Las conversaciones entre la Casa Rosada, el Ministerio de Economía y el FMI se aceleraron tras las elecciones del domingo 14 de noviembre. El eje está puesto en el déficit fiscal, en el gasto público y en las reservas del Banco Central para equilibrar las cuentas, motivo por el cual el presidente Alberto Fernández dijo en la cadena nacional de la noche tras el resultado electoral: "Quiero ser muy claro. Estoy seguro de que con ajuste no se logra ni siquiera ordenar las cuentas públicas. El superávit fiscal virtuoso siempre es hijo del crecimiento, nunca del ajuste".
ESTAMOS JODIDOS
Para la Casa Rosada no es grave la inflación; para el FMI sí
Puede sonar insólito pero es grave. Para la Casa Rosada no es prioridad bajar la inflación pero sí lo es para el FMI. Y eso, ¿con qué se come?
El punto es que la Administración Fernández deberá enfrentar un 2022 en el que habrá que descongelar tarifas, combustibles, servicios públicos y hasta el dólar. En simultáneo, deberá ir a un déficit de 0%. Si no hay acuerdo, tendrá que enfrentar vencimientos que no puede pagar. Si no los puede pagar, deberá declararse en default.
Sin dudas, una de las situaciones que quiere evitar el Gobierno es la obra pública; la llave que le permite cerrar acuerdos con diferentes sectores partidarios, pero esto afectaría la estrategia 2023.
Ahora bien, el resultado final del programa económico del FMI es comenzar a cortar la espiralización inflacionaria y para ello debe bajar sí o sí el déficit.
En este marco, resulta curioso que el Frente de Todos no esté dispuesto a armar un plan económico para bajar la inflación. Su plan económico se basa en gastar sin importar de dónde saldrán esos fondos. El problema en esta visión es que ignora que el 100% de los argentinos advirtió en todas las encuestas que el principal problema es la inflación y el desempleo. La desconexión entre la dirigencia en general y la sociedad es prácticamente total.
De acuerdo a lo reportado por el periodista Alejandro Bercovich, militante de Izquierda, reducir el déficit fiscal a 0% "no solo exigiría subirle las tarifas energéticas por encima del 70% a la mitad de la población de mayor poder adquisitivo, de tal modo de reducir la carga de subsidios sin afectar a la otra mitad, sino también restringir severamente la obra pública. Algo que ya estaba previsto (en menor medida) en el proyecto de Presupuesto 2022 pero que amenaza con frenar en seco la recuperación de la actividad".
Es insólito que, mientras la preocupación de los argentinos es por la economía, lo único que le preocupa a la vicepresidenta Cristina Kirchner es a quién responsabiliza el electorado por la deuda con el FMI:
"¿Qué dice el kirchnerismo? Que si Juntos por el Cambio pretende un ajuste más drástico, como busca también el Fondo Monetario, eso debe expresarse en el recinto y no entre cuatro paredes como hasta ahora fue con todas las presiones que sufrió Economía. Una encuesta que llegó al escritorio de la mismísima vicepresidenta le advirtió un dato inquietante: un tercio de la población cree que parte de la deuda con el FMI fue contraída por la actual gestión. Si ya se diluyó parte de la responsabilidad política local de haberse endeudado a un ritmo inédito ¿cuánto se puede esperar, a tres años y medio, que admita el propio Fondo que violentó sus propios estatutos y convenios para beneficiar a Macri?
Mientras tanto, la política se pelea por cuestiones que poco le interesan a la sociedad.