CÓRDOBA. El recambio que el peronismo cordobés enfrenta a nivel provincial no tiene precedentes en la historia reciente. Con la salida definitiva de la era de “los próceres” como Juan Schiaretti y José Manuel de la Sota, se marca el final de un periodo de más de dos décadas, donde toda la militancia cordobesa tuvo claro hacia dónde mirar para recibir instrucciones en cada elección.
2023
El peronismo y dos vacantes estratégicas en Córdoba
El peronismo cordobés debe resolver, a la brevedad, dos vacantes de gran poder que hoy no tienen dueño absoluto. ¿De qué se trata?
Si bien ahora parece que todo se conduce a decantarse en un líder claro, como Martín Llaryora (candidato a gobernador), la realidad indica que por fuera de ese personalismo que se está construyendo, no hay una claridad contundente a nivel dirigencial. Faltan “faros” que organicen los movimientos de un peronismo con ADN propio y que se desmarca de los popes nacionales.
Dentro de esas guías, los puestos que parecen en pugna son los de candidato a vicegobernador y candidato a intendente de Córdoba Capital. Dos puestos claves pensando en una nueva gestión de Hacemos por Córdoba a nivel provincial.
El primero, y tal vez el más trascendental, pone en juego nada menos que el volante de la Legislatura provincial. Allí es donde se tejen las leyes provinciales que muchas veces le permiten al Gobierno avanzar con la administración en el rumbo deseado.
En ese sentido, el peronismo le ha dado un protagonismo importante a sus vicegobernadores, siendo estos últimos auténticos estrategas políticos que buscan articular con la oposición para poder lograr los objetivos legales de la administración. Todo ello en un marco de bajos perfiles.
Al día de hoy, se desconoce quién será finalmente él o la acompañante de Martín Llaryora en la fórmula. Del propio peronismo se desprenden varios nombres, como el de la diputada Natalia de la Sota o el intendente de Río Cuarto, Juan Manuel Llamosas.
Pero eso no es todo, porque también se acercan nombres de la oposición. Concretamente, del radicalismo.
Uno de ellos es el de Miryan Prunotto, intendenta de Estación Juárez Celman y ahora presidente del Ente Intermunicipal de Gestión Metropolitana, una especie de cogobierno del Gran Córdoba. Ocupando un cargo clave, la funcionaria se mostró cerca del peronista Llaryora y alarmó a su partido.
“Nunca hubo decisión, compromiso y generosidad de ningún intendente de la ciudad de Córdoba para ponerse a la altura de nuestras localidades y decir ‘estamos en igualdad de condiciones’ como lo hizo nuestro querido colega Martín Llaryora”, anunció la radical. En la UCR, la vigilia sobre los intendentes es fuerte ya que, hace rato, se sabe que Martín Llaryora estaría buscando un vice de “otro color” para armar una fórmula más compacta a nivel electoral.
De esa manera, el abanico de posibilidades es muy amplio, en una clara jugada “misteriosa” a la que el peronismo apuesta para desorientar a los opositores. Eso, conjugado con el manejo de las fechas electorales, mantiene información valiosa bajo la manga de Martín Llaryora.
En cambio, la candidatura a intendente de Córdoba tiene otros tintes. Unos más relacionados con una interna abierta.
Para el peronismo, la intendencia de Córdoba es joven, en un puesto que históricamente fue radical. Por eso, no existen nombres demasiado claros a la hora de elegir a quien intente suceder a Llaryora en la Municipalidad.
Por el momento, esa competencia se ciñe a nombres que ya están dentro de la gestión, y que serán electos por el propio intendente para competir en el 2023. El capital ofrecido para los sucesores es el de un buen nivel de aceptación de una gestión que generaba dudas antes de comenzar.
Esa superación de las expectativas hace que muchos se quieran calzar el traje de candidato. Y esas intenciones, claro, chocan.
En los últimos días, varios dirigentes municipales salieron a marcar territorios con pasacalles y publicidades propias, intentando de que sus nombres piquen en punta dentro el inconsciente colectivo cordobés. Entre ellos, el secretario de Gobierno Miguel Siciliano, uno de los más cercanos a Martín Llaryora.
En la misma vía se quiere imponer el secretario de Transporte, Marcelo Rodio, quien este año encarnó una pelea con Nación por los subsidios mal distribuidos. Lo propio busca hacer Daniel Passerini, el viceintendente de la ciudad y, tal vez, el mejor plantado para poder suceder a Llaryora en materia electoral.
Con esos nombres rondando, será el candidato a gobernador quien deba decidir quién lo hará mejor para acompañarlo. Claro, no será tarea fácil retener la ciudad para el peronismo ya que, en caso de que el radicalismo se lo proponga, el municipio es un terreno mucho más competitivo que la provincia.
Así las cosas, el peronismo tiene varios cargos por cubrir, sobre todo en materia de candidaturas. El tiempo corre y la ventaja de tener la información a favor se consume de la misma manera.
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