El periodista Alejandro Seselovsky, publicó en diario Clarín, un artículo reflexivo en torno del escándalo que se suscitó días atrás producto de la denuncia formulada por la conductora, Viviana Canosa en relación a una "lista" que revelaba nombres de famosos vinculados a la comisión de acciones delictivas bajo la figura legal penal de pedofilia, pederastia y trata de personas.
"PERIODISMO PIROMANÍACO"
Clarín aborda el escándalo Viviana Canosa en el mercado mediático
Audaz y al punto, el periodista de Clarín, A. Seselovsky, analiza las causas y consecuencias, motivaciones y derivaciones de la denuncia de Canosa en Canal 13
En este punto es oportuno traer a la memoria de qué está hablando Canosa y todo el ámbito mediático cuando inculpa de tales crímenes a los por ella sindicados.
Pedofilia y pederastia
La pedofilia o paidofilia (del griego παιδοφιλια y éste de παιδοσ paidós o παις país, 'muchacho' o 'niño' y φιλια filia, 'amistad') es la inclinación de las personas a sentir una atracción sexual primaria hacia niños prepúberes. Es una cronofilia, es decir, una parafilia en la que la edad del sujeto es discordante con la edad del objeto de la atracción sexual.
La Real Academia Española prefiere "paidofilia" (etimológicamente más correcta) sobre "pedofilia", si bien esta segunda forma es más usada. Pedófilo es el adulto que se interesa amorosa o sexualmente por niños o preadolescentes, es decir, aquellos que aún no han tenido el despertar sexual. Podría ser un adulto hombre o mujer, interesado por niños o niñas (desde bebés hasta preadolescentes).
Hay una variedad distinta de la pedofilia, la hebofilia, en que el adulto se interesa por adolescentes, aquellos que ya han tenido el despertar sexual pero aún no son adultos. Un hebófilo no se interesa por niños pequeños.
Pedofilia y pederastia son figuras penales diferentes y en la concreción de la perversión está la diferencia: la diferencia está en la acción. Esa acción que llevará a cometer un delito. Los pedófilos no pasan a la acción. Sí lo hacen los pederastas. Es la acción que conlleva a la práctica sexual con un menor que implica un abuso por parte del adulto. Es decir, un pedófilo sería una persona que se siente atraído por los niños y un pederasta es alguien que comete un delito sexual o un abuso con un niño.
Se concluye entonces que todos los pederastas son pedófilos pero no todos los pedófilos son pederastas. La diferencia consiste en el acto. El pederasta es la persona que traspasa la fina línea de observar, masturbarse y recrearse con los videos y fotos de menores y lo traslada a un plano físico.
La nota de Alejandro Seselovsky, en Clarín
"Es un momento oportuno, quizás incluso ideal, para una artífice del escándalo mediático como Viviana Canosa. En una época en la que la excesiva formalidad se ha visto facilitada por la mayor representación de la declaración pública que es la voz presidencial, alguien como ella, a quien nunca le importó mucho si se le permitía estar, debe sentirse más cómoda que nunca desatando su periodismo piromaníaco en las pantallas y prendiendo fuego a nuestros televisores y dispositivos con una dosis de cruda presencia, obtenida mediante una acusación cuya temeraria mezcla de supuestos hechos y celebridades de alto perfil le dio a Viviana lo que había estado buscando desde el principio: ni ratings, ni fama. Es una instalación.
Canosa, formada en las forjas de Chiche Gelblung y Jorge Rial, de quienes aprendió que la verdad no tiene por qué arruinar una buena historia, lo sabe muy bien: para estar ahí, hay que ser visto. Para ser visto, hay que mostrarse. Arriesgarse, romper algo, hacer ruido. Claro, no es especialmente buena en lo que hace, así que cuando busca entre sus atributos, siempre termina eligiendo el mismo: su fuerza, porque sí es fuerte en lo que hace. No es virtuosa, es decidida. No es brillante, es decidida. Paga con audacia lo que le falta de ingenio. Dura, Viviana, de rodillas, sin estómago ni consideración. Es de esas que te venden talento, pero al abrir el paquete, es fuerza de voluntad.
El escándalo es un bien de estos tiempos, y como todos los bienes, tiene su naturaleza. El revuelo Wanda-Icardi mostraba un cansancio material, y era hora de dejarlo respirar. Pero nosotros, el público mórbido y hambriento que somos, no podemos quedar abandonados así como así, sin carne que masticar, sin el espectáculo de la miseria humana que nos llena los ojos de estupor y los cuerpos de placer, porque entonces nos volvemos abstinentes y enseguida nos ponemos a navegar por Instagram, que es el nuevo Twitter (y Twitter es el nuevo Facebook), y cambiamos la programación de los canales por vídeos aleatorios de veinte segundos en nuestros teléfonos. Ningún responsable de programación nos quiere en nuestros teléfonos, fuera del alcance de los anunciantes que nos venden Ibu 400 y Gargaletas, así que siempre debe haber un escándalo en el horizonte.
