EXCLUSIVO 24

A PROPÓSITO DE LA REALIDAD

Mucho simulacro pero al menos con Rusia, nada

Alguien dijo que “la única verdad es la realidad”… Ciertamente… Será única siempre y cuando esa realidad sea la generada por relaciones socio-económicas homogéneas, armónicas y sin contradicciones. No hay realidades “planas”. Por lo tanto, siempre será el resultado dinámico y cambiante del enfrentamiento entre las diversas partes (clases) de la sociedad.

En este mundo interrelacionado e interdependiente, con una rotunda integración internacional de complejos procesos productivos y una consecuente imbricación de intereses que profundizan la influencia de los grandes grupos económicos planetarios, ya no se pueden esperar acciones o reacciones unilaterales ante procesos desencadenados por estos mismos grupos.

Aunque se trate de acciones ejecutadas por la metrópoli imperial. Tal como lo enseña la Historia, estas metrópolis imperiales siempre han sido efímeras y se han desintegrado con mayor celeridad, cuanto mayores han sido sus intentos por imponer violentamente su propio status quo. A su vez, las nuevas fuerzas (“rebeldes”, “bárbaras”, “herejes”, “salvajes” o cualesquiera hayan sido los furibundos motes impuestos por esas metrópolis), en la medida en que superaron sus anarquías internas y sus debilidades operativas individuales, confluyeron en alianzas más o menos estables que finalmente consolidaron nuevas formaciones socio-económicas. 

El resultado ha sido siempre, invariablemente, el derrocamiento del centro dominante.

Como dato curioso, las metrópolis imperiales siempre intentaron preservarse tanto por  la violencia como por la apropiación de los recursos humanos, materiales, financieros y otros. Han sido y son verdaderas invasiones (intrusiones) en estados soberanos a resultas de las cuales estos estados soberanos han sufrido enormes pérdidas, han sido sojuzgados, despoblados, arrasados o simplemente desaparecidos. Muchos de los conflictos étnicos y regionales deben su origen a esta calamitosa política colonial.

Por lo general, la aplastante mayoría de los funcionarios metropolitanos no tiene la menor idea de las realidades internas en las regiones que afectan. En general, tratan de suplir su ignorancia y estulticia comprando la gestión de personeros locales. Pero estos personeros locales tienen la costumbre de enfrentarse entre sí por este "bonus” y muchas veces envían al centro información cambiada, contradictoria, falsa.

Las decisiones que toma el centro sobre la base de esta información son, por lo general, erróneas y tienden a agudizar el enfrentamiento con los sectores políticos, económicos y sociales locales opuestos a ese dominio colonial. Estos sectores, una vez fortalecidos, declinan hacia uniones incluso estratégicas con sectores similares de otros países y regiones.

El resultado general es inevitable: debilitamiento del centro y fortalecimiento de las “periferias”. A la violencia instituida como política imperial (física, económica, política, financiera, etc.) se le contrapone una articulada estrategia de alianzas que termina por dictar sus propias leyes, vigentes al menos en la parte del planeta que les compete. Aunque en ciertos casos, como en el G20, las decisiones que adoptan, digamos, los países BRICS, se transforman en resoluciones de la cumbre.

¿En qué basa hoy su predominio Washington? Antes que nada en el imperio de sus decisiones. Mandar tropas, dictar al FMI condiciones para préstamos a terceros, ordenar la expulsión del deporte ruso de las competencias internacionales, desairar al G7 y a todos y cada uno de sus miembros, reconvenir y castigar a quienes no se pliegan a sus políticas de segregación regional, etc.

Empero, el mundo ya no es el que era. No es tan fácil desembarcar marines en país alguno (si lo hacen por lo general mueren), en el FMI existen encontradas posiciones entre Washington y la UE, los miembros del G7 no ocultan sus planes de separar la paja del trigo y desengancharse del carro estadounidense, en América Latina sus fieles escuderos están jaqueados por potentes movimientos populares en cuya memoria permanecen las conquistas logradas durante los gobiernos progresistas de las primeras décadas del siglo.

El anterior torniquete que manipulaba el centro en materia de inversiones, ya no funciona. La provisión energética mundial, de estratégica trascendencia, ya no está en manos de ese centro.

La “periferia”, guiada básicamente por los países BRICS, encuentra caminos independientes para suplirse de energía. La misma guía actúa ya, con eficiencia cada vez mayor, en materia de financiación del crecimiento, dejando de lado la extorsión que genera la especulación financiera de los grandes centros mundiales sobre las economías regionales.

Washington, pese a las sanciones, rabietas y ofensas varias, no ha podido detener obras cruciales para este nuevo entramado, como son los gasoductos que proveen del fluido ruso a Europa, al Asia Menor y al Sudeste asiático.

Países paradójicamente “occidentales” como Japón, Corea del Sur y Singapur, ingresan en intensas asociaciones económicas con Rusia y China. ¡El propio Bolsonaro, hechura acabada de Washington, debe aceptar e incrementar las relaciones con los BRICS, pese a sus deseos personales de romperlas! La organización de la última cumbre BRICS en Brasil fue, según sus participantes, perfecta y muy eficiente.

La mentada “revolución del shale” languidece ante la imposibilidad de competir con los bajos costos rusos y sauditas y acosada por la debilitación de sus principales yacimientos, de los cuales sólo la Cuenca Permiana sigue trabajando a pleno. Resultó imposible copar los mercados internacionales. Con un costo de extracción llevado por los adelantos tecnológicos a unos US$ 50 el barril, nada puede hacer frente a los US$ 10 de Arabia Saudita y los US$20 / US$25 de Rusia.

