El Gobierno de Bolivia, asolado por una grave crisis económica y por la falta de combustible, impulsó esta semana una propuesta para modificar la presencialidad en los trabajos y escuelas.
EN DECLIVE
Bolivia abraza en la desgracia a Venezuela: Falta combustible
La escasez de combustible en Bolivia ha llevado a que Luis Arce, apretado por la falta de divisas, proponga jornadas de teletrabajo y modifique la presencialidad en las escuelas.
El presidente Luis Arce propuso una serie de cambios en la jornada laboral, habilitando la opción del teletrabajo, y dispuso que los colegios puedan dar clases virtuales. Esto es una manera de desalentar el uso de vehículos, en medio de un contexto donde el combustible escasea.
La poca disponibilidad de combustible en Bolivia ha llevado al Gobierno de Arce al borde del colapso. En los últimos meses se han desencadenado una ola de protestas de distintos gremios, sobre todo de aquellos que responden a Evo Morales, el archirrival de Arce, que pide la cabeza del actual presidente.
Estallido social: Falta de combustibles e inflación
La inconformidad y el hartazgo social frente a la negligente política económica de Luis Arce se está palpando en varios barrios populares de Bolivia. En ellos, la figura del expresidente cocalero Evo Morales, enemistado con su camarada del MAS, es vanagloriada como un prócer.
El malestar social empeoró aún más cuando el presidente de la petrolera estatal, Armin Dorgathen, confesó que no había dólares suficientes para importar los combustibles necesarios para cubrir la mitad de la demanda.
Según informó la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, Bolivia necesita por estos días de 60 millones de dólares para importar el combustible.
En ese sentido, la falta de combustibles, debido claramente al déficit de divisas en las arcas estatales, lo que impide la compra de gasolina, ha generado largas filas de vehículos en los surtidores de nafta y diésel, que buscan aprovisionarse.
Hasta hace dos años, Bolivia se había mantenido a flote por su comercialización de gas natural. Pero, en el último tiempo, sus habituales ingresos del rubro de gas han caído vertiginosamente debido al agotamiento de pozos de gas y a una falta de exploración para encontrar nuevos.
Por ello, el Gobierno de Bolivia se ha visto obligado a importar cerca de un 90% del diésel y más de un 50% de la gasolina que consume, que paga en dólares en el mercado internacional y vende a la población con un precio subsidiado mayor al 50%.
A la escasez de combustible se le sumó el hecho de que los minerales (zinc, oro, plata, estaño y plomo) que constituyen el 49% de sus exportaciones, han tenido una caída del 31 % y sus agroexportaciones (semillas, vegetales, carnes, etc) se han reducido en un 15 % por variaciones en los precios internacionales y por menor producción del campo.
Por todo lo anteriormente mencionado, el año pasado, el riesgo país escaló por encima de los 2.117 puntos, una cifra sin precedentes en la historia de Bolivia, según el Indicador de Bonos de Mercados Emergentes de JP Morgan Chase.
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