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"ROBAN, MIENTEN Y SALEN ILESOS"

Dura carta de Alejandro Lerner a Eduardo Feinmann

Alejandro Lerner le envió un duro mensaje a Eduardo Feinmann, expresando su descontento y hartazgo con la situación actual del país.

El cantante y compositor, Alejandro Lerner, le envió una dura carta al periodista Eduardo Feinmann, quién la compartió en la radio, en su programa “Alguien tiene que decirlo”.

Feinmann compartió la carta durante su ciclo, a través de la cual Lerner realizó una extensa reflexión y comparación sobre la sociedad y la política en España y en Argentina. "España es lo que Argentina podría ser. Se puede vivir en un clima de tranquila normalidad y convivencia, no hay olor a miedo en las calles", aseguró luego de regresar de dicho país.

El cantante se refirió a la situación actual de la Argentina, en medio de la inflación, la pobreza, y disparó contra la clase política "ausente". "No veo a ningún político mostrando algún tipo de vergüenza por sus acciones".

Además, se refirió a la inseguridad, a la pobreza y a la inflación. Sobre esta última sostuvo que es una decisión: "Todos los días alguien toma la decisión de que vivamos en esta incertidumbre. Egoísmo, ambición, miedo, ausencia de amor y de sensibilidad, y la enfermedad que el poder genera".

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Alejandro Lerner escribió una carta que compartió Feinmann en su programa de Radio.

Alejandro Lerner escribió una carta que compartió Feinmann en su programa de Radio.

No es la primera vez que Lerner expresa su descontento públicamente. En 2016, el cantante disparó contra el kirchnerismo durante una entrevista en la mesa de Mirtha Legrand dijo: "Para mi los dos grandes desaparecidos de la era kirchnerista fueron la verdad y la ley. Cuando un gobierno no tiene ley y no necesita decir verdad porque podes inventar una verdad, para mi es como un desaparecido en democracia, la verdad y la ley".

"Todos roban, mienten y salen ilesos": La contundente carta de Alejandro Lerner

"Hace rato que algo en mí me viene haciendo ruido, sobre todo después del viaje por España y por Israel. Transitar por un país que vive en guerra esperando los misiles tiene un costo, y eso se siente. El enemigo es real y es un país chiquito con un alma enorme. Conviven con un estado de alerta y de supervivencia, que los obliga a tener sus prioridades en orden y al acecho.

España es lo que Argentina podría ser, un país hermoso con un idioma cercano- lo cual es un alivio siempre-, la comida, las calles, la arquitectura, todo es familiar. Pero la gran diferencia que yo he sentido es que se puede vivir en un clima de tranquila normalidad y convivencia.

No hay olor a miedo en las calles, un comentario que me llamo la atención. Aquí te pueden hurtar pero no te van a matar o agredir físicamente para robarte, y esa es una sensación que se respira y se comparte.

La gente trabaja y el progreso es un destino cierto. Escribo por que no puedo dejar de hacerlo. Progreso, una palabra ya extinguida en los discursos de los que tienen y desaprovechan el poder; y la responsabilidad y los que quieren llegar y tienen el colmillo hambriento por seguir pegándole otra mordida a la torta que a todos nos pertenece.

La diferencia de un país del llamado tercer mundo y los de el primero es la conciencia. Conciencia que trabajando se llega y se crece. Que hacer las cosas bien es mucho mejor que hacerlas mal. Que mentir robar y hacer daño se paga. Que la justicia no son solo las personas: son las leyes y entre todos hemos acordado cumplirlas y defenderlas.

Conciencia del respeto al otro. ¿Cuándo fue la ultima vez que alguien dijo progreso? ¿Cómo llegamos a esto? ¿Cuándo fue que nos acostumbramos a que todos roban, todos mienten, y todos salen ilesos?

¿Cuándo fue que el porcentaje de pobreza nos duele menos que el porcentaje de humedad? Lo grave es saber que nuestro querido país no es pobre, es un país empobrecido. Y nuestra pobreza es moral, no es económica. Nuestra riqueza es incalculable, como nuestra ignorancia.

¿Cuándo fue que aceptamos que elegir lo menos peor es lo que nos merecemos?

Soy ateo de la política, porque creo fervientemente en Dios, y no veo a ningún político hablando de dios ni siquiera mostrando algún tipo de vergüenza por sus acciones ante la mirada de algo mayor a nosotros mismos.

Lo peor que nos pasa es que nos convenzan de que no nos merecemos más que esto. Y es triste darse cuenta de que esta realidad a la que nos hemos sometido a vivir podría ser muchísimo mejor que la que hemos aceptado mansamente a acatar.

Hay muchos de nosotros que prefieren mirar hacia otro lado mientras tengamos comida abrigo y algunas comodidades. Los niveles de inseguridad crimen desorden desidia son más que alarmantes, son patológicos. ¿Por qué no creemos que se puedan cambiar?

La inflación no es como la fiebre que un día tomaste frío y te enfermaste. La inflación es una decisión. Y todos los días- y desde siempre- hay gente que toma la decisión de que vivamos en esta incertidumbre.

Eso no es normal y no esta bien. Está mal, muy mal. Las razones son simples. Egoísmo, ambición, miedo, ausencia de amor y de sensibilidad, y la enfermedad que el poder genera.

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¿Cómo alguien puede entender la pobreza, si tiene autos, choferes, sueldos insultantes, y un nivel de comodidad y de protección que solo la opinión pública y luego la Justicia podrían desnudar?

Yo quiero que mi país cambie. Yo quiero que mi país crezca. Yo quiero no pensar en inseguridad, muertes, miedo, como algo normal. No, mis queridos, no es normal.

No es normal que mueran colectiveros, que ataquen mujeres mayores o embarazadas, no es normal. Y nosotros lo estamos normalizando. Yo tengo hijos, no quiero huir. Sí, voy a viajar, aprender y seguir empujando por extender mis horizontes personales y profesionales. Pero no quiero huir.

No sigamos desaprovechando nuestra democracia con la excusa de que no podemos hacer que las cosas cambien. Hay demasiado dolor y frustración acumulada. Y no es justo. Nuestros abuelos habiendo venido del horror más profundo, construyeron un país maravilloso.

Que no nos quiten lo que nos queda de sueños para nosotros, para los nuestros y para todos en general. Lo peor que nos puede pasar es que nos convenzan de que ya no está en nuestras manos. Hombres decentes, con capacidad y con sacrificio, eso quiero.

La grandeza se convirtió en vanidad y en soberbia, y eso no es más que otro símbolo de degradación. Mañana es una oportunidad y no la quiero dejar pasar".

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