El presidente Donald Trump es, antes que nada, un enorme empresario. Entiende mejor que nadie cuáles son los caminos de ganancia y cuáles los de pérdida. Puede parecer errática pero su gestión, tanto externa como interna, apunta específicamente a fortalecer la posición de USA en el mundo y la suya personal en la vida política interior. No le va tan mal, pese al enorme déficit y al crecimiento amenazador del endeudamiento externo. 

Sin embargo, aun cuando las estadísticas socio-económicas son aceptables, Trump necesita de un fortalecimiento para afrontar los embates de centros del poder y la industria mediática, endurecidos reaccionarios que creen que con tan sólo agitar el garrote, según recomendó “Teddy” Roosevelt, la “periferia” se rendirá.

Pero tampoco los Estados Unidos son lo que eran. Ya no es posible entrar a saco en cualquier país, derribar gobiernos, tomar “en custodia” sus riquezas, poner y sacar marionetas. No es posible no sólo por la forma en que desarrollaron sus relaciones los países de la “periferia”. Tampoco es posible porque muchos de esos países se han convertido en grandes potencias económicas. 

Y tampoco es posible porque, pese a su monumental presupuesto militar de US$ 700.000 millones, no hay fuerza militar norteamericana capaz de doblegar en el campo de combate a un adversario que es semi-militar y semi-civil pero cuyas armas son provistas por el 2do. vendedor mundial, Rusia,  y cuya eficiencia ha quedado harto comprobada en Siria. Un adversario que, además, aparece cuando él lo considera oportuno y maneja una información táctica a la que Washington, con todo su potencial, jamás tendrá acceso.

El ataque del dron que asesinó a Suleimani es bastante más que un simple asesinato al que la justicia debe condenar con todo el peso de la ley. Fue la mejor evidencia de que el centro ya no puede abrumar con sus actos. Por el contrario, para todos queda claro que, pese a la brutalidad del crimen y a la muerte de uno de los líderes más queridos por el pueblo musulmán, nada ha cambiado salvo la incertidumbre de Washington con respecto a las respuestas del agredido. 

Ahora se ha tornado en certidumbre, como lo testifica el urgente llamado del Departamento de Estado a los ciudadanos estadounidenses a que de inmediato evacuen la zona de conflicto. Es decir Irán, Irak, Siria, los países de Asia Central, Líbano, Libia, Palestina, Egipto, el Magreb y todo el sudeste asiático. ¿Eso es un “ataque victorioso”? Por el contrario, es un claro reconocimiento de la impotencia central por imponer sus condiciones.

¡Hasta un niño maneja hoy un dron! ¿De qué alarde tecnológico se puede hablar? ¿Ubicación exacta del objetivo? Cualquier radar moderno tiene esa función. En todo caso, sería muy bueno que en el Pentágono reflexionaran sobre su capacidad de confrontación con los verdaderos dueños de la tecnología militar de punta: Rusia y China. ¿Cuándo tendrán submarinos atómicos como los “Boreo” rusos o cazas interceptores como los fantásticos Mig-29? El armamento hiperveloz, de hasta 20 Mach, con dirección aleatoria que lo torna indetectable que han puesto ya en servicio los rusos no tiene y no tendrá por ahora equivalente alguno en los ejércitos norteamericanos.

Como dicen en el barrio: “te hacés el vivo con los más chicos”… Hasta que el más chico llama a su hermano mayor…

Bueno… ¿a quién tenemos que llamar nosotros? La clásica respuesta es “Rusia y China”.  De acuerdo. ¿Cómo se hace? ¿Qué se hace? ¿Quién se encarga de hacerlo? ¿Cuáles son los plazos que fijamos y qué etapas cubren? No estoy demasiado seguro de que estas preguntas tengan, por ahora, coherentes respuestas. Creo que lo máximo sería algo así como “lo tenemos que ver”, o “juntemos información”. Claro que es mejor que la grosera ignorancia de la anterior administración gubernamental (dicho sea con perdón). Pero a todas luces está lejos de ser aceptable, conveniente y oportuna.

El gobierno argentino tiene, clásicamente, todas las estructuras apropiadas para resolver estas preguntas y ponerse en marcha: embajadas, organismos de comercio exterior, comisiones intergubernamentales operables, organismos técnicos como el INTA, el INTI, SENASA e incluso el propio CFI, cámaras sectoriales en condiciones de presentar un cuadro de oferta y demanda, etc., etc., etc.

¡No hay que crear ningún otro supraorganismo burocrático! Hay que poner en marcha lo que hay y dotarlo de programas claros y concretos de trabajo. Como es público y notorio, mi frente de gestión son las relaciones económicas argentino-rusas pero estimo que puede aplicarse a un esquema general. Dejo de lado la caracterización del momento y de sus posibilidades. En cambio, propongo:

** Reactivación efectiva y eficiente, con un serio tono federal, de la Comisión   Intergubernamental  de  Colaboración Económico-Comercial y Científico-Tecnológica Argentina-Rusia.

** Confección de un primer “menú” comercial, con el listado de mercancías de uno y otro país en condiciones de ser requeridas u ofrecidas, así como de un mecanismo de financiación para las operaciones mercantiles puntuales.

** Definición de un programa de integración financiera y productiva en sectores energético, del transporte y de la biotecnología.

** Concreción de un programa de interacción federal, entre las provincias argentinas y las comarcas (provincias) rusas.

** Elaboración y aplicación de un programa de cooperación interbancaria, que abarque la generación de cuentas corresponsales, líneas de crédito, canasta de divisas nacionales, etc.

Para todos estos casos ya han sido presentadas las correspondientes propuestas. La pregunta sigue siendo: ¿continuamos contemplando la realidad o intentamos acceder a ella para utilizarla en nuestro favor? Y no me refiero solamente a las relaciones con Rusia…