La cuestión es cuál, y aquí es donde el dúo de Viviana Canosa y Andrés Bombillar, su productor general, su carnicero de ratings, parecen acompañarse en el establecimiento de nuevos límites: la ingesta en vivo de dióxido de cloro, el aluvión salvaje de presuntas pedofilias, lo que asegure el desgarro de la pantalla, el alto impacto de la aparente noticia, el asombro implacable, la fascinación sin lenguaje, el susto, el estupor.
No la conozco personalmente, pero sospecho que Viviana es de las que escuchan sus propias grabaciones de audio recién presentadas. No tanto para verificar lo que dijo, sino para corroborar su propia luz helenística, el encanto áspero de su propia voz, y así alimentar un hedonismo casi especular. De hecho, su programa de la semana pasada ha sido una larga grabación de audio de ella escuchándose a sí misma. Ya sospechábamos el lunes que estaba rodeada por un panel, algo que solo pudimos confirmar el viernes cuando finalmente les dio permiso a esas pobres personas para hablar.
En medio de la polémica, Viviana Canosa atacó a Mariana Fabbiani. En medio de la polémica, Viviana Canosa atacó a Mariana Fabbiani.
Como Fort, como Milei, quizás como todos nosotros, pero por alguna razón histriónica, en ellos está un poco más expuesto, más visible, Viviana tiene un problema con el Ser. En todos los casos, el patrón es el mismo: buscar altura, elevación, una singularidad de escala. Fort usó tacones de silicona para ganar unos centímetros. Milei cuelga cuadros de sí mismo en Olivos donde parece un Lobezno de músculos superlativos, bíceps fibrosos y una curva deltoidea fuerte y bien definida. ¿Y Viviana?
Viviana mira a la cámara, convencida de que nos regala un momento de exquisita profundidad, un instante dorado de brillantez introspectiva. Es verla y saber que se siente maravillosa, se siente como su propia Barbie en su propio mundo Barbie, su propia Juana Viale. Entonces la cámara se apaga, y quiero pensar que alguien, quizás el propio Bombillar, le debe decir, como despertándola: shhh, oye, Vivi, naciste Juana Viale.
Pero ya no lo sabemos. Sabemos lo que vemos, y lo que vemos es a una presentadora de un parque de diversiones de infoentretenimiento, pavoneándose por las pantallas, discutiendo con una persona tras otra, yéndose de lugares como si se envolviera en su capa del siglo XIX, una mosquetera indomable, jadeando por dignidad, jadeando por comportamiento, y pasan los años y ella sigue pavoneándose. Varear, infinitivo, noveno significado de la Real Academia Española: pavonearse con estilo.
"Periodismo de burdel"
Sin embargo, hay algo bueno que destacar en medio de todo este periodismo burdel. Hubo un reactivo. El desenfreno, el exceso, la despreocupación, la locura, las malas prácticas informativas, el desliz, la afrenta, el oprobio, el insulto, la sangría de nombres y la confusión de los hechos encontraron, esta vez, de manera rotunda, un reactivo. Y así como Canosa nos interpreta y sale a vender el sedimento morboso a las masas que somos, voces como las de Mariana Fabiana o Florencia Peña también nos interpretan y salen a exigir límites ante la dispersión y el descontrol. Siempre nuestros artistas, comunicadores, habitantes crónicos de la pantalla, estamos en ellos hablando. Porque por alguna razón se coronan en la paleta de figuras públicas que organizamos como sociedad para consumirlas. Somos Canosa, y también somos las respuestas que recibió. Toda televisión es siempre una declaración, siempre es lenguaje. Y todo lenguaje es siempre representación. Si la televisión no representa, colapsa, sale del aire y muere.
Somos un país en busca de nuevos tonos, de un nuevo ecualizador. Y cuando damos rating (que es como darle poder) a una voz que falla, también somos capaces de darle poder a otras voces que vienen a arreglarlo. Y todo sucede en la televisión, ese rectángulo brillante que durante 75 años, por reflexión, por refracción, nos ha estado diciendo a los argentinos quiénes somos", concluyó el periodista.
Viviana Canosa a Adrián Suar: "La sigo en tribunales"
Finalmete, El Intransigente aporta el textual de Canosa: "El lunes voy a ratificar en Comodoro Py el delito tan grave que fui a denunciar. Quiero que sepa que esto que estoy haciendo no lo hago por mí, lo hago por todos. No deja de impresionarme el nivel de arrugue que tienen todos… Es mi último descargo, me cansé de verme en la tele en cadena nacional. Prefieren callar a que se sepa la verdad. Eso se llama complicidad", sentenció.
Otras noticias en Urgente24:
Canal 9 se suma a Canal 13 en la supuesta red pedófila que denuncia Viviana Canosa
Hernán Lacunza vs. Luis Caputo (+ Javier Milei que le dijo "tremendo mentiroso")
La nueva miniserie de Netflix tiene 3 capítulos y ya destronó a "Adolescencia"
La estafa que todos reenvían sin saber que es una trampa
"No hubo salida del cepo: Estamos igual que el 11/4, solo la persona física puede comprar dólares"