoria, mayo fue en 2018 el mes de despedida de una relativa pax cambiaria iniciada en 2017 y que llegó hasta que se iniciaron las corridas que culminaron a fin de 2018 con una devaluación del 107%.

Los disparadores del dólar, en aquel momento, fueron la sequía que afectó a la soja, sobre todo, las medidas monetarias restrictivas de la Reserva Federal de Estados Unidos que atrajeron capitales desde los mercados emergentes como el nuestro y, en el orden local, el atraso de la paridad que se había acumulado con fines electorales en el medio término y el fallido intento de la Administración Macri de salir de ese cepo.

Ahora no hay contingencias climáticas sino volatilidad cambiaria que retrae al agro de igualar, al menos, el ritmo de liquidación de divisas respecto del primer cuatrimestre de 2018, para lo cual no se hubiera necesitado mucho porque la cosecha es récord y la situación financiera externa es algo más propicia. 

Al margen de las causas de la mezquina fluidez relativa actual de dólares, que si fuera por los desembolsos de los tramos del crédito stand by del Fondo Monetario Internacional se hubiera llevado puesto a este mercado cambiario del “mirame y no me toques”, la devaluación, recesión e inflación que derrumbaron el PIB en la parte inicial del año empezaron a aflojar en cuentagotas el estrangulamiento de la actividad económica.

Aún no salió el nuevo Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) que debería estar confirmando que aflojó un poco el empeoramiento de las pulsaciones del aparato productivo anticipado por Cammesa, pero el indicador privado de UTDT, que elabora la Fundación Germán Abdala, dio la pista de que la merma anual apunta al -0,1%. 

La de abril había sido de -8,8%, aunque tuvo una recuperación parcial desestacionalizada de 2,3% respecto del mes anterior.

Puertas adentro de los establecimientos no se notó demasiado la brisa pero debido a que se encuentran en plena agonía y, en muchos casos, ya tomaron la decisión de desprenderse de personal. 

Se advierte en la tasa de desempleo, que llegó al 10,1%, como consecuencia de que la megadevaluación pegó de lleno en el componente importado de las categorías Maquinaria y Equipo y Transporte, que cayeron 28,5% y 57,8%, respectivamente, lo cual afecta directamente a los más prolíficos empleadores, la industria terminal de vehículos, los proveedores de autopartes y el sector de equipamiento agrícola. 

Las plantas automotrices encuadran como grandes establecimientos y fueron los que más sufrieron la debacle, con -7,4% de retroceso, contra -1,7% de los de menor tamaño: Pymes.

La inactividad empieza en casa

El EMAE del INdEC que está a punto de ver la luz, sin embargo, podría traer un signo positivo casi imperceptible, pero que al menos marcaría un quiebre en la tendencia negativa, debido a que registra el comportamiento del campo, que en esta oportunidad ha sido expansivo.

De todos modos, los juegos estadísticos por el momento no son más que eso: la sensación que se vive adentro de las fábricas y comercios no se alteró para nada con estos “0,” a favor y en contra. 

El promedio de uso de capacidad instalada fabril se replegó al 61,6% en abril, según el INdEC, pero en industrias como la de automotores, apenas ocuparía la cuarta parte. 

Tampoco los sectores que se dedican a la producción de bienes de capital y equipo durable tienen demanda, y al haber poco y nada de consumo, el resto de las cadenas productivas dirigidas al público en general siguen sin reaccionar.

Entre que Brasil no levanta cabeza, que las tasas continúan altas y que la demanda en el mercado interno es baja, tampoco la formación bruta de capital fijo se mueve. Según la Fundación Mediterránea, ya es casi 20% menor a la de 2012.   

Los indicadores de producción e inversión vienen cayendo duro y parejo en ambos lados de la frontera y mientras en Brasil haya una capacidad ociosa como la actual en los sectores más afectados, difícilmente se abra un margen en la plaza doméstica. 

Esto lleva a concluir que sólo una inyección al consumo que ponga en marcha máquinas y mano de obra podría alterar la ecuación

En nuestro caso, el riesgo sería que, en un contexto de alta inflación como el vigente, la pichicata termine siendo sobredosis y el remedio sea peor que la enfermedad. 

En ese aspecto, Brasil dispone de más tolerancia macroeconómica para sacudirle la modorra a sus empresas y éstas trasladen el contagio hacia estos lares, aunque no antes de haberse puesto las pilas.

Recién entonces podría llegar el turno de la inversión. 

Tomando los últimos datos del INdEC, De esta forma, ha venido perdiendo participación respecto del PIB: del 19,5% en 2015 al actual 16,9%. En ese lapso, el consumo pasó del 72,1% de la demanda agregada al 75,1%.

Lo cierto es que desde que finalizó la corrida cambiaria, que profundizó el ajuste fiscal y monetario, la formación bruta de capital fijo cayó casi 25% en un año.

El taxi de la deuda, mientras tanto, suma y sigue.

La Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) recuerda que los vencimientos de deuda a futuro son de US$20.376 millones en el 2020, 31.608 millones en 2021, 49.923 millones en 2022 y 46.594 millones en 2023.

Del FMI únicamente faltan desembolsos de tan solo US$3.875 millones en 2020 y 1.937 millones en 2021.

La cuenta de la deuda a pagar en el periodo 2020-2023 asciende a US$148.000 millones, lo que remite inexorablemente al próximo gobierno a estirar todo lo posible los plazos de los vencimientos y conseguir nueva financiación.    

Como en las exportaciones no están las respuestas, el superávit comercial apenas si alcanzará a equilibrar el déficit de la cuenta corriente, donde a falta de dólares frescos de Inversión Extranjera Directa (IED) pesa el pago de los intereses de la deuda y el giro de utilidades al exterior.

El match de ida y cuenta se seguirá disputando entre la City porteña y Wall Street, y hasta tanto no se haya acordado con los acreedores un plan financiero sustentable el riesgo país no cederá en forma contundente ni las tasas lo harán. 

Para mantener el precio del dólar, el BCRA les paga a los bancos en LELIQs (Letras de Liquidez a 7 días) una tasa equivalente al 6% mensual (en torno del 70% anual): paga $56.500 millones de intereses.

Por los $10.462 millones de LECAPs (Letras Capitalizables) en pesos que colocó el Tesoro de la Nación el 28 de mayo de 2019 con vencimiento el 28 de febrero de 2020, la tasa nominal anual es del 68,75%.