Un equipo de científicos logró cultivar plantas en el suelo lunar, un hito en la historia humana y de la exploración espacial. En el futuro inmediato, el descubrimiento es prometedor para el Programa Artemis de la NASA para retornar a la Luna.
"Artemis requerirá una mejor comprensión de cómo cultivar plantas en el espacio", dijo Rob Ferl, uno de los autores del estudio y profesor de ciencias hortícolas en el Instituto de Ciencias Agrícolas y Alimentarias de la Universidad de Florida (UF), Estados Unidos.
El suelo de la Luna, también conocido como regolito lunar, es radicalmente diferente al de la Tierra. Por eso, el hallazgo es un importante primer paso hacia el cultivo para alimento y oxígeno en nuestro satélite natural.
Incluso en los primeros días de la exploración lunar, las plantas jugaron un papel importante, dijo Anna-Lisa Paul, autora del estudio e investigadora de ciencias hortícolas en la misma casa de estudios.
Paul y Ferl son expertos reconocidos internacionalmente en el estudio de plantas en el espacio. Desde su Laboratorio de Plantas Espaciales de la UF, han enviado experimentos en transbordadores espaciales a la Estación Espacial Internacional y a vuelos suborbitales.
“Para futuras misiones espaciales más largas, podemos usar la Luna como centro o plataforma de lanzamiento. Tiene sentido que queramos usar el suelo que ya está allí para cultivar plantas”, afirmó Ferl.
Sin embargo, aunque confirmaron que podían crecer, con el paso del tiempo los investigadores observaron diferencias entre las plantas cultivadas en suelo lunar y las del grupo control.
Por ejemplo, las primeras eran más pequeñas, crecían más lentamente y tenían un tamaño más variado que sus contrapartes.
“A nivel genético, las plantas estaban sacando las herramientas que normalmente usan para hacer frente a los factores estresantes, como la sal y los metales o el estrés oxidativo, por lo que podemos inferir que las plantas perciben el entorno del suelo lunar como estresante”, explicó Paul.
Para comenzar a responder estas preguntas, Ferl y Paul diseñaron un experimento aparentemente simple: plantar semillas en suelo lunar, agregar agua, nutrientes y luz, y registrar los resultados.
No obstante, la complicación fue que solo tenían 12 gramos, solo unas pocas cucharaditas prestadas por la NASA recolectadas hace 50 años durante las misiones Apolo 11, 12 y 17.
Sin mencionar su invaluable importancia histórica y científica, la pequeña cantidad hizo que Paul y Ferl tengan que diseñar un experimento a pequeña escala. A cada “maceta” de aproximadamente un gramo le agregaron una solución nutritiva y algunas semillas de la planta Arabidopsis, especie que se usa en general en experimentos porque su código genético ha sido completamente mapeado.
Los expertos no estaban seguros de si las semillas brotarían. Pero casi todos lo hicieron, “nos quedamos asombrados", expresó Paul.
Ahora, nuevos estudios de seguimiento responderán a las preguntas que quedaron pendientes. El trabajo está publicado en la revista Communications Biology.
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