Tragedia tras tragedia, Japón, sumido en una enorme conmoción, inició en los peores términos 2024. Tras el devastador terremoto de magnitud 7,6, martes (02/01/24) un avión de Japan Airlines con 367 personas a bordo chocó con una aeronave, un Bombardier Dash-8, de la Guardia Costera, parte de las labores de socorro tras el desastre que dejó tras sí el poderoso sismo.
Imágenes en las redes mostraron explosiones y fuego del avión comercial envuelto en llamas en Japón circulando por las pistas de aterrizaje del aeropuerto Haneda, uno de los más transitados de Japón y poblado de mucha gente que viaja durante las fiestas de Año Nuevo.
Hasta el momento las autoridades confirmaron la muerte de solo 5 personas que viajaban en el avión de la guardia costera mientras que los 379 pasajeros y tripulantes del Japón Airlines fueron evacuados sanos y salvos luego de que la nave estallara en llamas.
Así, los rescatistas lograron evacuar a todas las personas que iban a bordo. Por el momento, no se informaron heridos ni muertos.
Si bien aún las causas de la colisión entre ambas aeronaves está "bajo investigación", los medios locales pudieron reconstruir el trágico evento.
Minutos anteriores al choque, el avión socorrista se hallaba listo para despegar en dirección a la prefectura de Niigata para auxiliar a una de las zonas más afectadas por el terremoto que sacudió al país asiático este lunes mientras que el avión Japan Airlines estaba aterrizando en Tokio en un vuelo proveniente de la ciudad de Sapporo, en el norte del país. Por motivos desconocidos y una posible incomunicación entre ambos, segundos después, colisionaron.
Terremoto
El trágico suceso en el aeropuerto aconteció 1 día después del devastador terremoto de magnitud 7,6 en el que murieron al menos 48 personas.
El lunes Japón recibió el 2024 del peor manera: con un gran sismo (el más fuerte en la región en más de cuatro décadas) en la costa occidental del centro que provocó la emisión de una alerta por olas de tsunami que fue levantada este martes, después de casi 18 horas de vigencia.
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, en una rueda de prensa un día después de los movimientos telúricos ocurridos en la península de Noto en la prefectura de Ishikawa, declaró:
“Se han confirmado daños muy cuantiosos, incluidas numerosas víctimas, edificios colapsados e incendios".
Expertos y geólogos destacaron la prevención de Japón que logró evitar un número de víctimas más alto. La arquitectura antisísmica y una sociedad ordenada contrarrestaron el poderoso desastre del terremoto.
Se estima que más de 50 mil personas habían sido evacuadas en distintas regiones del país e incontables son las desapariciones bajo los escombros.
Más de 36.000 hogares se quedaron sin electricidad en las prefecturas de Ishikawa y Toyama y los servicios ferroviarios de alta velocidad a Ishikawa fueron suspendidos.
La Agencia Meteorológica Japonesa (JMA) indicó que después del terremoto principal se registraron 155 réplicas que en su mayoría tuvieron magnitudes superiores a 3.
Asimismo olas de 1,2 metros de altura golpearon el puerto de Wajima, en la península de Noto, a las 16H21 (07H21 GMT), y otras más pequeñas se registraron en otros lados, incluido en la isla de Hokkaido, en el norte.
Las alarmas mundiales se encendieron también ante el posible desastre nuclear en Shika tras el impacto del terremoto. La ciudad alberga una planta atómica junto al mar. Sin embargo, la Autoridad de Regulación Nuclear (NRA) de Japón declaró que no se habían detectado problemas en los reactores de ninguna de las centrales nucleares de la zona.
Kishida también ostuvo que "a medida que pasa el tiempo, el efecto del desastre se vuelve cada vez más claro" y advirtió que "salvar las vidas de las víctimas del desastre es una carrera contra el tiempo".
Japón sufrió uno de los peores terremotos en 2011 en su costa oriental. El sismo de magnitud 9,1 dejó 15.899 muertos, 2556 desaparecidos y unos 6152 heridos. El terremoto provocó el desastre nuclear en planta Fukushima a raíz del tsunami en la costa noreste nipona. El fuerte sismo provocó la sumersión de los reactores activos de la central nuclear Fukushima Dai-ich. En consecuencia, grandes cantidades de agua contaminada con isótopos radiactivos fueron liberadas en el Océano Pacífico durante y después del desastre.
En agosto de 2023 Japón comenzó el polémico vertido de aguas de Fukushima al Pacífico que durará décadas y tendrá consecuencias irreversibles. A pesar de que en su visita de julio, la OIEA, a cargo del argentino Rafael Grossi, aseguró que las descargas "graduales y controladas" al mar tendrán un impacto radiológico "insignificante" en las personas y el medio ambiente, miles de expertos, ONGS y otros países protestan contra la medida de Japón.
Los físicos nucleares aseguran que la tecnología del operador de la planta de energía nuclear paralizada, Tokyo Electric Power Co (TEPCO) no es suficiente para tratar los materiales radiactivos incluidos el cesio y el tritio, lo que conducirá a la contaminación de los productos del mar y provocará enfermedades letales como el cáncer y demás dolencias congénitas y daños genéticos.
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