Esta semana, el Gobierno de México ha vuelto a mirar al interior de su territorio y a su tejido social, corrompido por los estragos del narcotráfico, con el reciente descubrimiento de un centro de exterminio clandestino del cártel Jalisco, en medio de su disputa arancelaria con Estados Unidos.
Aún no puede recobrar la compostura tras el hallazgo de miles de huesos en un rancho clandestino que se lo adjudican al cártel de Jalisco. Las autoridades mexicanas lograron dar con lo que ellos llamaron un "campo de exterminio" en Teuchitlán, tras la denuncia de un sobreviviente que logró escapar hace unos meses.
Se trata del popular Rancho Izaguirre, ubicado en la localidad de La Estanzuela, en donde siempre ha sido un secreto a voces su rol de centro de masacre y adoctrinamiento del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Pero todo salió a la luz de manera masiva, y empezó a ocupar la primera plana de los diarios del mundo, tras que el pasado 5 de marzo, el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, integrado por madres y familiares de los desaparecidos por el narcotráfico, ingresaran al predio del rancho y encontraran allí varios hornos crematorios, restos óseos y prendas de ropa de vestir, incluso, de niños.
Entre los objetos que pudieron recuperar, una carta llamó poderosamente la atención. La misiva estaba escrita de puño y letra, con la firma de un joven identificado como Eduardo Lerma Nito.
El manuscrito decía: “Mi amor, si algún día ya no regreso, solo te pido que recuerdes lo mucho que te amo. Y digas: ‘se me fue mi enojón, berrinchón y celoso’”. La carta fue hallada en un cuaderno deteriorado, con su nombre completo, fecha de nacimiento (2 de mayo del 2003) y zona de donde era originario.
Según la información oficial del colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, el joven había sido reportado como desaparecido en febrero de 2024, en el municipio de San Juan de los Lagos, donde trabajaba en una sucursal de Farmacias Guadalajara. Su ficha de búsqueda permanece activa en el Registro Estatal de Personas Desaparecidas del Estado de Jalisco.
Tráfico de órganos en el campo de Jalisco: El narco derrama sangre en México
Sin la ayuda de la Policía, de la cual desconfían y acusan de connivencia, el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco encontró en el Rancho Izaguirre unos tres hornos crematorios, miles de fragmentos óseos calcinados, más de 400 prendas de ropa, al menos 200 pares de zapatos, mochilas, carteras, maletas, llaveros, identificaciones oficiales y libros.
Según Indira Navarro, líder de Guerreros Buscadores de Jalisco, los huesos calcinados encontrados en el rancho podrían pertenecer a jóvenes, e incluso niños y mujeres, que habían sido reclutados como mano de obra barata y no sólo para trabajos sucios.
También hablaron de que allí operaba una red de tráfico de órganos y pedofilia, en connivencia con jueces y médicos.
Navarro reveló que la madrugada del 11 de marzo recibió una llamada telefónica de una joven que aseguró haber permanecido tres años secuestrada en ese lugar.
La mujer, identificada como María, brindó su testimonio, pese a que esto pueda costarle su vida. Le relató que vio que en el rancho se practicaban “experimentos médicos” y que se sacaban órganos para venderlos.
“Me dijo que el crematorio clandestino tiene más de diez años, que opera desde 2012. Que la gente del lugar lo sabía, pero no podían hablar porque estaban amenazados. Me contó cosas muy fuertes", declaró Navarro a los medios.
Del mismo modo, la sobreviviente comentó que había casos de abuso sexual infantil dentro del predio y que en el rancho se dedicaban a la trata de personas y a la pedofilia.
De acuerdo a Navarro, les llegó información de múltiples desapariciones de jóvenes de una central de autobuses, que podría haber corrido esa suerte.
“Ofrecían una buena paga, 5.000 pesos a la semana, por ser guardia de seguridad, chofer… pero siempre los citaban en la central. Ahí los interceptaban y ya no se sabía nada”, dijo en entrevista con Aristegui Noticias.
Según explicó Navarro, los reclutados, para supuestos trabajos de chofer, empleos domésticos o albañilería, eran llevados al rancho en donde eran sometidos al aislamiento, la tortura y forzados a matar como sicarios para ser liberados. Luego de esta tarea, los mataban.
Cabe destacar que, lamentablemente, no se trata de un predio desconocido ni fuera del radar de las autoridades locales.
De hecho, en septiembre pasado la Fiscalía de Jalisco inspeccionó el lugar, arrestó a 10 personas y el rescató a dos rehenes. En ese momento, se planteó que el sitio era un campo de entrenamiento de reclutas del cártel de Jalisco, además de ser su centro de exterminio.
No obstante, por razones desconocidas, las investigaciones fueron archivadas.
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