Raúl Acosta, el Bigote, pasó de Austria a Hungría y envía una crónica de viajero. Austria está en las noticias porque ganó las elecciones Herbert Kickl, líder del Partido de la Libertad de Austria (FPÖ), levantando las banderas del fundador, Anton Reinthaller, teniente general en las SS alemanas, y las de Generation Identity, un movimiento nativista blanco paneuropeo. Pero Hungría eligió a la derecha nacionalista mucho antes que Austria. Viktor Orbán al frente del ultraconservadorismo ganó por 1ra. vez en 1998 al frente de su partido Fidesz-Unión Cívica Húngara, aliado al Partido Popular Demócrata Cristiano. Euroescéptico y, para horror de algunos, de la confianza de Vladimir Putin. Orban ha ha bloqueado muchas de las iniciativas contra la Federación Rusa de parte de Europa occidental para enojo del débil socialdemócrata alemán Olaf Scholz y del baqueteado pragmático Emmanuel Macron, Presidente de Francia y copríncipe de Andorra (?). Hoy día Orban es desafiado no desde la izquierda sino desde la derecha: Peter Magyar, el ex mardido de la ex ministra de justicia de Orban, Judit Varga. Todavía nada serio. En cualquier caso, "la zurda" no tiene horizonte.
ORDEN Y LUEGO LIBERTAD
El fracaso de la zurda: De Austria a Hungría
Crónica del viajero 'Bigote' Acosta: de Rosario a Budapest (Hungría), pasando por Austria. Muy lejos de los socialistas santafecinos y otros 'woke'.
Acosta ha marcado ya que entre Orden y Libertad, hoy día en esas tierras se elige Orden porque sin Orden es imposible disfrutar la Libertad. En la Argentina 'woke' es difícil de entender para muchos porque aún perduran conceptos de la batalla cultural que impusieron los Kirchner durante años.
Vayamos a la crónica del 'Bigote':
BUDAPEST (Hungría). Estoy en Buda y Pest; estos guías turísticos y su afán por algunas exactitudes y otros olvidos… recuerdan el origen del agua y el fuego, tal las etimologías - en bancarrota - sobre los dos pueblos pero una lucha sangrante no les motiva tanto, apenas mencionan esa historia y obstinado en la pregunta, con insistencia, repreguntados sobre lo firme, responden muy corto: ”Sí, claro que se los recuerda, claro que sí”…
Estoy en Hungría y pregunto por el 1956 y pocos recuerdan aquel hecho sangriento, la revuelta, el cardenal József Mindszenty (no hay Obispo en Hungría, no había) y la obligación de los pueblos es/era recordar. Mas claro: ni pelota a Imre Nagy, el que desató el paquete anti stalinista, anticomunista, anti partido único. En Argentina fui a dos marchas, mis primeras dos marchas. Una por los sangrientos sucesos de Hungría, la otra contra Fidel Castro. Un padre peruca y gremialista dejaba las cosas en claro: ”Ni yanquis ni marxistas”… já.
En el prólogo de un libro de Christian Salmón, analista y pensador francés, el prologuista, hablando del valor de la simbología (el libro se llamó 'Storytelling') daba un ejemplo inatajable. Desmayado y desorientado alguien se despierta y mira a su alrededor ve vitrales, una luz de través sobre esos cristales con imágenes, observa una cruz y velas y claro, no duda: está en una Iglesia. No importa de donde, los símbolos lo ubican.
Miguel Roig refiere sin atajos al valor simbólico en la persistencia de la relación católica. Digresión: un poster de Roberto 'el Negro' Fontanarrosa, con un obispo pintado gordo y de lila decía, con las manos cruzadas sobre el abdomen, en el globito sobre su cabeza: ”… y si tú no crees en la publicidad hijo mío, ¿como explicas que sigan creyendo en un producto que nadie ha visto en 2.000 años?”. Era para ejemplificar el valor del servicio publicitario y su necesidad.
Digresión de la digresión. 'El negro' Ielpi, Rafael, ayudó a pagar una edición de 200 ejemplares. Todos robaron la idea, miles de copias falsas. Digresión de la digresión, de la digresión o, tercera subordinada: estas son las anécdotas geniales y poco usadas que hacen a Roberto Fontanarrosa un tipo fenomenal, en este año del 2024 entronizado en Rosario porque en algo hay que creer. Y de eso, de que los pueblos en algo tienen que creer, terminé de entender en Hungría.
El prólogo de Miguel Roig al libro de Salmón surgió -nítido - cuando el guía insultaba a Winston Churchill que, además de acordar con Iosif Stalin (antes de acordar) terminó de destruir el centro histórico, el casco histórico de las grandes ciudades alemanas. También las austríacas y las de Hungría. Además de geografía, en PostDam, la división de Europa quería pisotear lo simbólico.
Pero el guía, más que más y más, insultaba a la primera dominación, la rusa. Con ése criterio sutil de Stalin (es una “jodita” cruel, perdón, uno con los años se vuelve tan poco sensible…) porque con las decisiones del muchacho cruel, el destino de Hungría – anexada - era producir y callar: poco ruido y menos nueces. Levantaron fachadas destruidas, reorganizaron una economía parcializándola, destinada a servir a Moscú y allí fue donde un pueblo que se sabe, es mas simbólico y de códigos (el magyar transaba sin documentos) se levantó en el 1956. Ya sobre el 1968 la revuelta fue en Praga aunque para nosotros, habitantes en aquellos lugares tan lejos de París, el Mayo Francés era el eje. No tanto, pero es así, fue así. Siempre elegiremos Jean-Paul Sartre y no Alexander Dubcek.
