Alerta mundial por crecientes atentados islamistas.
Este viernes (4/10) la unidad antiterrorista arrestó a un joven egipcio, con permiso de residencia vencido, que planeaba atacar a los fieles de la iglesia de Sant'Alessandro, en el centro de Bérgamo, justo en frente de la pizzería en la que trabajaba.
El fiscal jefe de Brescia, Francesco Prete explicó que "la investigación se aceleró porque temíamos que cumpliera un acto terrorista en los próximos días". Las autoridades informaron que el inmigrante irregular de 22 años, había confesado por teléfono a un interlocutor sus deseos y siniestro plan.
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Asimismo, el detenido hacía proselitismo a favor de la yihad islámica en Internet, según supo Rai News. La Policía recogió los mensajes que publicaba en distintas plataformas de internet, elogiando al grupo terrorista Estado Islámico o llamando al martirio, así como fotografías en las que aparece con armas.
La frustración del atentado terrorista recuerda a otra en Austria. En agosto dos jóvenes simpatizantes del Estado Islámico de origen turco-croata fueron detenidos en Viena, Austria, antes de un concierto de Taylor Swift en el estadio Ernst Happel por planean llevar a cabo un atentado suicida.
Uno de los sospechosos había robado los productos químicos de su antiguo lugar de trabajo, una empresa de procesamiento de metales de Ternitz, su ciudad natal, y había avanzado en la construcción de una bomba.
Inmigración irregular
Estos incidentes profundizan la preocupación sobre la seguridad en el mundo, especialmente en relación a los inmigrantes irregulares que, al no estar debidamente controlados por las autoridades, se convierten en potenciales amenazas.
Si bien, en el caso de Austria, el agresor turco era oriundo de allí (un detalles que alarma aún más), dos atentados recientes que fueron cometidos por inmigrantes ilegales, revelaron preocupantes fallas y problemas estructurales en el colapsado sistema de asilo del viejo continente.
En mayo un afgano residente en Alemania mató a un oficial de policía e hirió a otras 5 personas en Mannheim. En agosto, un refugiado sirio y militante de ISIS, que debería haber sido deportado, ejecutó un apuñalamiento masivo en Solingen, matando a 3 alemanes y malhiriendo a varios.
Un mes después, un marroquí de 22 años que ya había sido condenado por violación en Francia y tenía una obligación de abandonar el territorio, asesinó a una estudiante universitaria de 19 años de Paris-Dauphine y enterró su cuerpo en un bosque cercano.
La tragedia evitable enfatiza cómo la burocracia y la incomunicación y falta de coordinación entre las autoridades complican los procesos de deportación y gestión de los inmigrantes irregulares. El caso, como el de Solingen, evidencia graves problemas estructurales.
En la mayoría de los casos el patrón se repite: Fanáticos, musulmanes, jóvenes, inmigrantes, que ejecutan o planean brutalidades contra la mayor cantidad de gente en nombre de Alá.
En marzo un atentado islamita en la sala de conciertos Crocus City Hall de Moscú, dejó un saldo de 144 fallecidos y más de 551 heridos.
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