CÓRDOBA. La rosca sindical en la CGT está al rojo vivo y Córdoba, una de las seccionales más importantes, está en el centro de la escena. Con las últimas elecciones de autoridades impugnadas, y la disputa de dos sectores que se pelean por el poder, la tensión llegó a un punto alto cuando se conoció que Héctor Daer tendría intenciones de intervenir la CGT cordobesa.
INTERVENCIÓN
La CGT Córdoba, en la mira de Daer
La CGT Córdoba vive días calientes de cara a la elección de autoridades y Héctor Daer busca la intervención de la entidad.
La división interna en la CGT Córdoba está dada por el enfrentamiento entre el actual secretario general, José “Pepe” Pihen, y un grupo de dirigentes que encabezan Pablo Chacón (Comercio) y Rubén Urbano (UOM), el denominado ”Movimiento de Trabajadores de Córdoba”. Para Pihen, un dirigente tradicional de la CGT, la continuidad de su mandato está legitimada en el apoyo de más de 50 gremios, mientras que el otro sector aduce que el dirigente debería retirarse ya que lleva varios años jubilado.
Por fuera del plano sindical, José Pihen es un hombre cercano al gobernador Juan Schiaretti, mientras que sus competidores están más cerca del Gobierno nacional. Bien sabido es que la gestión provincial y la nacional están enfrentadas, por lo que no resulta raro el conflicto entre gremialistas.
En ese marco, Héctor Daer envió a Horacio Otero a dar un ultimátum en la CGT Córdoba: o se ponen de acuerdo o se interviene el partido. Esta determinación no haría más que jugar a favor del sector disidente de la dirigencia actual, ya que en caso de una intervención, la conducción de la institución quedará en manos del oficialismo nacional.
Desde la CGT Nacional desconocen el mandato actual de José Pihen, quién rubricó por última vez su secretaría en 2019. Por eso, parece que la intervención sería inevitable.
La única forma de lograr la unidad estaría en manos de los dirigentes que encabezan el enfrentamiento, y fundamentalmente en el gobernador Juan Schiaretti, quién puede acercar las partes a pesar de las diferencias políticas que puedan existir. Una vez intervenida, la CGT cordobesa quedaría en manos de autoridades foráneas, que decidirán su futuro, algo que incluso los más oficialistas consideran dañino.
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