El cambio de Gobierno en Brasil ya empieza a dar cuenta de una rotunda transformación del rumbo político, tras el regreso de la izquierda representada por Luiz Inácio Lula Da Silva al poder. El flamante presidente que desbancó al derechista Jair Bolsonaro ya comenzó con medidas esperables para su curso político, y que son asociables a sus anteriores gestiones presidenciales.
FLEX
Brasil presiona por autos accesibles: ¿Llegan a Argentina?
Brasil, con su cambio de administración, cambió también la orientación política respecto a la industria. Presión por un "auto popular".
Una de ellas es un cambio contundente en la relación con la actividad industrial. En Brasil, el sector de manufacturas es una de las fuentes de ingreso más importantes, apenas por detrás de la exportación de recursos naturales.
Respecto a ello, la industria automotriz probablemente sea la protagonista de la escena carioca. Brasil es el país proveedor por excelencia de autos a todo Latinoamérica, incluso sobre Argentina.
En ese orden, se dio a conocer un comando claro del nuevo Gobierno federal a las automotrices: deberán producir un “auto popular”. La comunicación, que no sorprende, apunta a poner en mercado opciones accesibles ante el avance de vehículos cada vez más costosos e inaccesibles para el general de la gente.
Margarete Gandini, directora del Departamento de Desarrollo de la Industria de Alta-Media Complejidad Tecnológica del Ministerio de Desarrollo, Industria, Comercio y Servicios (MDIC) de Brasil aseguró que por disposición presidencial, el Gobierno se encuentra trabajando junto a las empresas para lograr modelos desarrollados a bajo costo, que sean alcanzables por la población en general. Eso contra la tendencia más fuerte que hoy tiene esa industria: la electrificación.
La realidad actual que apunta a los eléctricos, también restringe el acceso a los vehículos que, cada vez, serán más caros de construir. Eso, naturalmente, se traduce a un mercado más reducido, al menos hasta que la electrificación de los autos se vuelva barata.
En el pasado, Brasil era una fuerte productora de autos populares de los que la región supo nutrirse. Solo pensar en autos como el Chevrolet Corsa, el Volkswagen Gol, el Ford Ka y el Fiat Uno basta para dar cuenta de que la orientación era otra.
Ahora, la producción está apuntada a modelos híbridos, grandes y espaciosos que apuntan a un segmento “caro”. Casi no quedan autos por debajo de los 9 mil dólares al público.
El plan de Brasil no es regresar en el tiempo. El Gobierno federal entiende que es importante impulsar la descarbonización de la industria, aunque sugiere un paso intermedio entre los motores térmicos y los eléctricos: los flex.
Los motos flex son impulsores que admiten biocombustibles como el etanol para su funcionamiento. Esto permite desprenderse del petróleo y pasar a trabajar con fuentes de energía renovables, mientras se van abaratando los costos de la electrificación.
Por ende, en caso de poder descifrar el nuevo “auto popular” que el Gobierno brasileño quiere de las compañías, este no llegaría a Argentina donde no está instalado el parque flex. Aunque algunos ya hayan empezado a hablar de ello.
“Es necesario lograr un modelado factible”, explicaron desde el Gobierno brasileño. Claro, el cambio de gobierno en Brasil no implica que las políticas estructurales que hoy protegen a la industria vayan a cambiar, como si lo harían en Argentina.
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