CÓRDOBA. El protagonismo de Martín Llaryora, gobernador de Córdoba, en el escenario nacional parece seguir creciendo a pesar del ya lejano fin de la campaña presidencial. El flamante mandatario cordobés es uno de los actores centrales tras haber construido una figura divergente al polarizado tablero que enfrentó a Javier Milei con Sergio Massa en noviembre.
PARTIDO CORDOBÉS
Martín Llaryora no puede romper lo inexistente (pacto Milei)
Martín Llaryora quedó envuelto en rumores de tensión con el Gobierno nacional. El supuesto pacto que niegan.
Cabe recordar que, a pesar de pertenecer al PJ, Llaryora no brindó apoyo a ninguno de los candidatos. De hecho, se posicionó como opositor incluso antes del balotaje, cuando apoyó hasta el final la candidatura de su antecesor, Juan Schiaretti.
Con ello, el cordobés logró construir una importante suma de poder en el terreno más trascendente: el Congreso. Allí, Llaryora cuenta con casi una decena de bancas entre Diputados y Senado, que se constituyen como una herramienta importante a la hora de pensar un Parlamento partido y un oficialismo en minoría.
Precisamente, ese capital político codiciado por el oficialismo y la postura neutral en campaña del peronista disparó todo tipo de conjeturas alrededor de la relación que puede tener con Milei a nivel político. Algo que se acrecentó aún más cuando Llaryora pidió garantizar la gobernabilidad del nuevo presidente y su administración, la cual se terminó componiendo de varios funcionarios del schiarettismo.
Si bien en cualquier país republicano los movimientos de Llaryora no serían más que rutina para una oposición, en Argentina las especulaciones no tardaron en llegar. Y sobre todo, los rumores de un presunto pacto, que fue desmentido en reiteradas oportunidades por el Gobierno cordobés.
Ese trato, elucubrado por la prensa, comprendería que Llaryora prestaría apoyo al Gobierno nacional en el Congreso. A cambio, Córdoba sería parte de un exclusivo círculo de provincias con acceso a beneficios exclusivos del Gobierno nacional, incluso a pesar de las advertencias de Milei sobre el corte en los giros discrecionales y su desacuerdo con la coparticipación.
El último refresco porteño sobre el acuerdo “fantasma” entre Llaryora y Milei, que es negado desde el entorno del gobernador, indicó que estaría atravesando una fase de tensión. La misma habría sido generada por puntos de desacuerdo que el Gobierno provincial expresó sobre el DNU.
Sin embargo, los desencuentros del Gobierno cordobés con el DNU registran antecedentes incluso años previos a la existencia del mismo. Sobre todo, en lo que respecta a las retenciones al campo, biocombustibles y la obra pública, banderas clásicas del cordobesismo.
Manteniendo esa postura, el gobernador Llaryora advirtió que no dará su apoyo a las partes del proyecto que afecten a su provincia. Y, entre ella, sus productores y obreros.
Así, el mandatario cordobés estaría siendo consistente con su discurso de campaña y el de su antecesor. Todo ello sin tensar ninguna clase de pacto.
Para Llaryora, el hecho de practicar la oposición no cierra las puertas al diálogo con el Gobierno nacional. Menos aún después de años de exilio para Córdoba por su enfrentamiento con el kirchnerismo.
Posiblemente, el “partido cordobés” colabore con la tracción del Gobierno nacional en sus primeras etapas. Lo que no implica la fusión de Llaryora y Milei en un mismo espacio.
Por su parte, el presidente tendrá que dialogar en el Congreso, con o sin pactos. En caso de no hacerlo, se arriesgará a una impotencia muy peligrosa para la escueta base que le otorgó el balotaje.
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