El Gobierno de Pedro Sánchez está investigando ahora mismo el secuestro de un ciudadano español bajo las garras del Estado Islámico del Gran Sáhara (EIGS), una célula yihadista que lo capturó al sur de Argelia y que contra su voluntad lo trasladó a la vecina Malí.
Este jueves, pese a los primeros rumores de una mujer, fuentes de la Casa de Gobierno confirmaron que el español cautivo es un varón de más de 50 años "conocido por su compromiso social y que creó un centro de capacitación en 2010 que inició varios proyectos, en particular en los campos de la educación, el fortalecimiento femenino, la ecología, la cultura y el arte", según reveló el medio Air Info Agadez.
Aunque aún no hay un comunicado oficial del Gobierno, la agencia EFE informa en que las alarmas en Madrid se han encendido tras recibir noticias desde Argelia sobre el secuestro de un ciudadano español por parte del Estado Islámico en el Gran Sáhara (EIGS).
Según las informaciones, el ciudadano español habría sido secuestrado el miércoles 15 de enero en la ciudad argelina de Tamanrasset, al sur del país y a unos 300 kilómetros de la frontera entre Malí y Níger.
Los terroristas de la filial del ISIS del Sahara habrían liberado solamente a los acompañantes del español cautivo, en la zona de la frontera argelina, antes de entrar a Malí. Estos luego notificaron a las autoridades del rapto.
Influencia del Estado Islámico en Níger, Argelia y Malí
Lamentablemente no es el primer secuestro de un extranjero a manos del Estado Islámico del Sahara (EIGS). Hace dos días, una austríaca, Eva Grezmatcher, también fue tomada como prisionera por la misma célula yihadista en una ciudad de Níger.
Los asaltantes la tomaron por sorpresa dentro de su casa y se la llevaron a rastas al desierto, según reveló la prensa de Austría que dialogó con los testigos oculares.
Los combatientes del EIGS "merodean a unos 15 km de Menaka (ciudad de Malí cerca de la frontera) y exigen un pago para el cruce de los vehículos que van de Menaka a Níger o a Gao, al tiempo que roban ganado a las comunidades", dijo hace algún tiempo una fuente de la ONU.
El Estado Islamico de Sahara imparte temor en Burkina Faso, Níger, sur de Argelia y Malí, áreas de mayor influencia, en donde sumió a las comunidades pastoriles en un ciclo de violencia armada, de sangre y adoctrinamiento extremista.
Desde hace más de una década se enfrentan contra tribus como los dausahaks, a los que decapitan, cortan brazos, desplazan y decomisan sus bienes al no aceptar la ley islámica.
"La organización legitima el saqueo de las comunidades insumisas, moviliza a combatientes de toda la región que se sienten atraídos por el botín y luego atacan en masa y vencen al adversario", describió a la AFP una fuente militar maliense.
En aquellos territorios que ha tomado el Estado Islamico del Sahara, la población debe someterse a la sharia (ley islámica) y pagar el «zakât», un impuesto reclamado a nombre del islam, a cambio de una forma de protección.
"Tienen un discurso exitoso. Reclutan, fortifican sus posiciones y logran influencia de manera progresiva", añadió Kalla Moutari, un exministro de Defensa de Niger.
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