Credit card
Hungría odia profundamente “lo nazi” y pretende odiar, también, lo alemán, lo estadounidense, lo soviético. Pretenden rescatar, partiendo de un idioma, una historia. Rescatan lo simbólico. El guía nos llevó a edificios, trozos de edificio restaurados o restaurándose para quedar semejantes a 1935, antes de la guerra en Europa, la guerra del Eje, la 2da. Guerra Mundial, según qué almanaque y que historiador elija. Aquí nadie elige Hiroshima para hablar de la guerra, aunque rescatan a un científico que trabajó con J. R. Oppenheimer en un proyecto de bomba de hidrógeno.
El guía es vienés, conoce Argentina y vive de pasear contingentes por Viena, Budapest y Praga. Todos naufragamos con Hungría. Hasta los guías dicen que es distinta.
“La simulación en la lucha por la vida”… es profunda. Florines como moneda, idioma con muchísimas declinaciones pero ninguna muchacha es contratada para trabajar en negocios a la calle si no sabe inglés. Si sabe inglés y alemán ya es encargada. Las cuentas las sacan las máquinas. Funciona muy bien Internet. Digresión por fastidio: Personal, o quien la atiende por cuenta y cargo según convenio, no le da tanta pelota… al convenio porque no es la más potente; por estos pagos con los androides, de la familia Apple/Mac, nada que decir.
Hungría odia a “lo nazi”, también “lo soviético”, desprecian Alemania y se ríen de los “yankis” (de “los americanos”) pero es muy sencillo el juego. Los húngaros, parte de aquellas tribus que vinieron y se quedaron, hablan ése idioma que se volvía universal con Django Reinhard su guitarra y su violín gitano (Grapelli) con Gabor Szabó y comen agridulce, pero beben las mismas mezclas de frutas alcoholizados que todos los celtas y los demás parientes. Nadie en Hungría parece entender el idioma universal, el inglés, hasta que aparece el verdadero idioma universal: credit card. La tarjeta.
Con la tarjeta en mano la peatonal de Budapest se llena de las marcas mundiales (todas) de Mc Donald's, de visitante que no necesitan el idioma que no viene por Internet por donde sí viene, en cambio, la conversión de Florines a Euros/Dólares. No parece que pueda volver el comunismo, ni siquiera una liviana izquierda parece cercana.
Al menos las cadenas internacionales de hoteles no lo creen. Los barcos por el río Danubio, navegado 3 horas por excursión, con almuerzo o cena a 120 Euros por cabeza, con danzas gitanas incluidas, permite vivir a un sector que, como todos en Europa, muestran ruinas con entidad, monumentos, historias, pasado y memoria. Todos faltantes por nuestros pagos.
La derecha
Discusión que sirve como digresión. Así como parece claro el gobierno en Hungría, parecía débil la social democracia para atender los sucesos de Viena. Parecía. Fue así. En la crónica sobre lo peligroso del proceso de Orden primero, veremos qué hacemos con la Libertad después, bastante mas allá de sus gobiernos y sus circunstancias, Austria anunciaba lo suyo.
De paso, la nota sobre Viena, que me reprocha un importante editor por no contener el rotundo triunfo de la extrema derecha austríaca, nota escrita el viernes, elecciones el domingo, sostenía esto que repito:
Argentina es diferente, obvio; los que le siguen, en Buenos Aires, por ese sendero tan bien indicado, son aprovechados de un nicho, no crearon nada. Vivirían correctamente en Viena. El orden es un nicho (literal y no tanto)
Los restos del Imperio dejaron Orden y una consigna: los ordenados tienen algunos derechos, con el desorden no hay nadie que se enderece y siga derecho y aumentarán los deberes y las contravenciones, los delitos.
En Viena no hay silogismo: por/con el Orden se crece y se marcha hacia una Libertad tranquila y programada ¿Cómo entender a los que hacen del periodismo una sagrada familia? Y quedo firme en un punto: las necrológicas adelantadas de alguien que vive profundamente lo suyo me fastidian demasiado.
Austria fue hacia donde se suponía, si prefería Orden en primera y única instancia. Hungría no quiere ser aquello que tiene en la índole: gitanería, comercio y nada de comunismo, ni racismo ni socialismo aunque no lo se políticamente dónde iremos a parar … y las viudas de turno no resuelven un hecho: Argentina tiene periodismo partidario, que no está mal, pero que no es bueno como propuesta de ideas, ensayistas, iluminadores del pequeño túnel.
¿Por qué somos así?… No me lo pregunte, yo también soy periodista pero entiendo a los húngaros que abominan de los rusos, los yanquis, los alemanes y los reciben a razón de 120 dólares la noche. El turismo conseguirá un idioma de signos y una sola sociedad. En Hungría todo es posible con teléfono, tarjeta y guías portables, decididos por la Inteligencia Artificial. Ya están fabricando planos y métodos de laburo para realizarlos, para restaurar todo como era entonces, la casa, el río… también el féretro para el comunismo. Han decidido matarlo poniendo el mundo tal y como era antes de la hegemonía del “pecé” en medio mundo. Los votan con las dos manos.
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